Clarín - Viva

PABLO GARCIA BORBOROGLU, EL GUARDIAN DE LOS PINGÜINOS

Pablo García Borboroglu es argentino y el número 1 del mundo en conservaci­ón de pingü inos. Por ellos, dejó la carrera de abogacía y se recibió de biólogo. Historia de una pasión.

- POR MARINAAIZE­N FOTOS: RUBEN DIGILIO (ENVIADOS ESPECIALES A EL PEDRAL, CHUBUT)

Un día de cielo azul, en el que de milagro no sopla el implacable viento patagónico, el biólogo Pablo García Borboroglu camina con una v ali ji ta plateada entre pingüinos. Es en El Pedral, una playa de Chubut. Dentro los nidos está la mamá pingüino (o el papá) con las crías. El otro integrante de la pareja está en el océano, buscando comida para los pichones. A veces hay uno por guarida, otras hay dos. El color del mar es intenso, de penetrante belleza. Las aves emite n llamados, haciendo un cori feo incesante y extraño.

El investigad­or encuentra un huevo que no eclosionó y decide abrir la valijita en la arena. Es una antena satelital. Pronto, lo estarán viendo en vivo y en directo, literalmen­te, miles de chicos y adolescent­es del mundo entero, desde Canadá hasta la India. “Estoy rodeado por miles de pingüinos. Normalment­e, la gente cree que sólo viven en el hielo”, dice, hablándole a la pantalla del celular, que sostiene con el brazo izquierdo extendido .“Hay 18 especies. Ya algunas nolesgusta­elfrío”, continúa.

Borboroglu es una delas máxima s autoridade­s en pingüi nos en el mundo. De chico, su abuela, una punta na que había migrado hacia Comodoro Rivadavia, le hablaba con fascinació­n de ellos, lo que encendió su imaginació­n infantil. Su primera vocación, sin embargo, fue la diplomacia. Y terminó nomás de embajador: no de la Argentina sino de estas aves marinas, que son leyenda desde que las registraro­n por primera vez en 1520, en la expedición de Magallanes. Creyeron encontrar entonces unos“extraños gansos ”.

Una vuelta, en los ‘80, Borboroglu, a quien llaman Popi, era guía de una excursión de turistas extranjero­s en las costas de Chubut. Su tío tenía una agencia de viajes en Trelew y él, que sabía idiomas ( recuerden: quería ser embajador), le daba una mano. En eso, detectó pingüinos empetrolad­os y se puso a lavarlos con detergente. En esa época, morían unos 40 mil ejemplares por año, víctimas delos derrames y de la negligenci­a de los barcos. Decidió, entonces, que tenía que dejar la abogacía ( la carrera que lo llevaría a la diplomacia) y cambió por biología. “Cuando liberás un pingüino, te das cuenta de que con una pequeña acción podés cambiar las cosas. Ahí tomé conciencia de que podés tener un impacto en la conservaci­ón. Y me puse a estudiar para adquirir las herramient­as”, recuerda, mientras recorre con Viva los áridos caminos patagónico­s.

En 2018, Borboroglu, que es investigad­or del Conicet, no paró de recibir premios por su tarea de ciencia, educación y conservaci­ón, que incluye la creación de una área protegida del tamaño de Bélgica. En Londres, la princesa Ana (la hermana del príncipe Carlos) le entregó el Whitley Gol dAward, considerad­o como el Os car Verde. En lagalaesta­ba el venerable Da vi dAttenb oro ugh, narrador de los fascinante s documental­es d el aBBC sobre naturaleza y, desde entonces, la foto con él ilustra su perfil de WhatsApp. En Washington, además, la Nat ion al Ge o gr aphic le dio un premio al liderazgo en conservaci­ón. A las dos premiacion­es fue vestido en traje y con un poncho con guarda cruzándole el hombro, en señal de argent in id ad.

Con mar de fondo. Borboroglu es un nieto de griegos que debieron huir de Turquía a principios del siglo XX, y eso explica el origen de su raro apellido. Tras la Revolución Libertador­a, sus abuelos se mudaron a Mar del Plata, donde él nacióen196­9. El océano fue siempre parte de su vida. Y junto al mar, en la paradisíac­a Isla Leones, en Chubut, conoció a su esposa y compañera, Laura Reyes, también bióloga, aunque especializ­ada en lobos marinos de un pelo (como los que están en la Rambla de La Feliz). Tienen dos hijos. Ninguno de ellos, ya universita­rios, se dedica ala ciencia que estudia seres vivos.

La crisis de 2001 casi se lleva puesta la carrera de la familia Borboroglu, que estuvo a punto a dedicarse a cualquier otra cosa para poder sobrevivir. Pero, finalmente, la persistenc­ia y la pasión por los pingüinos y el océano hizo que Popi terminara el doctorado con honores y siguiera su camino como científico.

Los pingüinos son una especie que está bajo una intensa presión, yaseapor el cambio climático, los derrames de pe-

DE CHICO, SU ABUELA, QUE HABIA EMIGRADO DE SAN LUIS A COMODORO RI VA DA VI A, LE HABLABA CON FASCINA C ION DE LOS PINGÜINOS. ...

tróleo, lasob repesca, las capturas incidental­es, el disturbio de los sitios donde ponen los nidos, la polución con plástico, eltráficoi­legal, etc. Comohaytan­tas especies en todo el hemisferio Sur, cada una sufre un embate particular o una combinació­n de ellos, que los empuja hacia el abismo de la superviven­cia.

Además, los pingüi nos fueron fuente de alimento ( los ingleses, por ejemplo, se devoraban sus huevos, y así quedó diezmada la población africana) o bien de aceite ( en las costas patagónica­s, los franceses los hervían para sacar su grasa: el testimonio de la bestialida­d se puede rastrear aún en la Isla Leones, en Chubut). Las historias de terror llegaron hasta la dictadura, que quiso hacer un negocio oscuro con una empresa japonesa para faenar 96 mil pingüinos con el objetivo de fabricar una pasta de alto contenido proteico.

No es extraño, entonces, que exista alarma entre los expertos. Una vuelta, en un congreso sobre pingüi nos en T asmania, estaban todos lamentándo­se por la mala suerte del animal, cuando Po pide cidió que era mejor pasara la acción que llorar. Esa es su personalid­ad. Entonces, decidió formar una organizaci­ón que tenía como objetivo ser brazo científico de la conservaci­ón. Así nació la Global Penguin Society ( GPS), con unatriplem­isión: hacercienc­ia, ayudar al manejo de la especie y educar. La red está hoy presente en 19 países.

Es que para cuidar a los pingüinos no sólo hay que hacer trabajo de campo: observarlo­s en sus nidos, contarlos pacienteme­nte, pesar los y monitor e ar sus movimiento­s y sus áreas de alimentaci­ón. También hay que hacer llamados a políticos, aempresas, adonantes, hablar con la gente, elaborar proyectos para combinar las actividade­s humanas con losdelaesp­ecie... Endefiniti­va, cambiar la cultura. “GPS nació para potenciar a los investigad­ores ya la gente que trabajaba en conservaci­ón y hacer un frente común. Unificar experienci­as que se puedan compartir y hacer cosas que necesitan la suma de las partes. Había problemas que escapaban ala jurisdicci­ón nacional: pesqueras ilegales, petróleo, tráfico”, cuenta Borboroglu.

“Plantando nidos.” El sol ha empezado a caer enEl Pedral yla playade canto rodado se pone dorada. Los pingüinos emergen como si fueran delfines de entre las olas y empiezan la marcha hacia los nidos. Van caminando con ese andar enclenque tan divertido después de haber nadado como saetas, a toda velocidad. Sus panzas blancas relucen en la tarde. Es una procesión sin igual. Cuando se encuentran con sus parejas, sebesan, como sino se hubieran visto en mucho tiempo. Estos bichos han nadado muchos kilómetros para encontrar su alimento. El amor debe ser un reconocimi­ento al esfuerzo que han hecho para alimentar a esas crías expectante­s.

En El Pedral, hay hoy más de 5 mil pingüinos, pero hace diez años sólo había seis nidos. El lugar había sido un sitio de pescadores y era un auténtico basural. Aun después de una década de limpieza, se siguen encontrand­o tapas de plástico, botellas partidas y latas.

“En la Argentina, los pingüi nos están migrando hacia el Norte, yeso explica la aparición de colonias nuevas como El Pedral”, cuenta Borboroglu. Al principio, los pescadores y cazadores no querían saber nada con la nueva pingüinera. Pero el criterio es que cuando se empiezan a instalar los nidos, el sitio debe ser protegido. Había gente que aparecía armada ante la puerta de la estancia para intimidar a los científico­s. Y otra que usaba su poder de lobby en la provincia para evitar que la zona quedara para exclusivid­ad de los bichos.

Un día, el biólogo recibió el llamado de un legislador, que le dijo: “Borboroglu, dicen que usted está plantando ni dos de pingüinos”. Y el respondió :“¿ Usted seda

cuenta del o que está diciendo ?”.

Proteger esta o cualquier otra pingü inera era muy importante porque la especieMag allanes, la más numerosa de la Patagonia, está decreciend­o, según la Unión Internacio­nal de Conservaci­ón de la Naturaleza (UICN), el organismo que hace la famosa “lista roja” de las especies. Su estado actual es “cercano a la amenaza ”, con lo cual, las tareas de conservaci­ón son muy importante­s.

¿Qué nos están diciendo hoy los pingüinos sobre el estado del océano?, le pregunto. “Que están en problemas. En cosas que se ven y en cosas que no se ven. El pingüino es indicador porque está afectado por los principale­s problemas del océano: cambio climático, mal manejo de pesqueras comerciale­s y la polución marina. Antes, fue el tema del petróleo y ahora se están sufriendo los plásticos. Hay lugares que tienen efluentes cloacales. El disturbio humano y la introducci­ón de predadores también son problemáti­cos. El pingüino es la cara visible de una cuestión más grande”, responde.

Ahora, después de todas estas historias terribles, está claro que el pingüino vivo es más valioso que el muerto. No sólo porque el turismo genera puestos de trabajo en donde está su hábitat, sino también porque su presencia en el ecosistema marino es clave: se alimenta de algunas especies y, a su vez, es alimento para otros. No hay mar saludable sin él.

Pingüinosn­egros. Hacenodema­siado tiempo, parecía natural regresar con los pies negros de alquitrán de la playa. Así

EL OCEANO SIEMPRE FUE PARTE DE SU VIDA. EN UNA PLAYA CONOCIO A SU MUJER, TAMBIEN BIOLOGA. ...

HAY CERCA DE UN MILLON Y MEDIO DE PAREJAS DE PINGÜINOS MAGALLANES, CON TENDENCIA A LA BAJA POR LOS PROBLEMAS EN EL AMBIENTE. ...

como normalizáb­amos esto, también dábamos por sentado que ocurrieran muertes de pingüinos por empetrolam­iento. Cuando los bichos se manchan con hidrocarbu­ros, su delicado entramado de plumas que hace de traje impermeabl­e, se apelotona y el cuerpo se moja. Así, pierden la capacidad de flotar. Se contaminan. Y se enfrían hasta morir dehipoterm­ia.

La percepción de la opinión pública cambió en 1991. Se produjo el derrame de un barco de una de las compañías petroleras más grandes del mundo (el petróleo tiene una suerte de AD N que lo identifica) y 17 mil ejemplares llegaron a Punta Tombo manchados de hidrocarbu­ros. Allí, estabaPopi.

Al enterarse del evento, dejó los libros (de hecho, se atrasó en la carrera) y se puso al frente del operativo de rehabilita­ción, que cosechó solidarida­d en todos lados, incluso del exterior. Llegaron los medios, la gente donaba detergente. Estuvieron dos meses lavando bichos con manguerazo­s a contrapelo. Pero pese a los esfuerzos, titánicos por cierto, sólo lograron rescatar unos cien animales.

Le pregunto si alguna vez se quebró al ver tantos animales muertos. Y responde que su instinto lo lleva a ponerse en movimiento en vez de hundirse en la depresión. Dice que una de las lecciones que aprendió de aquel episodio es que el tema del empetrolam­iento “se instaló políticame­nte” en Rawson. Entonces, hubo un convenio con compañías para reparar rutas de descenso y ascenso de los buques para evitar riesgos de colisión. Además, se tomaron medidas simples para evitar derrames. Hoy, mueren menos de 50 pingüinos por año a causa del empetrolam­iento. “El mensaje fue que el problema no se solucionab­a lavando pingüinos, sino evitando los derrames. Esa fue una historia de conservaci­ón espectacul­ar ”, afirma.

“Sigue habiendo cuestiones con el petróleo cuando los pingüinos migran. Brasil tiene plataforma­s petroleras. Cada dos por tres se producen accidentes. Por eso preocupa qué vaya a pasar en la plataforma argentina. La corriente de Malvinas te empuja todo hacia el Norte. Lo que sucede en el Golfo de San Jorge termina impactando en todos lados”, advierte.

Protegiend­o océanos. Adaptados a pasar casi toda su vida en el mar, los pingüi nos no pueden ver con los dos ojos. Entonces, cuandomira­n, muevenlaca­becita 180 grados para escudriñar una potenciala­menaza, primerocon­unojo, luego con el otro. Los científico­s han podido decodifica­r de algún modo su lenguaje: cuándo están en alerta, cuándo hacen un llamado de amor, cuándo cuidan su territorio.

Los machos se empiezan are producir a los 7 años, las hembra sal os 5. Y los juvenil es, mientras tanto, andan vagueando ala sombra de los arbustos, formando especies de clubes, ala espera de que las hormonas y el tiempo los hagan crecer. Es fascinante observar esto, y mucho más que te lo cuente Borboroglu. Una de las cosas que a él le gusta transmitir es que cualquiera puede hacer conservaci­ón. No hay que ser necesariam­ente un biólogo. Por eso, a él le encanta llevar a los chicos patagónico­s alas pingüinera­s. Son pi bes que viven cerca de la costa, yque, sinembargo, nuncahanvi­stouna de estas aves marinas. Ya suman más de seis mil los que han participad­o de estas excursione­s. Son los futuros embajadore­s de la especie.

Tan esenciales son los pingüinos en su vida, dice Borboroglu, que cuando tiene que tomar una decisión importante necesita estar entre ellos, en contacto con la naturaleza. Por eso, se desespera contando las amenazas que lo aquejan. Por ejemplo, en 2008, hubo una mortandad muy grande durante una migración. Aparecía npingüi nos exhausto sen el Norte de Brasil .“Lo que pasó es que se

produjo una anomalía en la temperatur­a oceánica: el agua estaba más fría. En los últimos 30 años, no se había enfriado tanto y durante tanto tiempo. Esto afectó la viabilidad dela larva de los peces. Cuando el pingüino llegó a esa zona, no había alimento. Siguieron y siguieron, sin encontrar nada. Cosas del cambio climático”, dice.

Está estudiado que los pingüinos de Punta Tombo, una de las más famosas pingüinera­s del país, tienen que nadar 40 kilómetros más de ida y 40 más de vuelta cada diez años. Eso impacta en la energía que invierten en alimentar a sus crías y en su éxito reproducti­vo. “Con la suba de la temperatur­a, las soluciones son a largo plazo. Mientras tanto, podemos manejar mejor las actividade­s humanas para quitarles peso al pingüi- no y a todas las especies. Aumentar la resilienci­a. Si se maneja mejor la pesca, se evitan derrames de petróleo, estas especies tienen más capacidad pararesis tira los otros fenómenos del calentamie­nto global que no podemos manejar ya. Compramost­iempo”, señala.

Los pingüinos tienen otra amenaza más: la avidez de los asiáticos por tenerlosen coleccione­s privadas, acuarios y zoológicos. El tráfico del animal ya está causando estragos. ¿Cómo sería un mundo sin pingüi nos, le pregunto cuando cuenta esto .“Un mundo peor. Siento una conexión personal con ellos, que les debo algo. Son la misión de mi vida”, dice. Ahora, también, sonunpocol­amisión de todos nosotros.

“MI AFECTO POR ESTAS AVES ES ESPECIAL, SIENTO QUE LES DEBO ALGO. SON LA MISION DE MI VIDA.” ...

 ??  ??
 ??  ?? TRABAJO. Consuespos­a, Laura, pesaun animalpara­evaluarsue­stado.
TRABAJO. Consuespos­a, Laura, pesaun animalpara­evaluarsue­stado.
 ??  ??
 ??  ?? GALARDON CON LA REALEZA Recibiendo el Whitley Award de Oro, considerad­o como el Oscar Verde, de la mano de la princesa Anne. Ella es la hermana del príncipe Carlos.
GALARDON CON LA REALEZA Recibiendo el Whitley Award de Oro, considerad­o como el Oscar Verde, de la mano de la princesa Anne. Ella es la hermana del príncipe Carlos.
 ??  ??
 ??  ?? SIN PAUSA. Borboroglu, bajo el cielo estrellado de la Patagonia, en la pingüinera.
SIN PAUSA. Borboroglu, bajo el cielo estrellado de la Patagonia, en la pingüinera.
 ??  ?? CREPUSCULO . De regreso, tras ir en busca de alimentos y al reencontra­rse con sus parejas, los pingüinos expresan su afecto.
CREPUSCULO . De regreso, tras ir en busca de alimentos y al reencontra­rse con sus parejas, los pingüinos expresan su afecto.
 ??  ?? MENSAJE. “Para preservar, no es necesario ser biólogo”, dice Borboroglu.
MENSAJE. “Para preservar, no es necesario ser biólogo”, dice Borboroglu.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina