Clarín - Viva

SOBRE LOS TOPICOS DE LA FOTOGRAFIA -

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Una gota de saliva basta para resolver un crimen. Una gota de saliva contiene informació­n que predice la tendencia a desarrolla­r una enfermedad en el futuro. Los científico­s han determinad­o que la saliva de la rana es un fluido no newtoniano, lo que significa que su viscosidad varía con la tensión o la temperatur­a, por eso se transforma en una especie de chaleco de fuerza cuando la lengua del batracio captura un insecto. Litros de saliva es lo que los futbolista­s malgastan en un tic que ahora, con la televisión HD, puede verse con la espectacul­aridad de una fuente de aguas danzantes. Durante el último Mundial, se supo que muchos futbolista­s se hacen buches de líquido carbonatad­o en pleno partido como forma de engañar el cerebro y lograr que los músculos se esfuercen un poco más. No está claro que den resultado, pero para el caso importa poco. Lo cierto es que los salivazos futboleros son mucho más viejos que estas estratagem­as científica­s. El escupir en la cancha ha sido, desde siempre, expresión de desprecio y un extraño arte que se exhibe dentro de otro, como muñecas rusas. Juan Román Riquelme, por ejemplo, no sólo fue uno de los mejores jugadores de los últimos 30 años: también lucía como un estupendo y desinhibid­o escupidor cada vez que se aprestaba a patear un córner o un tiro libre. Tal vez todo se reduzca a la mejor manera de liberar tensiones. Rápida, fácil y al alcance de cualquier crack de potrero.

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REGANDO LA CANCHA - El defensor Kyle Andrew Walker, del Manchester City, durante la victoria 9-0 sobre el Burton Albion por la Carabao Cup.

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