UN ARQUITECTO CONTRA LAS CASAS INTELIGENTES -
Carta al genio inventor y creador de Facebook. Miguel Jurado, arquitecto y editor adjunto de Clarín ARQ, le escribe a Mark Zuckerberg: en calidad de amigo (de facebook), intenta hacerlo recapacitar acerca de un sistema de inteligencia artificial hogareña
Ahora resulta que Mark Zuckerberg, genio inventor y dueño de Facebook, quiere hacer una casa inteligente. Y no es que no pueda, es que no le conviene ni un poquito.
El año pasado, el tipo se mandó con que iba a desarrollar un sistema de inteligencia artificial que gobernara su casa como Jarvis en la película Iron Man. Y lo está por lograr: a fin de año presentó un video en el que contaba cómo andaba su proyecto. Muy lindo, pero hay que avisarle que la está pifiando.
Ya sabemos cómo es ésto de ser multimillonario, no existe quién se anime a decirte que no sos un capo para todo. Por eso pensé que debería escribirle una carta, porque soy su amigo (uno de los 18 millones que tiene en Facebook) y a los amigos hay que decirles la verdad por dolorosa que sea.
Podría empezar diciendo: No lo hagas Mark, no te metas en eso. Pero con personalidades como la de “Zuck” hay que tener más tacto. Gastaría unas líneas diciéndole que lo admiro y lo genio que es. No le chuparía demasiado las medias porque se va a dar cuenta.
Después, iría con una cosa así como:
Hacer una casa inteligente te va a traer más problemas que soluciones. Hay que ver a qué llamás inteligente. Por caso, mi primo siempre fue reinteligente, llegó a físico nuclear. Pero en la vida real, cotidiana, es un nabo absoluto.
Vos no querrías que se encargara de tu casa un tipo súperinteligente para la ciencia pero inútil para lo diario. Vamos al caso. Tu Jarvis se encarga de todo, te dice cómo está el clima, qué ropa usar, te prepara el desayuno, te lee las noticias y la agenda del día. Todo con la voz de Morgan Freeman, como le pusiste en tu demostración de Facebook.
Acá el primer problema. Freeman está bien, pero ahora no lo podés cambiar. Tiene tono neutro, algo melanco, aunque resulta confiable. Imaginate que de pronto se te ocurre que podrías usar, por ejemplo, la voz de Scarlett Johansson, que anduvo tan bien en Ella, la película del tipo que se enamora del sistema operativo de su computadora y después se da cuenta de que es una grabación que
comparte con miles de personas.
En las casas, la diferencia pasa por detalles. No sé si en el mundo de las redes sociales están al tanto. Si en lugar de Freeman ponés a Scarlett ronroneando, a vos te va a endulzar el oído, pero tu mujer va a querer matarte.
Ponele que llegás una tarde a tu casa caliente porque Twitter se mandó alguna genialidad que nadie vio venir. Apenas entrás, Jarvis pone la música que te gusta y hace aparecer tu bourbon preferido. Todo joya, pero tu mente está enroscada y empezás a ponerte paranoico con esto de que tu casa inteligente sepa todo de vos. Para el programita que habla como Morgan sos un tipo previsible como cualquiera. Un gil rutinario, estándar. Un hámster en la ruedita.
Así es que comenzás a agarrarte una calentura padre encima de la que ya traías. Encima, cuando le decís a Jarvis que no querés esto a aquello, Freeman te responde como un monje budista.
En el peor momento, caen unos amigos que el lector de rostros de la puerta considera “deseables” y los deja pasar. Jarvis abre paquetes de papas fritas y prende el fuego para un asadito. Lo querés matar pero no le encontrás la garganta. Si lo desenchufás, se te apaga la calefacción y se descongela la heladera.
¿Para qué te sirve una casa inteligente si no tiene en cuenta tu humor? Lo que necesitás, Mark, perdoname que me meta, es una casa viva: piola, canchera. Si ve que venís caliente, te deja llegar. Silen- cio y soledad hasta que explotás pidiendo tu bourbon y tu música. Ahí, Jarvis, con la voz del Ratón Mickey, te pide perdón, te alcanza la bebida y pregunta vacilante si la música te parece bien. Vos te descargás y dejás en claro quién manda.
Mi querido Mark, otro tema: no vivís solo, están tu mujer Priscilla y tu hija. Si dejás que la casa “inteligente” te dé bola sólo a vos, porque la programaste, ¿sabés el quilombo en el que te metés, Zucky? Tu esposa se va a poner loca con Jarvis y por último con vos, campeón.
Una casa canchera va a hacer lo que diga tu mujer, te va a dejar con la sensación de que sos el “macho de la casa” y, de paso, te va a dar una mano con la convivencia. Fijate que en los momentos oportunos, en voz baja, ante una orden tuya, Jarvis podría pelar la voz de tu abuelita y decirte: “Todo bien Mark, pero fijate que a Priscilla no le gusta que las luces estén siempre a full”, dicho con tacto, para que no te sientas un varón domado.
También podría usar la voz del Papa Francisco con un: “Sí, prendo todas las luces como te gusta, pero démosle un poco de paz a la patrona que hoy tuvo un día terrible”. Inclusive podría hacerse cargo de los errores: “Perdón Priscilla, lo de las luces fue mi culpa. No lo volveré a hacer”, con la voz de Homero Simpson. ¿Vas entendiendo, papá?
Ahora, Zuck, viene lo realmente importante. Ponele que programaste todo perfectamente y Jarvis es un capo en el manejo de la casa. ¿No tendría demasiada información? No voy a decirte a vos, que inventaste Facebook, la diferencia que existe entre cómo es uno y cómo quiere que lo vean. Imaginate que las redes sociales pudieran decirles a todos lo que realmente pensás y tu estado de ánimo real. Sería un desastre.
Traslademos eso a tu casa inteligente y Jarvis, que sabe sabe todo de vos. ¿Quién te garantiza que cuando abras la puerta no le esté advirtiendo a tu mujer: “Ojo que ahí viene, tuvo un día de aquellos”? Y con la voz de tu suegra.
Mirá Mark, te voy a ser sincero: lo más inteligente que se puede hacer con las casas inteligenes es no sean demasiado inteligentes.
Te mando un abrazo enorme, saludos a Priscilla y la nena. Tu amigo de Facebook. Miguel .