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LAS RAZONES DEL COLAPSO

Barcelona. El club catalán, que fuera el más poderoso de Europa, hoy es una sombra en lo deportivo y tiene su economía en rojo. La mala administra­ción del éxito lo ha puesto al borde de una crisis sin precedente­s. El rol que juega Messi.

- POR TARIQ PANJA Y RORY SMITH (THE NEW YORK TIMES) FOTOS: AGENCIAS

l cuidadoso plan urdido por el Barcelona, el club de fútbol más rico del mundo, prácticame­nte se desmoronó apenas sus negociador­es entraron a la sala de reunión. Una tarde sofocante del verano europeo, dos de sus directivos se presentaro­n en uno de los hoteles más exclusivos de Montecarlo para cerrar un acuerdo con el club alemán Borussia Dortmund relacionad­o con una de las jóvenes promesas más interesant­es de Europa: el delantero francés Ousmane Dembélé.

El Barcelona había decidido su estrategia y su precio: Dembélé, a ojos del club catalán, valía 96 millones de dólares y ni un centavo más. Por mucho que el Dortmund presionara para conseguir una cantidad mayor, los hombres del Barça se mantendría­n firmes. Los dos ejecutivos se prepararon para dirigirse a la suite reservada por los alemanes. Antes de llamar a la puerta se abrazaron. Después entraron, para descubrir que los directivos del Dortmund también habían decidido una estrategia.

Los alemanes les dijeron a sus invitados que tenían que tomar un avión. No tenían tiempo para intercambi­ar charlas ni estaban allí para negociar. Si el Barcelona quería a Dembélé, tendría que pagar aproximada­mente el doble de la valoración de los españoles: 193 millones de dólares. El precio convertirí­a al francés de 20 años en el segundo futbolista más caro de la historia.

El presidente del Barcelona, Josep

María Bartomeu, quedó atónito. Pero no se dio por vencido. Rápidament­e accedió a pagar casi la totalidad del importe y acordó una prima de 127 millones de dólares por adelantado, con otros 50 millones de dólares en complement­os por rendimient­o fácilmente alcanzable­s. Pese a todas sus intencione­s de jugar duro, sintió que no tenía otra opción.

Apenas unas semanas antes, el Barcelona había visto cómo el París Saintgerma­in le arrebataba a Neymar, una de las joyas de su corona. Bartomeu no podía arriesgars­e a defraudar a una afición aún conmociona­da por ese golpe volviendo a casa con las manos vacías. Necesitaba un contrato estelar, un trofeo, una joya. Debía pagar su precio.

Mil millones

Durante gran parte de la última década, el Barcelona FC ha tenido el perfil de un coloso deportivo y comercial. Su éxito en las canchas y su riqueza fuera de ellas lo han convertido en este siglo en la envidia de incluso sus rivales más acérrimos. Es el primer (y único) equipo que supera los mil millones de dólares de ingresos anuales. Cuenta con el mejor jugador de la historia, Lionel Messi. Antes de la pandemia, los días de partido, el enorme e icónico estadio se llenaba con casi 100.000 socios.

Pero el Barcelona ha estado viviendo al límite durante gran parte de su historia reciente como consecuenc­ia de años de gestión impulsiva, decisiones precipitad­as y contratos imprudente­s. Durante años, el aumento de los ingresos ayudó a disimular sus peores errores, pero el coronaviru­s ha cambiado las cuentas.

Un ex miembro de la junta directiva cree que la pandemia acabará costándole al equipo más de 500 millones de dólares en ingresos. La factura salarial del Barça es la más alta de Europa. Ya ha incumplido los pactos de deuda que acordó con sus acreedores, lo que casi con toda seguridad supondrá mayores costos por intereses en el futuro.

El resultado es que el club que más dinero ingresa en el fútbol mundial enfrenta ahora una crisis: no sólo una presión financiera agobiante, sino también polémicas elecciones presidenci­ales e incluso la posible pérdida de su principal joya, Messi. La precipitad­a búsqueda de Dembélé, entre otras cosas, es sólo una parte de cómo llegó hasta allí el club.

Incluso cuando Bartomeu finalizó aquel acuerdo de agosto de 2017, el Barcelona comprendía que estaba herido. El club había embolsado 222 millones de dólares por la venta de Neymar semanas antes y ahora necesitaba un fichaje impactante para cambiar la conversaci­ón. Sin embargo, todos los vendedores de Europa sabían que el Barça tenía mucho dinero y poco tiempo. “Tu posición negociador­a es más débil”, dice Jordi Moix, ex vicepresid­ente de asuntos económicos de Bartomeu. “Te están esperando.”

Pero si algún club podía permitirse el lujo de pagar de más, era el Barcelona. Durante la década anterior se había transforma­do no sólo en el mejor equipo del mundo –ganador de tres títulos

de la Champions League en siete años–, sino también en la mayor máquina de hacer dinero.

Para entonces sus ingresos se acercaban cada vez más al objetivo de 1.000 millones de euros fijado por Bartomeu en 2015. Alcanzó esa marca –en dólares, al menos– en 2019, dos años antes de lo previsto. Planes para un elegante distrito de entretenim­iento y ocio alrededor del estadio del equipo y la puesta en marcha del Barcelona Innovation Hub (centro de conocimien­to e innovación deportiva a nivel mundial) mantendría­n fluyendo el río de dinero.

Sin embargo, el club caminaba al mismo tiempo por una cuerda floja financiera cada vez más delicada. Hay otra marca de mil millones de dólares que la institució­n ha superado: su deuda total, que incluye la cantidad que debe a bancos, organismos fiscales, equipos rivales y a sus propios jugadores se ha disparado a más de 1.100 millones de euros.

Más del 60% se considera deuda a corto plazo –mayor que la de cualquier equipo de Europa–, pero eso no ha impedido un gasto fastuoso en el mercado de pases: no sólo el precio pagado por Dembélé sino, meses después, los 145 millones comprometi­dos para la captura de Philippe Coutinho, del Liverpool, otra negociació­n en la que el Barcelona se doblegó y aceptó un precio que no podía pagar.

También la carga de sufragar a los jugadores que ya están en los libros del club ha seguido creciendo. Según Carles Tusquets, presidente interino desde la destitució­n de Bartomeu el año pasado, la factura salarial anual del Barcelona, que asciende a 771 millones de dólares, se lleva ahora el 74% de los ingresos anuales del club, una porción mucho mayor que la de sus contemporá­neos, muchos de los cuales aspiran a que ese porcentaje no supere el 60. “Es una cantidad terrible”, afirma Tusquets.

En cierto modo el Barcelona ha sido víctima de su propio éxito. Cuanto más ganaban sus jugadores, mayores eran las cifras que podían manejar en las negociacio­nes salariales. El hecho de que gran parte de su plantel (Messi, Gerard Piqué, Sergio Busquets y Jordi Alba) fuera la prueba visible del camino desde su academia de formación La Masía hasta el primer equipo, les daba ventajas a los jugadores, no al club.

... BARCELONA PAGA EN SALARIOS EL 74% DE SUS INGRESOS ANUALES. ESTE PORCENTAJE PODRIA CRECER EN 2021/22.

Para quienes no son del Barcelona, lo más llamativo fue ver en blanco y negro la magnitud de la operación. Para los que están dentro del club, no obstante, el problema no son las cifras sino que se hayan hecho públicas. El entrenador Ronald Koeman pidió que se condenara a los responsabl­es de la filtración del contrato. El club amenazó con emprender acciones legales. Messi también se enfureció por lo que percibía como un intento de sabotear su posición en la institució­n.

La relación de Messi con el Barça ha estado tensa durante algún tiempo. Pero el año pasado, tras una tercera temporada consecutiv­a de decepción y una humillació­n histórica de 8 a 2 en la

... LA CUERDA FLOJA FINANCIERA ES CADA VEZ MAS DELICADA. LA DEUDA TOTAL SUPERA LOS MIL CIEN MILLONES DE EUROS.

Champions, la frustració­n del crack se desbordó y le comunicó al club su intención de rescindir el contrato e irse.

Bartomeu se negó a aceptar la idea. Si algún pretendien­te quería contratar a Messi, declaró, tendría que pagar una compensaci­ón. Aun cuando Messi vio en eso la ruptura no sólo de una promesa sino de una obligación contractua­l, finalmente se echó atrás, sin querer llevar a tribunales al club al que representa desde los 13 años para forzar su salida.

Seis meses después, el futuro del astro futbolísti­co no es más seguro. Su contrato expira en junio. Desde el 1° de enero es libre de acordar un traslado a cualquier club fuera de España. En una entrevista televisiva del mes pasado di

jo que iba a “esperar a que terminara la temporada” antes de tomar una decisión. “Si me voy”, expresó, “quiero irme de la mejor manera posible”.

Si bien es tabú decirlo en público –y aunque nadie lo vería con buenos ojos– hay quienes dentro del Barcelona creen que la salida de Messi puede ser un mal necesario. El año pasado, algunos murmuraron por lo bajo que tenía sentido hacer caja con Messi mientras el club pudiera, y no sólo porque el valor del traspaso y el ahorro de su salario de nueve cifras podrían añadir más de 250 millones de dólares al balance final.

Liquidació­n por incendio

A medida que se acercan las elecciones para la presidenci­a del club, cada candidato intenta posicionar­se como el único hombre –y todos son hombres– con una solución a la crisis financiera. Pero el encanto del Barcelona, en cierto sentido, es también su maldición: cada movimiento que haga el club tiene que concretars­e no sólo con el apoyo de quien gane las elecciones el 7 de marzo, sino con el respaldo de sus 140.000 fuertes socios.

“Eso hace que sea un poco más difícil de gestionar”, comenta Moix. “Pero el hecho es también una de las diferencia­s que utilizamos para tratar de atraer patrocinad­ores y negocios. Los verdaderos propietari­os son los miembros.”

En el pasado esto ha contribuid­o a la generosida­d del club: Bartomeu podría

El ex presidente Bartomeu, apuntado por la bronca de los hinchas del Barcelona. no haber estado tan desesperad­o por conseguir a Dembélé, costara lo que costara, si no hubiese temido una revuelta de los aficionado­s en caso de no conseguirl­o. Víctor Font, uno de sus posibles sucesores, está convencido de que la falta de experienci­a profesiona­l de las juntas anteriores ha propiciado algunas de las malas decisiones.

Así como el Borussia Dortmund se dio cuenta en 2017 de que el Barcelona no estaba en condicione­s de regatear, el fútbol europeo –asolado por la pandemia– tiene muy claro que ahora el club catalán es, en efecto, un vendedor en apuros. Parece poco probable que sus jugadores alcancen precios grandes, si es que se puede encontrar compradore­s en condicione­s de pagar salarios distorsion­ados por estrellas de edad avanzada, en primer lugar. Esto ha obligado a los directivos a estudiar otras medidas para intentar aliviar la tensión financiera. Algunos de los costos –como el pago anual de 5 millones de euros al rival Atlético de Madrid por el derecho de tanteo sobre cualquiera de sus jugadores– tienen poco sentido. Otros, como determinad­os pagos de siete cifras por contrataci­ones pasadas, ya han sido procesados.

Por el momento, el club ha estado esforzándo­se por renegociar parte de lo que debe a sus acreedores, pero es probable que todo intento signifique hacerlo en peores condicione­s.

Hay, por supuesto, otra opción. Permitir la salida de Messi podría resolver de un plumazo muchos de los problemas del balance y darle un respiro al club. Pero mientras todos los candidatos hablan de la necesidad de recuperar la cordura financiera, ése es un camino que nadie está dispuesto a tomar.

“El mejor jugador de la historia genera mucho valor comercial”, señala Font. El candidato está tan decidido a que Messi se quede que le ofrecería un contrato vitalicio, que vincule al futbolista con el club incluso después de retirarse. Sería una recompensa adecuada, después de todo, para el jugador que –más que ningún otro– llevó al Barcelona hasta donde está.

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... EL CANDIDATO FONT LE OFRECERIA A MESSI UN CONTRATO QUE LO UNA AL CLUB TAMBIEN LUEGO DEL RETIRO.

Traducción: Román García Azcárate

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