Cuando la incomodidad es necesaria
El encuentro esta vez no fue en mi consultorio, sino en su oficina de Polka. A solas. Un encuentro sincero, donde la calidez no conspiraba contra la valoración que percibí que ambos le otorgábamos a nuestro diálogo, que quedaba jerarquizado por la capacidad de escuchar como ocurre cuando se crea una verdadera empatía. Comenzó su labor como actor desde chico, donde conjugó el placer y lo lúdico que tiene que ver con la vocación (la emoción se anticipa a la razón), con la curiosidad (la conserva) y la ambición (que es necesario convertir en una amiga). Maduró, se convirtió en un buen administrador, fue ampliando su influencia en el espectáculo y reconoce la presencia de la tentación frente al misterio de lo nuevo. Su madre fue de joven actriz y su padre, con peso fuerte en su vida, cantante de ceremonias en un templo de la colectividad judía. ¿Algo de este ritual se conserva en su quehacer? Seguramente, pero como sucede cuando se hace propio lo heredado, resignificándolo y otorgándole el sello personal. Con respecto al amor, sigue dialogando con él. Y aún sostiene preguntas que por suerte le quedan por responder. Sabe que ahí tiene una labor. Cuando nos metimos en algunos de estos aspectos lo sentí sensible y sereno. No tuvo demora en responder lo importante que son sus hijos en su paisaje habitual. Preserva una necesaria incomodidad en lo profesional, donde ya se alojan muchos logros. Ahí se encuentra el origen de su potencia. (*) Psicoanalista y escritor