Clarín - Viva

LA MAS LOLITA DE LOS TORRES

Angela Torres

- POR SILVINA DEMARE FOTOS ARIEL GRINBERG

A los 18 años, la hija de Gloria Carrá y sobrina de Diego Torres ya vive sola y va por más. Protagoniz­a una película, intepretar­á a Anna Frank en teatro y grabará un disco. Enamoradís­ima de su nuevo novio, se propuso un objetivo: aprender a ser menos impulsiva.

Contra todo prejuicio, fue la primera en llegar. Ya a las diez menos un minuto de la mañana, Angela Torres caminaba por el lobby del Alvear Palace Hotel. Algo dormida. Rodete, jeans, buzo negro y zapatillas blancas. Cero diva.

No le cuesta despertars­e. Aunque si le dan a elegir, prefiere no madrugar. “Odio la mañana”, lanza, con impronta teen exagerada. “Levantarme temprano es lo peor que me puede pasar en la vida. Lo que más me gusta es dormir. Amo. Como empecé a trabajar de muy chica, aprendí a descansar en un remís camino a una grabación, o entre escena y escena. ¡Puedo dormir todo el día hasta que mi novio me obliga a levantarme!”. Sus des- pertares son todos distintos: “Hay días en que me levanto bárbaro y otros, mal. Hoy, estoy re bien para la nota”, avisa con una sonrisa. Buen dato. Los días que amanece lunática, mejor ni hablarle. “Igual, últimament­e fui aprendiend­o a controlar mis emociones. Soy intensa, pero ahora registro cuando estoy de mal humor y controlo”, confía.

Más allá de ser hija de la actriz Gloria Carrá, sobrina del cantante Diego Torres y nieta de la legendaria Lolita Torres, Angela logró tener identidad propia. Desde los 18, canta, baila y actúa. Y lo hace muy bien. Es una de las actrices más buscadas por productore­s de tele y teatro. De hecho, este jueves se estrena Los padeciente­s, filme de Nicolás Tuozzo, donde se la ve en un papel dramático. Impecable. Hace de una violinista trau- mada por culpa de un papá abusador. A su vez, Angela protagoniz­ará la obra El diario de Anna Frank, nada menos. La directora Helena Tritek la elegió sin tomarle un casting. Angela ya está ensayando los 15 monólogos de la historia de la niña judía, que vivió varios años en un sótano escapando de los nazis. A su vez, durante las vacaciones de invierno, se la verá otra vez bailando en el musical Peter Pan y en la segunda mitad de año es muy probable que encabece una tira juvenil en la tele. Cartón lleno.

Activa en la redes sociales, cuenta con 800.000 seguidores en Twitter y 1, 6 millón en Instagram. Su popularida­d creció cuando hizo de una de las hijas de Adrián Suar en Solamente vos y se incrementó por la exitosa tira Esperanza Mía . El año pasado, sorprendió cuando se atrevió a participar en el Bailando por

un sueño, a pesar de que toda su familia le decía que no lo hiciera. Pero ella, con 17 años, enfrentó con actitud y carácter al jurado y soportó las chicanas típicas del certamen. “La pasé mal por momentos. Y como soy transparen­te se notaba cuando estaba mal, pero, bueno, fue una experienci­a que no me quise perder. Me pareció una oportunida­d entrar a ShowMatch. Mi familia y amigos me decían que no lo hiciera, pero me terminé cagando en todos. Fue una experienci­a que no volvería a hacer, pero no me arrepiento”, explica y se acomoda en un sillón de la habitación 1001 en el piso 10.

Angela creció en una casona en San Isidro, cerca del río. Sus padres se separaron cuando ella tenía 6 meses y hasta los 11 años fue hija única. “Jugaba con mi vecino al pica pared, salíamos a andar en bici, o íbamos al río”, recuerda. Después nació su hermana Amelia (7), fruto de la relación de su mamá con Luciano Cáceres, y tiene dos hermanos más por parte de Marcelo Torres, su papá: Vito (7) y Mía (2).

Ya de chica le gustaba cantar y bailar: “Me encerraba en el cuarto y hacía shows. Me cambiaba de ropa veinte veces”. Fue al Perito Moreno, un colegio Waldorf, pero no lo terminó. Como la sangre de artista pesó, a los 11 años debutó en Patito feo. Pero con una logística distinta del resto de sus compañeras: “Siempre hice todo sola. Cuando hacía tele, o después con La novicia rebelde, en teatro, las mamás se quedaban las siete horas de ensayo con sus hijos, pero yo estaba sola porque la mía tenía que trabajar. Me llevaba y traía un remisero. Algunas mamás me miraban con cara de ‘ hija abandonada’, pero yo estaba chocha. No lo sufría. En el verano pasaba lo mismo. Mi mamá había alquilado una quinta con Luciano en la provincia y no se iba a venir a mis ensayos. Y un poco lo entendía porque también hubiera actuado de esa manera”. Esta situación la obligó a tener que sobreadapt­arse: “Crecí de golpe. Pero no reniego de eso. No me molesta. Es lo que me tocó. Amo actuar y no me imagino haciendo otra cosa. Y con mis padres me llevó súper. Les cuento todo, tenemos una buena comunicaci­ón” . ¿Les contás tus peores pecados? (Risas) Sí, ¡tampoco hago cosas tan graves! Es muy lindo tener la libertad de

“A l o s 1 5 me gustaba más l a j o d a. Ahora e stoy re abuela. No s a lgo. Pre f i e ro estar con mi novio e n casa. ” ...

saber que si me pasa algo, sea lo que sea, puedo contar con ellos. A veces los papás por miedo se ponen más restrictiv­os y eso es realmente peor. A mí me dieron la libertad para vivir mi experienci­a. Al gunos no entienden que cada uno tiene que vivir su vida, no la de ellos. Quizás yo quiero probar cosas que mi papá no probó. Y mi mamá, mientras más libertad me dé, más va a saber de mí y más voy a escuchar sus consejos. No creo que les cuentes todo... Sí, en serio, por ejemplo hablé con ella antes de tener mis primeras relaciones sexuales... Pero de adolescent­e, ¿no chocabas mucho con tu mamá? Sí, pero por culpa de Luciano más que por ella. El era más protector y a mi mamá se le trastornab­a la mente y no sabía de qué lado ponerse ni qué hacer. Después entendió que soy una chica que necesita vivir sus cosas. Por eso me dejó irme a vivir sola. Es más, me dijo: “Hija, sé que estás preparada”. Y me lo dijo porque estoy re “abuela”. No salgo. A la noche prefiero estar con mi novio en casa, o vienen amigas y pintamos. A los 15 era más salidora y me gustaba la joda. Ahora estoy con mucho trabajo, más enfocada en conocerme. Así que bueno, mi papá, que es hermoso, me buscó departamen­to porque yo estaba a mil con Peter Pan, el Bailando y filmando Los padeciente­s. Me los filmaba con el celu y yo después los iba a ver. Elegí uno por Palermo. Me mudé solita, eso me cambió la vida”.

Angela alquila un loft con dos dormitorio­s y un gran vestidor como siempre soñó. Los primeros meses fueron difíciles: “Llegaba a las 11 de la noche de hacer función y no había nadie. Silencio total. Esa heladera vacía. Siempre me faltaba agua porque estaba acostumbra­da al bidón que había en casa donde siempre recargaba la botellita. Ahora compro varias. Me encanta ir al supermerca­do”, cuenta. Pero todavía sufre algunos cuestiones domésticas: “Ay, ¡lavar la ropa es algo terrible en mi vida! Desde que me mudé, lavé una sola vez y eso que me mudé hace 10 meses. Acumulo y después mi papá me lleva todo al laverrap. El otro día, cargó cinco bolsas de residuos con mi ropa”, cuenta con humor. Pero sí maneja el arte culinario: “Me encanta cocinar y cocino rico. Hago wok de verduras y pollo, el otro día cociné una carne. Amo agasajar a a mis amigos”, detalla.

Niña precoz también en el amor, Angela vivió su primera historia de amor a los 13 años con Tatto Quattordio, compañero en Solamente vos. “Toda la vida estuve enamorada de él”, confiesa. “Al principio no me daba bola. Fue mi amor imposible hasta que estuvimos juntos. Después nos separamos y fue re doloroso. Ahí aprendí lo que era el dolor. Me sentía morir. Fue una decisión de los dos. Tardamos 7 meses en cortar, pero terminamos bien. Con mamá nos separamos a la misma vez: estábamos hechas pelota. Mirábamos Harry Potter en la cama mientras llorábamos juntas ”.

Después de esa desilusión, Angela volvió a enamorarse. Pero, ¿quién es el dueño de su corazón? Se llama Pedro Maurizi. Le dicen Pepo y es bailarín. Se conocieron en Peter Pan. Es vegano, pero no hay conflicto: mientras ella se come una triple burger, él disfruta de una ensalada. “Mi novio es perfecto, es increíble. Tiene 17 años pero parece de 48: cocina, lava, tiene una familia muy hermosa. Vive en Villa Luzuriaga, en una casa muy linda con una energía hermosa. Su mamá es bailarina; el papá, músico y tiene un hermano actor. Otra

familia de artistas”, cuenta embelesada. “Todo me enamora de Pepo. Aprendo mucho Yo soy medio desastre en el amor porque soy enamoradiz­a y después me aburro, me canso rápido. A no ser que me enamore de verdad. Necesitaba alguien especial y llegó Pepo. Y por especial no pedía alguien que me deslumbre con viajes. De hecho, mi novio, no me da regalos materiales: me hace cartitas o inventa juegos. Por ahí llego, y me tiene preparada una búsqueda del tesoro en casa. Una pista es buscar en los huevos de la heladera: en cada uno hay un mensaje. Hacele masajes a Pepo, por ejemplo. Nos divertimos. Es un gran compañero y tranquilo. Eso me baja un cambio”, relata.

Angela se lanzó como cantante el año pasado en el Personal Fest. Ya tiene pensado sacar su propio disco. Además, sueña con una línea de ropa y escribir un libro. “Tengo muchos diarios”, cuenta. “Empecé en la época de Esperanza mía. No la pasé bien a pesar del éxito y empecé a escribir y pintar mandalas. Me compré miles de marcadores Sharpies. Estaba tan sacada mentalment­e que eso me ayudaba. Y me quedó el hábito. Ahora hay noches en que escribo dos horas seguidas”. Bueno, te sale más barato que ir al Este jueves se estrena “Los padeciente­s”, basada en el best seller de Gabriel Rolón, con dirección de Nicolás Tuozzo. En este thriller psicológic­o, Angela hace de violinista y vive traumada por vivir con un padre abusador. “Quedé por casting”, dice. Benjamín Vicuña, Eugenia Suárez y Luis Machín son parte del elenco. psicólogo... ( Risas) Fui dos veces a terapia y le mentí todo a la mujer. Jugué a actuar. Ahora me dieron ganas de probar. Estuve negada al análisis y ahora siento que podría estar bien. Viviendo sola me dieron más ganas de conocerme.

Y en esa búsqueda hay cosas que quiere cambiar y otras que no: quiere seguir yendo al cine cuando se la canta; quiere seguir saliendo en pijama a la medianoche a comprar algo al kiosco aunque viva en pleno Palermo; quiere seguir siendo colgada con el teléfono y no responder cientos de mensajes de whatsapp aunque la gente se enoje. “Mirá (muestra la pantalla), ahora tengo 62. Me respeto. ¡No puedo contestar todos!”, esgrime. ¿En algún momento preferiría­s no ser famosa? No. Al igual que cuando me reconocen, siempre trato de agradecer que eso suceda. Porque cuando no nos pasa nos quejamos. Eso es muy del actor. Cuando no lo tenés, te querés morir. Algunos dicen que estás un poco creída, ¿es así? Los que lo dicen, no me conocen. Agradezco día a día mi presente. Realmente soy consciente del momento del país y que soy una afortunada de tener trabajo, de ganar bien, de poder vivir sola, de tener gente que me quiere y de trabajar de lo que amo. Y además, sigo saliendo con mis amigos, me tomo una birra en la plaza. ¿Y cómo quedó tu amistad con Lali Espósito, después de actuar juntas? Desde que no tenemos cosas para compartir, la relación se enfrió y ya no tenemos tema. de conversaci­ón. La admiré mucho. ¿Qué sentís cuando te señalan como “La nueva Lolita”? No me pesa. Mi abuela era mi abuela y yo soy yo. Ella era una artista muy completa y me encanta ver sus películas. Muchas señoras me paran por la calle y me hablan de ella. Entiendo que todavía hay muchos que dicen es la hija de, la sobrina de, la nieta de: sí lo soy. Y también soy Angela. Me estoy formando como artista. Quiero aprender y crecer.

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