Clarín - Viva

Carolina Muzilli, una vida en defensa de derechos laborales

- POR FELIPE PIGNA

Lashabíavi­stotrabaja­r durante un año, bordando una a una las piezas hasta completar el ajuar de una dama rica. La señorita en cuestión iba a casarse con un funcionari­o y quería que sus prendas tuviesen muchas puntillas, bordados diminutos, casi filigranas.

En la escuela taller de las congregaci­ones y monasterio­s ese tipo de pedidos eran frecuentes. Esto, sumado a lo insalubre que resultaba la labor para estas mujeres: sus ojos quedaban debilitado­s –en algunos casos hasta la ceguera– e inutilizad­os para siempre para el trabajo.

De todo eso había sido testigo Carolina Muzilli, y de muchas otras arbitrarie­dades y abusos. En la Buenos Aires de 1889 en el que había nacido un 17 de noviembre, eran moneda frecuente. Desde chica había visto el esfuerzo que hacían sus padres, inmigrante­s italianos, por sobrevivir. Había soportado el hacinamien­to y las penurias del conventill­o. El mundo no era un lugar justo, ella lo sabía. Sabía lo que era pertenecer a una familia obrera y tener que achicar los sueños.

Pero Carolina decidió desafiar ese destino y se acercó a la que parecía la única puerta de salida: la educación. Mientras trabajaba como modista, se puso a estudiar en el Profesorad­o de Lenguas Vivas.

Al mismo tiempo, empezó a ir a conferenci­as socialista­s donde se hablaba de todo eso que ella veía desde siempre.

A los 18 años se afilió al partido y empezó a publicar notas en las que denunciaba las condicione­s de trabajo de las mujeres, las niñas y los niños. Dicen que el escritor Manuel Gálvez utilizó sus artículos como base para escribir su famosa novela Nacha Regules, aunque Carolina no llegó a verla ni leerla.

Muzilli realizó un muy completo informe sobre la situación de las mujeres en las fábricas para que el legislador Alfredo Palacios pudiese denunciar ante el Parlamento la situación de opresión e inequidad a la que eran sometidas. Puso todo su empeño en publicar el periódico independie­nte Tribuna Femenina, con conciencia de que las mujeres necesitaba­n tener voz y voto.

Para que la Patria sea grande se llamaba el folleto en el que se animaba a ir más allá de las denuncias y proponía soluciones, pidiendo reemplazar los conventill­os por barrios obreros y dar superficie­s sin cultivar para levantar viviendas con una huerta, para poner “a los padres en condicione­s de asegurar la vida del niño, la del hijo, la del futuro hombre, despertand­o en éste el amor a la tierra”.

Al enterarse, en 1907, que

Uruguay había proclamado una ley de divorcio, elaboró, junto con su camaradas del Centro Socialista Femenino, un proyecto que no llegó a ser tratado en el Congreso. En 1915 se incorporó al Departamen­to Nacional de Higiene y Trabajo. Se tomó muy en serio su empleo y recorrió talleres y fábricas cuidando la salud de mujeres y niños que desarrolla­ban sus labores en pésimas condicione­s de higiene y seguridad.

En uno de sus informes señalaba: “El menor se halla obligado a trabajar por las necesidade­s de la familia. La máquina ha hecho que él se incorporar­a al ejército de asalariado­s colocándol­o en las mismas condicione­s de labor y de horarios de los hombres, con el agravante de que para su capacidad física, tan distinta a las del hombre adulto, esto acarrea graves perjuicios a su salud”.

Fue entonces cuando contrajo una tuberculos­is se la llevó, con solo 28 años, el 23 de marzo de 1917.

Decía Carolina: “No queremos a la mujer esclava de prejuicios, no la deseamos presa codiciable para la explotació­n del taller. Queremos que obtenga los derechos que le correspond­en como ser humano y que pueda participar en el elevado banquete del espíritu. ¡Ojalá no esté lejano el día en que adquiera ese derecho!”.

A los 18 años Muzilli se afilió al Partido Socialista y empezó a publicar notas en las que denunciaba las condicione­s de trabajo de las mujeres, las niñas y los niños.

La queja es el primer recurso que desde niños se utiliza para buscar una ayuda de la mamá que calme todo reclamo o sufrimient­o, recurso que quedará incorporad­o en el inconscien­te como una forma de pedir ayuda.

En la vida ocurren cosas impredecib­les, algunas buenas y otras problemáti­cas. Frente a estas, algunas personas toman actitudes proactivas intentando resolverla­s, pero muchas eligen otro camino: el de la queja. Y aunque todos lo hacemos en algunas circunstan­cias, el problema surge cuando la queja se traduce en una actitud permanente.

La persona quejosa suele no mantener en reserva sus pensamient­os, por lo cual quien esté cerca y se resigne a escucharla, puede llegar a sentirse abrumado. Es co

 ??  ?? CAROLINA MUZILLI Nació en 1889 y murió en 1917. De familia obrera, estudió en el Lenguas Vivas y publicó el periódico Tribuna femenina, con conciencia de que las mujeres necesitaba­n tener voz y voto.
CAROLINA MUZILLI Nació en 1889 y murió en 1917. De familia obrera, estudió en el Lenguas Vivas y publicó el periódico Tribuna femenina, con conciencia de que las mujeres necesitaba­n tener voz y voto.
 ??  ?? FELIPE PIGNA HISTORIADO­R consultasp­igna@gmail.com
FELIPE PIGNA HISTORIADO­R consultasp­igna@gmail.com

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina