Emoción, empatía y solidaridad
Con Mariano Cohn establecimos enseguida una conversación que puso claramente de manifiesto su interés por decir y escuchar, permitiendo, en función de una sinceridad elocuente, una fluidez que enriqueció nuestro diálogo. Hay en su itinerario de vida, y en poco tiempo, dada su juventud, una búsqueda abundante y constante que elige el cuestionamiento, la pregunta y aquello que por origen sorprende y provoca. Me parece importante señalar la participación –casi diría coparticipación– en muchas de sus realizaciones de su “amigo creativo”, Duprat, con quien tiene una complementariedad llamativa por su afición y vocación por lo distinto e inusual. La audacia se expresa en un juego en donde lo descriptivo, ficcional e imaginario se suceden con una articulación propia. No es en el caso de Mariano una pose ni mucho menos una exigencia de la moda ni tampoco una pretensión superficial. Es, en cambio, la necesidad de encontrar un lenguaje nuevo que contenga algo de lo inédito que se aloja en la condición de humano. A veces con mayor aciertos que en otras, pero siempre estimulante. Dejó para el final, y creo que en la entrevista se muestra de un modo claro, veraz y doloroso la búsqueda incesante de esa justicia ausente o apenas precaria respecto a la muerte de su hermano, dramáticamente ocurrida hace un tiempo. Creo que vale la pena leer sus comentarios y sus respuestas con atención en ese diálogo que hemos tenido. Porque despierta emoción, empatía y solidaridad. El y los suyos lo saben. Y lo sienten.