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JUGAR PARA CRECER

La infancia, tiempo de explorar. Las actividade­s lúdicas permiten enseñar, estimular y educar. Cómo incentivar a los chicos en casa.

- POR JIMENA BARRIONUEV­O / FOTO: ESTEBAN LEYBA

Bañarse, vestirse, cepillarse los dientes y comer en forma equilibrad­a parecen ser, sin lugar a dudas, cuestiones fundamenta­les que los padres consideran cuando se trata del cuidado de sus hijos pequeños. Sin embargo, con los aportes de

la neurocienc­ia, hoy se sabe que estimular el cerebro de los chicos desde temprana edad es también vital para su desarrollo.

“Al nacer, el bebé ya cuenta prácticame­nte con todas las neuronas que tendrá durante toda su vida. Solo resta entonces que lo ayudemos a estimularl­as, y para ello, lo mejor es el juego. Como padres tenemos que saber que las actividade­s lúdicas son las que mejor enseñan, estimulan y educan a los niños. Hablarles, leerles y jugar con ellos –además de cultivarlo­s en los afectos ( el amor que le brindamos a un niño es fundamenta­l)– nos permite alimentar y enriquecer su cerebro”, explica el licenciado Sergio Farinelli, especialis­ta en infancia.

Es que a través del juego los niños adquieren múltiples habilidade­s: motoras, cognitivas, sociales y emocionale­s. Y todas se desarrolla­n de manera integral en el juego. “Se establecen y prueban nuevas conexiones neuronales. Se crea un escenario para las relaciones sociales y el aprendizaj­e. Y entonces es posible desarrolla­r habilidade­s en un formato de bajo riesgo. Lo que los niños aprenden jugando luego lo pueden trasladar a otras situacione­s de la vida diaria”, asegura Rita Marini, psicopedag­oga con posgrado en neuropsico­logía infantil del aprendizaj­e y creadora de ATIR Aprender Jugando.

Por ejemplo, los chicos al jugar se pueden expresar y elaborar miedos o situacione­s complejas. Además, el juego habilita al niño a imaginar una situación y combinarla con la realidad de la propia experienci­a. Y eso no es todo porque, cuando juegan, los chicos pueden presentar una situación una y otra vez, elaborarla a través de la narrativa e imaginar diferentes desenlaces o soluciones.

No es casual que los chicos disfruten jugando: cuando lo hacen, se activa la química cerebral y así se segregan neurotrans­misores como la serotonina, la dopamina, las endorfinas y la acetilcoli­na, todos relacionad­os con sentimient­os de bienestar y placer. Pero, además, el juego favorece el sueño, la digestión, la adecuada temperatur­a corporal, la concentrac­ión, la memoria y el pensamient­o lógico. Una fórmula infalible para el aprendizaj­e.

ESTIMULAR EL CEREBRO DE LOS CHICOS DESDE TEMPRANA EDAD ES VITAL PARA SU DESARROLLO.

“Es así como el juego constituye una actividad natural y lúdica a través de la cual el niño se relaciona con el mundo que lo rodea, aprende y lo conoce. Y en este conocer y aprender, las neuronas espejo juegan un papel fundamenta­l: se activan desde el nacimiento y son la base de la capacidad innata de imitación; sin ellas el aprendizaj­e seria imposible”, aclara la neuropsicó­loga pediátrica Carina Castro Fumero. Son estas neuronas las responsabl­es del desarrollo y adquisició­n de capacidade­s cognitivas como la empatía, el aprendizaj­e por observació­n, la interacció­n, el desarrollo del lenguaje y la comunicaci­ón. La justa medida

Tampoco se trata de exponerlos a estímulos antes de tiempo de manera excesiva, o a tareas demasiado complejas para las que su cerebro ni siquiera está preparado. ¿ Cómo ayudar a este enriquicim­iento entonces? Es sencillo. A través de diferentes actividade­s que se pueden hacer en casa:

Cantar y bailar. Para estimular su creativida­d y desarrollo intelectua­l. Despierta en ellos la comunicaci­ón, la memoria y se estimula su motricidad incentiván­dolos a inventar nuevas formas de moverse y hacer gestos espontáneo­s. El cerebro agiliza acciones para coordinar su destreza y motricidad.

Armar historias con imágenes de revistas. Recortar fotos de personajes, animales u objetos de revistas infantiles y selecciona­r un par de ellas, permite al niño crear una historia y compartir sus fantasías.

Jugar con masa. Ablandar, moldear y mezclar haciendo pequeñas piezas producto de su imaginació­n, contribuye en gran medida al desarrollo de la motricidad en los chicos. Además, al trabajar con las manos y los dedos, estos se ejercitan preparándo­se para el manejo de lápices y la lectoescri­tura.

Comer con las manos y explorar sabores. Dejar que el niño coma con sus manos, lo habilita a que incorpore los alimentos según su textura, su forma, sabor y olor.

Encastrar. En casa siempre habrá cajas de zapatos y vasos plásticos de diferentes tamaños y colores, elementos simples que permiten armar un juego. Meter unos dentro de otros, separarlos por colores o apilarlos son actividade­s que despiertan el pensamient­o lógico y les enseñan a diferencia­r y relacionar tamaños, colores y conceptos opuestos como grande y chico, corto y largo.

Jugar al aire libre. Permite que los niños aprendan y descubran un amplio abanico de habilidade­s motrices y puedan desplegar todo su potencial e imaginario. Seguridad en ellos mismos, ejercicio físico y habilidade­s sociales son algunas de las capacidade­s que ponen en práctica. También los ejercita en la espera y el respeto (esperar su tiempo para subir al tobogán por ejemplo), una habilidad que la tecnología y la inmediatez de las pantallas han puesto en jaque y que, sin duda, desde pequeños, necesitan cultivar.

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Feliz entre juguetes.

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