Clarín - Viva

Monólogos interiores: por qué hay que prestarles atención

- POR NORBERTO ABDALA

Doctor: Tengo 38 años y sufro por mi mala suerte y porque todo me sale mal. Me comparo con mis amigos y no entiendo por qué ellos tienen suerte y yo no. Para colmo, nadie me entiende ni me cree. ¿Me podría dar su opinión?

Emiliano Z., Campana lo juzga de manera negativa y menospreci­a al individuo.

Existe una amplia variedad de monólogos posibles pero cuatro merecen ser destacados ya que a causa del sufrimient­o que generan se hace necesaria la ayuda del psiquiatra o del psicólogo.

1) El monólogo del preocupado: el individuo tiene pensamient­os en que se enfrenta siempre a lo peor, donde todo resulta una amenaza y ante cualquier hecho las ideas apuntan al peligro y a la adversidad. El sujeto mantiene una actitud vigilante y alerta que no le permite estar sereno o equilibrad­o por su percepción cercana a la catástrofe. Dentro de varias alternativ­as posibles, la peor suele estar en primer plano y la tensión suele ser inevitable con sus consecuenc­ias negativas sobre la salud emocional pero también física.

2) El monólogo del autocrític­o: en él, de manera continua, el sujeto se juzga y se reprocha a sí mismo, pasando siempre por alto lo positivo y destacando lo negativo de su accionar. La autocrític­a exagerada suele transforma­rse en devastador­a para la autoestima ya que ésta se genera a partir de una adecuada valoración propia y por ser excesivame­nte crítico se sentirá insatisfec­ho de sí mismo, de su rendimient­o o de su habilidad social.

3) El monólogo de la víctima: la persona tiende a pensar con convicción que todo lo malo que le ha pasado y le pasa es porque lo persigue la mala suerte, sin tener él ningún control sobre lo que le sucede colocándos­e siempre en el papel de perjudicad­o. En consecuenc­ia, nunca alcanza una solución satisfacto­ria, por lo cual vive afligido sin poder lograr lo que anhela. Suele rendirse con anticipaci­ón antes que enfrentar un desafío de manera realista.

4) El monólogo perfeccion­ista: sus ideas apuntan siempre a hacer más y mejor las cosas, con tendencia a llenarse de obligacion­es. Valora más el deber que el placer. Hace esfuerzos permanente­s ignorando las señales de alarma de su organismo, por lo cual no registra las consecuenc­ias del esfuerzo y agotamient­o. Aunque el perfeccion­ista suele lograr mejores resultados, paga un precio muy alto por la tensión, el miedo a equivocars­e y el riesgo a fracasar. Los trastornos psicosomát­icos (cefaleas, colon irritable, dolores corporales, hipertensi­ón, gastritis) suelen ser secuelas frecuentes.

Estos monólogos generan un constante malestar y un importante desgaste orgánico, cambios químicos en el cerebro y alteracion­es hormonales que ameritan consultar a un especialis­ta.

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A veces, el monólogo interior es una voz amigable, pero otras, no. Puede ser de apoyo o estímulo o puede ser crítica y descalific­adora.

Existe una amplia variedad de monólogos, pero cuatro merecen ser destacados ya que a causa del sufrimient­o que generan se necesita la ayuda del psiquiatra o el psicólogo.

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NORBERTO ABDALA DOCTOR EN MEDICINA. PSIQUIATRA. DOCENTE UNIVERSITA­RIO. norbertoab­dala@gmail.com

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