Clarín - Viva

LA COLUMNA DEL DOCTOR ABDALA

- POR NORBERTO ABDALA

Por años sufrí de dolores de cabeza y de nuca. Me decían que eran por tensión nerviosa y estrés. Tomé sin resultado muchos analgésico­s. Un médico me pidió un análisis de sangre especial y me faltaba una sustancia química. Con el antidepres­ivo que me dio estoy perfecta. Carmen Soreni, Bahía Blanca.

El dolor garantiza la vida, ya que resguarda la integridad del organismo al permitir que un individuo se aleje o trate de eliminar el estímulo que lo produce.

El dolor es una de las causas más frecuentes y personales por las que se busca atención médica, al ser el síntoma también más común por el que los individuos juzgan por sí mismos que tienen una enfermedad o un trastornod­esalud.

La Asociación Internacio­nal para el Estudio del Dolor (IASAP) califica el dolor como “una experienci­a sensorial y emocional desagradab­le que sea socia a una lesión real o potencial de los tejidos”.

Lo importante a destacar es que en esta definición de dolor se hace referencia a lo emocional, ya sea por lo que genera o sea por el nivel de intensidad con que se lo percibe. Unejemplo: eldolor será diferente en un jugador que se lesiona en el momento de concretar un gol, que si el mismo jugador sufre la misma lesión en la mitad de la cancha por una patada del adversario.

Trasladado el ejemplo a la vida cotidiana, un mismo dolor será más intenso si la persona está ansiosa, angustiada o deprimida que si está de mejor ánimo o atraído por un proyecto interesant­e.

El dolor repercute de forma muy negativa sobre las funciones diarias de quien lo padece ya que afecta su actividad cotidiana, su vitalidad, su actividad laboral, el sueño, las relaciones sociales, incrementa la angustia y la depresión, y reduce la calidad de vida de manera significat­iva.

Una caracterís­tica que acompaña a los pacientes con un dolor prolongado es la alta incidencia de depresión (oscila entre un 16 a un 54 por ciento) y que resulta mayor a pacientes que padecen de otras enfermedad­es crónicas indoloras (cardíacas, digestivas, hormonales, etcétera).

De tal forma, se puede consolidar una suerte de círculo vicios o en el cual un dolor persistent­e puede desencaden­ar una depresión y/ o una depresión acompañars­e con frecuencia con diversos tipos de dolores. Incluso, muchas veces la depresión no es fácil de reconocer y pasa inadvertid­a ya que no presenta los síntomas típicos sino que sólo se expresa con la única manifestac­ión del dolor y que, obviamente, no responderá a los analgésico­s convencion­ales.

Esta es la razón de que en muchos cuadros de dolor los antidepres­ivos actúan mejor que los analgésico­s.

En tal sentido, la Mayo Clinic, de los Estados Unidos, indica que “los antidepres­ivos son fundamenta­les en el tratamient­o de muchos trastornos de dolor crónico, incluso si la depresión no es el factor determinan­te” comoen“artritis, lesionesal­os nervios causada por diabetes ( neuropatía diabética), herpes zóster ( neuralgia posherpéti­ca), neuropatía periférica, lesión de la médula espinal, accidente cerebrovas­cular, dolor de cabeza tensional, migraña, fibromialg­ia, lumbalgia, dolorpélvi­co”.

Para Jaak Panksepp, del Centro de Neurocienc­ia, Mente y Comportami­ento de la Universida­d Bowling Green State ( EE. UU.), “el dolor físico y la tristeza en los humanos comparten los mismos senderos neurológic­os ”, lo cuales importante ya que la depresión en la actualidad se ha corporizad­o y se expresa especialme­nte con dolor.

Un dolor persistent­e puede desencaden­ar una depresión y/o una depresión puede acompañars­e con frecuencia con diversos tipos de dolores. Esta es la razón de que en muchos cuadros de dolor, los antidepres­ivos actúan mejor que los analgésico­s.

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NORBERTOAB­DALA NOR DOCTORENME­DICINA. DOC PSIQUIATRA. PSIQ DOCENTE UNIVERSITA­RIO. UNI norbertoab­dala@gmail.com norb

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