Monólogos interiores: por qué hay que prestarles atención
Doctor: Tengo 38 años y sufro por mi mala suerte y porque todo me sale mal. Me comparo con mis amigos y no entiendo por qué ellos tienen suerte y yo no. Para colmo, nadie me entiende ni me cree. ¿Me podría dar su opinión?
Emiliano Z., Campana lo juzga de manera negativa y menosprecia al individuo.
Existe una amplia variedad de monólogos posibles pero cuatro merecen ser destacados ya que a causa del sufrimiento que generan se hace necesaria la ayuda del psiquiatra o del psicólogo.
1) El monólogo del preocupado: el individuo tiene pensamientos en que se enfrenta siempre a lo peor, donde todo resulta una amenaza y ante cualquier hecho las ideas apuntan al peligro y a la adversidad. El sujeto mantiene una actitud vigilante y alerta que no le permite estar sereno o equilibrado por su percepción cercana a la catástrofe. Dentro de varias alternativas posibles, la peor suele estar en primer plano y la tensión suele ser inevitable con sus consecuencias negativas sobre la salud emocional pero también física.
2) El monólogo del autocrítico: en él, de manera continua, el sujeto se juzga y se reprocha a sí mismo, pasando siempre por alto lo positivo y destacando lo negativo de su accionar. La autocrítica exagerada suele transformarse en devastadora para la autoestima ya que ésta se genera a partir de una adecuada valoración propia y por ser excesivamente crítico se sentirá insatisfecho de sí mismo, de su rendimiento o de su habilidad social.
3) El monólogo de la víctima: la persona tiende a pensar con convicción que todo lo malo que le ha pasado y le pasa es porque lo persigue la mala suerte, sin tener él ningún control sobre lo que le sucede colocándose siempre en el papel de perjudicado. En consecuencia, nunca alcanza una solución satisfactoria, por lo cual vive afligido sin poder lograr lo que anhela. Suele rendirse con anticipación antes que enfrentar un desafío de manera realista.
4) El monólogo perfeccionista: sus ideas apuntan siempre a hacer más y mejor las cosas, con tendencia a llenarse de obligaciones. Valora más el deber que el placer. Hace esfuerzos permanentes ignorando las señales de alarma de su organismo, por lo cual no registra las consecuencias del esfuerzo y agotamiento. Aunque el perfeccionista suele lograr mejores resultados, paga un precio muy alto por la tensión, el miedo a equivocarse y el riesgo a fracasar. Los trastornos psicosomáticos (cefaleas, colon irritable, dolores corporales, hipertensión, gastritis) suelen ser secuelas frecuentes.
Estos monólogos generan un constante malestar y un importante desgaste orgánico, cambios químicos en el cerebro y alteraciones hormonales que ameritan consultar a un especialista.
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A veces, el monólogo interior es una voz amigable, pero otras, no. Puede ser de apoyo o estímulo o puede ser crítica y descalificadora.
Existe una amplia variedad de monólogos, pero cuatro merecen ser destacados ya que a causa del sufrimiento que generan se necesita la ayuda del psiquiatra o el psicólogo.