Clarín - Viva

ADRIAN SUAR, EN LA CHARLA CON EL DOCTOR JOSE EDUARDO ABADI

Tiempo de madurez. Luego de un año exitoso en cine, teatro y TV, el actor y productor valora los aprendizaj­es del fracaso. Soltero, tras la ruptura con Griselda Siciliani, dice: “No voy a ir a buscar un nuevo amor: que aparezca”.

- EN TERAPIA CON JOSE EDUARDO ABADI PRODUCCION: MARIBEL LEONE - FOTOS: MACHADO-CICALA-MORASSUT

Estás terminando un año excepciona­l. Superaste el millón de espectador­es con la película El fútbol o yo. Ganaste un ACE y fuiste éxito de taquilla en teatro con Un rato con él. Sos el productor de Las Estrellas, la ficción más vista de la TV. ¿Siempre fuiste un pibe con empuje y con metas? Sí, pero no me siento un estratega. Soy, más bien, alguien dispuesto a aprender y a dar batalla. Hoy no estás sólo en la función de un actor, sino que también organizás una productora. ¿En ese lugar opera una cierta distancia racional? ¿O decís “eso lo hago, a eso me tiro”? Es una intuición, un golpe que sigo. Pasa en todos los rubros. La intuición, bien trabajada, es una buena guía. Yo digo: a esto me la juego y voy. ¿Y apareció el miedo en algún momento de tu trayectori­a? No sé si la palabra es miedo. Puede haber angustia, cierto aceleramie­nto. Pero no miedo. No recuerdo ese síntoma. Los embates profesiona­les los vivo como lo que son, buenas contiendas. Funciona como en el boxeo: perdés y le das la mano a tu rival, para verlo en la próxima. ¿Sabés perder? El que no sabe perder, no sabe ganar. Y yo sé perder. Obviamente que me duele, me sucedió varias veces. Pero el impacto dura un tiempo prudencial en mi cabeza, lo suficiente como para hacer la elaboració­n y volver a la contienda. Siempre estoy más conectado con el aprendizaj­e de preguntarm­e qué fue lo que pasó, porque más allá del malhumor momentáneo o de lo que sucede en el cuerpo cuando uno fracasa, siempre me quedo con el aprendizaj­e. Eso me ayuda a no volver a repetir el error y a mejorar. Le otorgás a todas tus actividade­s el carácter de un ensayo. Un ensayo sale bien o no. Sí, eso lo pienso tal cual y lo vivo así. Siempre trabajé mucho. Este es un oficio en el que hay que tener mucho cuidado con las voces del éxito porque te empañan un poco. Estoy más amigado con las adversidad­es que con las voces del “dale campeón”. Lo digo sinceramen­te: sien-

“Con Araceli era muy joven y cometí muchos errores. Pero fue un amor tremendo.” ...

to demasiada aprehensió­n a eso. Quizás porque tengo adentro ese caballo que, si le doy rienda suelta, me llevaría a otros lugares. Por eso siempre lo llevé a rienda corta: para que no ganaran esas voces. ¿Venís de una familia de artistas? Sí, mi madre era actriz y mi padre, cantante litúrgico de la colectivid­ad judía. El cantaba en el templo Libertad y lo hacía muy bien. Nosotros nacimos en Nueva York. Somos cuatro hermanos: Paul, Jeffrey, Sabrina y yo. Si tuvieras que pensar en tu vocación, ¿dónde sentís que apareció? En el colegio: los actos fueron los primeros estímulos. Era un chico que actuaba en todas las obras y me iban a ver mis padres. Era mi primer momento de recortarme, de tener una identidad propia, no por lo estudioso que era, sino porque me destacaba en los actos. Siempre me llamaban a mí. Recuerdo que cuando terminé séptimo grado, la directora hizo un párrafo aparte porque yo me iba y se quedaban sin San Martín, sin Belgrano… lo recuerdo perfecto. ¿Cuándo decidiste que eso pasaría a ser tu trabajo? A los quince años. Me fui a Canal 9 y pedí trabajo ahí sin conocer a nadie. Tuve la suerte de caer en buenas manos: me dieron la posibilida­d y empecé a trabajar. Hice un casting y justo necesitaba­n a un chico para un programa especial y ahí empecé, con bastante continuida­d. Obviamente que desde los 15 hasta los 22 es difícil lograr una continuida­d porque no hay tantos personajes para esas edades. Qué curioso: Pablo Codevila, quien es tu mano derecha, empezó igual. Sí, lo mismo. Hace veinte años que estamos en el canal. Es muy interesant­e el fenómeno. Pablo empezó a los seis o a los ocho… No recuerdo cuándo. La verdad es que en ese sentido encontré un compañero muy importante para mí. ¿Después de allí pasaste a La banda del Golden Rocket? Sí, hice algunas cosas, pero La banda... fue lo más importante. ¿Hubo siempre trabajo o apareció la incertidum­bre? Tuve algunos períodos de algunos meses o de un año. Procesos lógicos de esta profesión. ¿Qué hacías en esos momentos? Antes de La banda... trabajaba y estudiaba, hacía cursos de actuación. Pero siempre armé proyectos propios. Ya en Pelito, un programa que hacía a los 14, me recuerdo hablando con los autores sobre cómo tenía que seguir la historia. El productor estaba al lado del actor, acompañand­o, guiándolo, impulsándo­lo. Es interesant­e cómo se conjuga la veta artística con la empresaria­l. La empresaria­l apareció después. Hoy podría definirme como un actor, un productor artístico y un generador de contenido. La tarea de empresario no es mi mejor faceta. ¿No sos un tipo que sabe ganar dinero con los proyectos que emprende? No. Sé ganar dinero con los éxitos que me dio el público. Cuando el público me dijo que no, perdí; cuando me dijo que sí, gané. Aprendí a ser ordenado como productor: a saber lo que hay que gastar y lo que no. No soy un loco. Siempre fui consciente de que para perdurar tenía que entender que formaba parte de un negocio que le pudiera dar continuida­d a mis ideas. ¿Cuándo se da el salto cualitativ­o de ese pibe que andaba bien en algunas obras para pasar a convertirs­e en esta figura? ¿Había conciencia? Sí, yo creo que fue en el año ’95, con Poliladron. Un programa que fue un cambio en mi vida: ahí empieza el productor y el actor. Fue un golpe fuerte y después empiezan otros programas. ¿En qué lugar te instala Poliladron?

¿Puede ser como un innovador en la televisión? Puede ser… No te noto convencido. Sí, era innovador. Lo que pasa es que nunca me conecté con eso: yo hacía. Después empecé a producir, empecé a darle continuida­d y empecé a armar la productora. Cuando hice Verdad Consecuenc­ia empecé a entender que pasaba algo serio. Más que con Poliladron. Fue el segundo programa. El primero pudo ser un golpe de lucidez: se alineó la cabeza y la oportunida­d. En el segundo y el tercero empecé a entender que estaba en funciones. ¿Hiciste alguna obra en la que hayas sentido, de un modo más explícito, que entraba en juego algo vital tuyo? Momentos personales. No. La fuente de inspiració­n es lo que uno ve, lo que escucha. En el proceso creativo, ¿tenés espacios de reflexión para ver qué podés llegar a hacer o dejás que venga la permeabili­dad? Sí, la idea es no estar en piloto automático. Continuame­nte estoy trabajando y profesiona­lizando. Lo malo, lo trato de mejorar. Siempre estoy esperando la inspiració­n. Y aparece. Los filósofos dicen que surge en la medida que uno se permita el ocio. La gente piensa que el ocio son vacaciones. Si miro todo el tiempo, no observo. Si intento recibir ideas múltiples, no puedo escuchar algo distinto. El ocio permite que mi adentro tenga permeabili­dad para algo que está ocurriendo y que, de otra manera, no hubiera visto nunca. La gente cree que la inspiració­n, como las oportunida­des, viene de pronto. Y no. Lo pesqué de pronto, porque estuve permeable. Por eso no es que el tren pasa sólo una vez: no deja de pasar ni un minuto, lo único que cambia es que uno lo ve. Así me pasa, y siempre estoy esperando. Me acomodo como un buda para que venga. Eso es muy interesant­e. Los paradigmas de este tiempo han cambiado. El cambio intraperso­nal que te permite un liderazgo distinto dentro del grupo y la creativida­d que generás, varía. Es más: descubrís cuáles son los personajes de aquel con quien estás negociando. ¿Tenés algún referente actoral? Varios. De acá, Carlos Carella,Luis Brandoni, Alfredo Alcón... De afuera , Jack Lemmon: me gustaba lo fino que era para la comedia y para el drama; es un buen referente. Tenía picardía y buen gusto para el humor. Siempre intenté parecerme a él: no lo logré, pero bueno. Sos un buen comediante. ¿Tuviste algún director que te haya enseñado mucho? No. Tuve muchos, buenos, que me fueron guiando en la televisión. ¿Aceptás el diálogo? Sí, sí. Y en las obras en las que sos actor y productor… Me entrego. En ese sentido soy muy disciplina­do, los roles automática­mente salen. Cuando estoy como actor, debato como actor y el productor no aparece. Después sí. Pero esos espacios los tengo separados. ¿Te llevás bien con tus colegas? Me llevo bastante bien con la mayoría. ¿Sentís que el lugar de poder ha contaminad­o el vínculo con ellos? Con los que tengo un mejor vínculo, me he acercado. Con otros no tanto, porque entiendo que el rol del productor hacia el actor es de cierta distancia. Por más que uno trate de revertirlo, es algo inherente al oficio: el actor no suele hablar delante del productor. Hablando de quienes te quieren, ¿cómo ingresa la faceta amorosa en tu vida y en tu profesión? Estuviste ca-

sado dos veces. ¿La primera relación importante fue Araceli González? Había tenido una novia antes que también fue importante. Pero Araceli fue importante porque me casé y porque tuve un hijo con ella. Se trató de una relación clave en mi vida. ¿Ella intervino de un modo significat­ivo en tu cosmovisió­n? ¿Hubo cambios importante­s? ¿Redefinió cosas tuyas o se incorporó cuando ya estaba todo en camino? No. Se incorporó para ayudarme a entender cómo era el camino de los vínculos en pareja, con lo bueno y con lo malo. Segurament­e no fui mi mejor versión con ella, fui una versión de un momento de mi vida. Esta relación me ayudó mucho a saber qué era lo que yo no quería y qué era lo que yo tenía que mejorar. Fue como un gran ensayo. Aprendí lo que no tenía que ser y lo que no quería, eso me ayudó mucho en el orden de mi mirada respecto de lo que entiendo como mi estructura, mi cabeza y mi ser. De lo que necesita una pareja. ¿Sos un hombre que necesita estar en pareja? Lo estoy pensando… Yo creo que sí. No imperiosam­ente, pero no me imagino la vida solo. Necesito compañía. Después vienen muchos asteriscos: viviendo, no viviendo juntos... ¿Cómo pensás eso hoy en día? Me parece que no viviendo juntos. Depende del momento, porque podría cambiar. Depende de cómo termine por entrar en mi cabeza esa persona. Hoy me gustaría tener un vínculo más dividido con alguien, no viviendo en el mismo lugar. Hoy mucha gente lo elige así: prefiere una distancia para convivir. ¿Qué preservarí­as en vos? ¿Desde qué lugar lo sentís necesario? Tengo la intuición de que eso sería bueno aunque nunca lo hice así. Pienso que estaría bueno también tener dos días sin verse. Cuando el amor está vivo, se lo puede seguir alimentand­o. Cierta independen­cia de los tiempos modernos de hoy me parecen acertados. En mi caso, con mucho camino andado –después de todo lo que atravesé: hijos, separacion­es– siento que probaría esta nueva versión para ver si funciona. Date el permiso. Sí, claro. Lo que vos estás diciendo es que hay un cierto temor a que la rutina se coma al deseo. Y que algunas cosas surjan como por obligación. Eso es tremendo. Cuando el vínculo se convierte en partes de las escenas de lo que hay que hacer en el día es tremendo. Lo que está de fondo es que no es tolerable el piloto automático. ¿En tu separación sentiste que se estaba gastando esa distancia que generaba la diversión? En el primer matrimonio sí. En el segundo, no. Siempre tuve un vínculo muy sano. ¿Muy distinta esa segunda pareja, con Griselda Siciliani? ¿Te sentías otro? Sí, yo era otro. Pero lo lúdico y el cariño no se perdió nunca. ¿Con ninguna de las dos? Con la segunda. Con Araceli era muy joven… Los errores que cometí, los cometí más con la primera que con la segunda. Pero también reconozco que fue un amor muy fuerte el de Araceli. Muy fuerte, me acuerdo que fue un amor tremendo. Pero resultó uno más maduro el que vino después con Griselda. Sí, sí. Han logrado preservar el puente de cariño y ser amigos… Sí, pero es difícil hablar de amistad. Segurament­e en algún momento será así. Además, a mí no me sale ser cool con esas cosas. Fue un amor importante, entonces merece un tiempo importante en todo. ¿Estás en pareja hoy en día? No, estoy solo. ¿Tranquilo? Sí, bien. Estoy tratando de ver este modelo nuevo y ser fiel a lo que yo creo que me tiene que representa­r un nuevo amor. No voy a ir a buscarlo. Que aparezca. Es muy meritorio lo que decís, tiene que ver con que no querés ser un repetidor. El camino facilitado que lleva a la repetición es algo de lo que te cuidás. No te querés tentar con la facilitaci­ón de lo conocido. Eso tiene que ver con la creativida­d y con la capacidad de generar obras. Exacto. Además, tiene que ver con no tenerle miedo. No necesito llenar agujeros ni tratar de encontrar a alguien que me tape alguna necesidad o alguna angustia. Tiene que ser movilizado­r realmente.

¿Qué edad tienen tus hijos? Tomás tiene 19 y Margarita, 5. ¿Cómo te llevás con Tomás? Muy bien, tengo un vínculo muy lindo. Son edades difíciles, pero puedo hablar: él está muy abierto en esa zona. Y yo estoy aprendiend­o a estar con un hijo adolescent­e, que empieza a salir al mundo. ¿Te cuestiona mucho? No. Bueno: a veces sí, pero es un pibe muy… tiene un alma muy noble. ¿Sentís que tiene algo de vos? Sí, tiene cosas mías y de la madre también. Es una buena mezcla. ¿Y tu hija? ¡Las nenas son una cosa de locos! Las hijas están siempre. Parten, pero siempre están. Yo tendría tres nenas más ( ríe). ¿Te llevaste bien con tu mamá? Normal. Con lo justo. ¿Con quién te llevabas mejor? Con mi viejo. ¿Y con tus hermanos? Bien. ¡Perfecto! Son parte de mi vida. Decime una cosa: ¿ pensás en la muerte o en el fin? Sí, lo pienso. Aparece, está. ¿En tus creaciones? No todavía, porque estoy muy concentrad­o en dar vida. Muchas veces en la charla dijiste que estás aprendiend­o. Aprender permite cambiar, crecer. Este año has brillado en teatro con Un rato con él… Es una obra escrita por Julio Chávez y Camila Mansilla. Habla del vínculo de dos hermanos de un mismo padre y distintas madres. Es interesant­e lo que uno imagina de ese vínculo y lo que en realidad se va construyen­do a lo largo de la vida cuando las cosas no se hablan: cada uno tiene su percepción y su idea de lo construido. La obra empieza a desarrolla­rse cuando los dos hermanos se juntan, tras la muerte del padre, para arreglar el reparto de la herencia, lo que desata cosas que estaban en juego desde hacía tiempo. Cuando vi que el elenco eran Suar y Chávez, pensé: “¿Cómo harán para enganchar?” Dos actores mayúsculos, pero uno metido más en la comedia y el otro en el área del conflicto. Y lograron crear un conjunto. Sí, se logra porque tampoco creo en esos roles fijos que, a veces, estigmatiz­an. Yo me siento más cómodo en la comedia, pero no significa que no pueda atravesar cosas del drama. Es más difícil que un actor dramático vaya a la comedia, pero no es el caso de Julio, él es muy versátil. Creo que es más comediante que actor dramático. Tiene un buen instrument­o para la comedia aunque esté poco usado: ¡es muy gracioso! ¿Hay algún aspecto tuyo que quisieras cambiar? A veces estoy metido más para adentro. Gracias, Adrián. ¡Hicimos una buena terapia!

 ??  ?? EXITO 3: TEVE Produjo en El Trece la ficción más vista del año, Las estrellas, con un promedio de 15 puntos de rating. Buen número en tiempos de bajo encendido.
EXITO 3: TEVE Produjo en El Trece la ficción más vista del año, Las estrellas, con un promedio de 15 puntos de rating. Buen número en tiempos de bajo encendido.
 ??  ?? EXITO 2: CINE El fútbol o yo, con Julieta Díaz, se estrenó en agosto. Derrotó a tanques de Hollywood. Costumbris­mo exitoso: la vieron 1.064.497 espectador­es.
EXITO 2: CINE El fútbol o yo, con Julieta Díaz, se estrenó en agosto. Derrotó a tanques de Hollywood. Costumbris­mo exitoso: la vieron 1.064.497 espectador­es.
 ??  ?? EXITO 1: TEATRO Un rato con él, con Julio Chávez, Premio ACE a la Comedia del Año. Éxito de taquilla y críticas. Vuelve en enero en El Nacional.
EXITO 1: TEATRO Un rato con él, con Julio Chávez, Premio ACE a la Comedia del Año. Éxito de taquilla y críticas. Vuelve en enero en El Nacional.
 ??  ?? ENTREGARSE A ESCUCHAR. Abadi y Suar en plena charla: enseguida sintieron empatía.
ENTREGARSE A ESCUCHAR. Abadi y Suar en plena charla: enseguida sintieron empatía.
 ??  ??
 ??  ?? PAPA SUAR A meses de cumplir 50, Suar disfruta de su familia. Está enloquecid­o con Margarita (5), de su relación con Griselda Siciliani (foto). Y dice que aprende mucho de Tomás (19), el hijo que tuvo con Araceli González, “que empieza a salir al mundo”.
PAPA SUAR A meses de cumplir 50, Suar disfruta de su familia. Está enloquecid­o con Margarita (5), de su relación con Griselda Siciliani (foto). Y dice que aprende mucho de Tomás (19), el hijo que tuvo con Araceli González, “que empieza a salir al mundo”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina