LA COLUMNA DEL DOCTOR ABDALA -
Mi hijo de 17 años se la pasa mirando el celular y está todo el día conectado con las redes sociales. Creo que se divierte mucho (aunque descuida el estudio) pero muchas veces se molesta y se enoja porque los demás no lo invitan cuando salen. ¿Cómo lo ayudo? M.A. de Q., Lanús
FOMO es un acrónimo ( Fear Of Missing Out, en inglés) que acuño Patrick J. McGinnis en un artículo publicado en 2004 en la revista The Harbus, de Harvard Business School. Significa el “miedo a perderse” o quedar fuera o excluido de un grupo.
Genera la incómoda sensación de que uno se está perdiendo algo que otros están haciendo y probablemente disfrutando. De este modo, el mundo de las idealizaciones puede ganar fuerza jerarquizándose y valorando más la vida on line en detrimento de la vida real y el estar fuera de línea.
Ser miembro de un grupo es importante para la identidad social, componente clave de la autoestima, razón por la cual las redes sociales – como Facebook, Instragram o Twitter– juegan en la actualidad un papel
fundamental en las relaciones entre individuos.
A consecuencia de las nuevas tecnologías siempre se puede saber qué están haciendo los demás, y así se puede sentir que uno se lo está perdiendo y puede llegar a provocar angustia, tristeza y la sensación de exclusión. Se estima que 3 de cada 10 personas de entre 13 y 34 años lo han experimentado.
Una encuesta realizada por la agencia de marketing Tecmark informó que una persona promedio verifica su teléfono celular aproximadamente 1.500 veces por semana, lo que implica que puede pasar 3 horas y 16 minutos al día hurgando en la pantalla de su teléfono inteligente.
No sólo es posible tener acceso a lo que vive y disfruta el otro, sino que se llega a sufrir por no tener la vida de la cual se jacta.
Actualmente se está expuesto a tener mucha más información que hace unas décadas, por la cual los estímulos y la importancia que se le dan pueden estar potenciados y exagerados, generando un malestar que puede terminar en depresión pasando previamente por sentimientos de incomodidad, angustia y ansiedad en diferentes grados.
Se podría decir que FOMO es un nombre nuevo para algo que siempre ha existido, que es inherente a la condición humana pero que está potenciado en estos tiempos por la tecnología.
Leda Spessoto, psiquiatra y psicoanalista, miembro de la Sociedad Brasileña de Psicoanálisis de San Pablo, afirma: “No es un fenómeno tan nuevo. Estamos tratando con sentimientos muy arcaicos de humanidad. Uno de los Diez Mandamientos dijo: ‘No codiciarás’. De hecho, lo que presenciamos ahora sólo es desconocido por el escenario y las plataformas. Internet, especialmente a través de las redes sociales, ha dado forma a este ‘miedo a perderse’. El antídoto es enfocarse en encontrar satisfacción en lo que es propio y en lo que cada uno construye. El otro incluso puede ser inspiración, y eso es saludable, lo que no puede ser es sólo el objetivo de la codicia que causa angustia”.
La causa y la consecuencia de estar continuamente conectado a la red es que pueda transformarse en un trastorno que requiera del estudio de psicólogos y psiquiatras. Especialmente y con mayor intensidad, entre la gente joven y se correlaciona más con personas que tienen un bajo nivel de satisfacción social y que esconden sentimientos de inferioridad o baja autoestima que amerita ser ayudado profesionalmente.
El FOMO genera la incómoda sensación de que uno se está perdiendo algo que otros están haciendo y probablemente disfrutando. Así, el mundo de las idealizaciones puede ganar fuerza jerarquizándose y valorando más la vida on line en detrimento de la vida real y el estar fuera de línea.