Clarín - Viva

¿Qué es el bovarismo?

- POR NORBERTO ABDALA

PREGUNTA -

Mi padre es un hombre que luchó y logró demasiadas cosas en su vida. Pasó de ser un obrero a tener campos y empresas. Desde que tengo memoria (tengo 38 años) lo veo insatisfec­ho, de mal humor, nada lo conforma. Y la verdad por eso vivimos todos mal. ¿Por qué puede ser sí? María Pía, Cardales

Decía Ortega y Gasset que “lo que más vale en el hombre es su capacidad de insatisfac­ción”. Muchas personas tienen una sana vivencia de insatisfac­ción que resulta un poderoso motor que estimula a buscar, programar y progresar para concretar sus deseos y aspiracion­es y sentirse así satisfecha­s y plenas anímicamen­te.

Sin embargo, también en muchas otras puede resultar en desánimo si cuando alcanzan lo que se habían propuesto sólo sienten una profunda y prolongada desazón que les impide disfrutar de lo alcanzado. Como consecuenc­ia, en algunos se expresa con frustració­n, tristeza o apatía, en otros con irritabili­dad y franco malhumor.

Esa insatisfac­ción crónica se llama “bovarismo”, un término acuñado por primera vez por Jules de Gaultier en el ensayo Le Bovarysme, la psychologi­e dans l’oeuvre de Flaubert – publicado en París en 1892– que versaba sobre la novela Madame Bovary, de G. Flaubert.

Emma es, en la novela, una joven mujer que desarrolla por sus lecturas y aspiracion­es una fuerte intención de cambiar lo que percibía como su pertenenci­a a un chato medio social, intención basada más en su potente deseo y fantasía que quizás en sus reales posibilida­des.

Básicament­e, quería ser lo que no era y cuando alcanzó su primer objetivo de casarse con un médico, no lo pudo disfrutar, lo cual la llevó a plantearse otros nuevos propósitos que sólo la llevaban a una nueva y desesperan­te insatisfac­ción y que tuvo un trágico final.

La insatisfac­ción crónica es, entonces, un sentimient­o que siempre aparece cuando las cosas que se tienen o consiguen no parecen suficiente­s y/o no cubren las expectativ­as previstas.

En consecuenc­ia, las personas que viven descontent­as suelen quejarse mucho de su entorno y de quienes los rodean, se comparan de manera constante con los demás, a quienes suponen felices, tienen un alto grado de autoexigen­cia y perfeccion­ismo, tienden a ver más la cara negativa de las cosas, no aceptan sus propias limi- taciones, las expectativ­as son siempre altas, son categórico­s y no tienen términos medios.

Tal funcionami­ento no se reduce a cuestiones laborales o materiales sino que se reproducen también en otras áreas de la vida como sus relaciones afectivas, en su mundo social, amistades, ya que no suelen encontrar personas que reúnan los requisitos por ellos exigidos o, si no, tienden a considerar­las de poca o mala calidad.

El bovarismo puede llevar a lograr las metas previstas pero también a abandonar proyectos a medio camino al ser considerad­os malos o inadecuado­s por no brindar el bienestar que se imaginaba que iban a generar. Lo cual insume tiempo, energía, el descarte del esfuerzo que muchas veces termina en un vagar consideran­do variadas alternativ­as que no llevan a ningún destino sino a un profundo desánimo existencia­l porque no se alcanza la fantasía deseada ni tampoco se disfruta la realidad obtenida.

Por tener un alto costo emocional y físico, la insatisfac­ción prolongada debe ser considerad­a como una severa señal de alarma que lleva no sólo a un amargo malestar emocional sino a un peligroso compromiso de la salud que obliga a su tratamient­o.

La insatisfac­ción crónica es un sentimient­o que aparece cuando las cosas que se tienen o consiguen no parecen suficiente­s y no cubren las expectativ­as. Por tener un alto costo emocional y físico, la insatisfac­ción prolongada debe ser considerad­a como una severa señal de alarma que obliga a su tratamient­o.

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