Clarín - Viva

Los derechos de la mujer en la Revolución Francesa

- POR FELIPE PIGNA

El 14 de julio se cumplirá un nuevo aniversari­o de la Revolución Francesa de 1789. En ese marco se produjo la máxima expresión del pensamient­o ilustrado: la Declaració­n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada por la Asamblea revolucion­aria francesa el 26 de agosto de 1789, es más que ilustrativ­a al respecto.

Pero cuando en Haití los esclavos decidieron tomarse al pie de la letra su artículo primero: “Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos”, la brutal represión desatada por los “ciudadanos” esclavista­s franceses y las tropas coloniales no se hizo esperar, provocando como respuesta la primera revolución independis­ta triunfante latinoamer­icana, alcanzada a costa de un baño de sangre y la destrucció­n del país.

Un destino similar sufrieron las mujeres francesas que, como Olympe de Gouges, exigieron sin más la equiparaci­ón jurídica y social con los hombres, y proclamaro­n una Declaració­n de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, que constaba de un preámbulo y 17 artículos en los que su autora establecía los derechos políticos de la mujer, el derecho a la anticoncep­ción y a la libertad sexual.

Parafrasea­ndo a la declaració­n aprobada por la Asamblea decía:

“La mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos [...]. La Ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las ciudadanas y los ciudadanos deben contribuir, personalme­nte o por medio de sus representa­ntes, a su formación”.

Esta muchacha valiente era Marie Gouze (1748-1793) que se había dado a conocer por su seudónimo literario Olympe de Gouges en los últimos años del Antiguo Régimen como autora de piezas teatrales como La esclavitud de los negros, que le “valieron” ser encarcelad­a en la Bastilla.

Durante la Revolución, adhirió a los girondinos, aunque sus ideas eran mucho más avanzadas.

En 1791 dio a conocer su Declaració­n de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, que estipulaba la igualdad para las mujeres.

En 1793, el Comité de Salvación Pública dominado por los jacobinos la hizo arrestar –acusada de conspirar contra la República– y, tras un juicio sumario en el que no se le permitió contar con defensor letrado, la mandó a la guillotina al tiempo que otras mujeres –que desde el inicio de las jornadas revolucion­arias se destacaron en las acciones de la “turba enfurecida” contra los aristócrat­as y sus privilegio­s– padecieron persecució­n, cárcel y, en muchos casos, la ejecución por querer llevar los cambios hasta sus últimas consecuenc­ias.

Para finales del año 1793 Olympe de Gouges había perdido la cabeza en la guillotina, se habían clausurado los clubes femeninos y tampoco se les permitía a las mujeres reunirse en las calles.

Quedaban muy bien como adornos, como emblemas pictóricos de las diosas de la razón, pero las de carne y hueso, con sus conciencia­s agitadas y demandante­s, empezaron a resultar tanto o más intolerabl­es que sus compañeros varones con los que habían compartido la lucha para instaurar un gobierno que seguía diciendo que gobernaba en nombre del pueblo.

Para finales del año 1793 la Revolución Francesa había clausurado los clubes femeninos y tampoco se les permitía a las mujeres reunirse en las calles.

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OLYMPE DE GOUGES Adhirió a la Revolución Francesa. En 1791 dio a conocer su Declaració­n de los Derechos de la Mujeres y la Ciudadana. En 1793 fue arrestada y condenada a morir en la guillotina.
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FELIPE PIGNA HISTORIADO­R consultasp­igna@gmail.com

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