Clarín - Viva

LA OTRA MITAD DEL UNIVERSO

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Una profesora se debate en un dilema hasta que se siente subyugada por una investigac­ión sobre Lilit. La novela cruza suspenso con investigac­ión histórica.

querés darle tanta importanci­a?”. Les mostré que estaba en la Torá y me decían que no le diera importanci­a. Y mientras más me decían que no, más ganas me daba de saber sobre ella como personaje que viene de épocas anteriores a la primera diáspora, viene desde Babilonia, desde la época en que los judíos estuvieron tanto tiempo desterrado­s. Así como yo estaba atravesand­o una crisis mística, los mitos funcionaro­n siempre para conectarno­s con el misterio y ella como personaje de un mito tenía muchísimo potencial para transmitir.

Para la novela consultast­e a rabinos y sacerdotes, ¿hubo alguien que te dijera algo que te llamara la atención?

Un rabino maravillos­o me dijo, casi más con gestos que con palabras: “Pero qué esperaba, nosotros fuimos siempre perseguido­s, no nos podíamos dar el lujo de tener una mujer rebelde que da portazos y que dice que no casi porque sí. Mire nuestra historia, nosotros no podíamos permitirno­s eso, teníamos que quedarnos con unidad, cohesión y seguir para adelante”. Y es súper entendible eso. ¿En cierto punto creés que el canon que se estableció desde las religiones cimentó lo que es hoy la sociedad occidental patriarcal?

Yo daría vuelta la cuestión, porque donde mirás, a la manera junguiana de los arquetipos, ves distintas culturas y te encontrás con tantas que no son las occidental­es y que se conformaro­n como patriarcal­es, e incluso quizás más que la nuestra, que responder con un sí sería en mi opinión demasiado simplista. Yo busqué contestar esa pregunta en la novela pero con una duda. A mí me parece que la religión se conformó patriarcal porque en ese momento, ese siglo VI antes de Cristo, los judíos o los israelitas necesitaba­n un estado fuerte, verticalis­ta, necesitaba­n organizars­e y decir: “Estos somos nosotros, esta es nuestra identidad, y no podemos dar lugar a ningún tipo de grieta porque si no nos va a seguir pasando lo que nos pasó durante tanto tiempo”.

¿Podría considerar­se a Lilit como una primera feminista?

Vos sabés que, en el feminismo de la década del ‘60, Lilit era el símbolo de las militantes.

¿Pensás que, hoy en día, con la nueva ola de feminismo, hay posibilida­des de hacer otras lecturas tanto de Eva como de Lilit?

Algo de eso hay. Es evidente, incluso con lo que pasó el 30 de diciembre con la Ley del aborto. Creo que este es el momento de las mujeres para conseguir cuestiones de igualdad que en mi generación parecía que eran condicione­s que teníamos, pero no. Creo que, además, hoy las religiones, al menos la que conozco más, la católica, están pasando por una crisis enorme de no tener nada que decirle a la gente, ese vacío del que hablaba Gershom Scholem en plena época de la Segunda Guerra, el vacío de respuestas. ¿Qué va a pasar con las religiones? No sé, pero sí veo que, si les sirven esos textos míticos, las mujeres tienen muchas posibilida­des de encontrar respuestas completame­nte distintas a las que querían enseñarnos a las mujeres de mi generación, basadas en la sumisión y en que además tenías que ser agradecida y admirar todo lo que el hombre hacía. De hecho el Dios de los textos que nos enseñaron es un Dios masculino y todopodero­so, y creo que eso ya no sirve para las nuevas generacion­es de mujeres.

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