VIVIR EN LA CRESTA DE LA OLA
Kai Lenny. Nacido en Hawaii hace 28 años, hoy es la estrella máxima del surf. Tras haber superado un accidente, dice que lo esperan mayores desafíos.
Para Kai Lenny, surfear no es un hobby, ni tampoco un trabajo, por más que viva de ello y lo haga muy bien. “Nunca se me ocurrió convertirme en algo que no sea lo que soy ahora”, confiesa, seguro de cada palabra. La única forma de describir su actividad sería como una extensión de su cuerpo; aquel momento en que puede dejar fluir su verdadera naturaleza, soltar todo lo demás y sentirse realmente vivo. La analogía es obvia, pero ineludible: para el surfista más joven en entrar al Salón de la Fama de la disciplina, cada momento que pasa alejado de las olas lo hace sentir como un pez fuera del agua.
Nacido en Maui, la segunda isla más grande del Estado de Hawaii y uno de los principales polos del surf a nivel mundial, el joven de 28 años asegura que estaba destinado a ser lo que es. Montó su primera ola a los cuatro años (“acá aprendés a nadar cuando aún estás en pañales”, dice), se formó viendo a los mejores en las playas de su ciudad y, con dedicación y entrenamiento, se ganó un lugar entre ellos a una edad en la que otros recién comienzan a dar sus primeros pasos.
En el camino, domó los océanos del mundo, se convirtió en embajador de marcas como TAG Heuer y hoy es responsable de que miles sueñen con querer imitar sus hazañas, así como él lo hacía de pequeño.
Pero el chico estrella del surf no está en esto ni por la fama ni los premios, afirma. Todo responde a un llamado interior del que no puede desligarse: quiere volver a experimentar cuantas veces pueda esa sensación que lo invadió la primera vez que surfeó una ola, una mezcla de anticipación, ansiedad y atracción hacia lo desconocido que no se puede explicar, tan solo sentir. “Es como una necesidad”, describe a Viva.
Y aunque su vocación casi le cuesta perder un pie entre las olas y a diario fuerza su cuerpo al punto del agotamiento, Lenny afirma que lo más importante para él sigue siendo esa búsqueda que nunca acabará, y que tampoco quiere que termine.
¿Cómo supiste que dedicarías tu vida al surf ?
La pregunta que me hice es la siguiente: “¿Quién no querría que le paguen por surfear todo el día?” Yo sí. Y ése se convirtió en mi objetivo: ser uno de los mejores surfistas del mundo. Nunca se me ocurrió la idea de convertirme en algo que no sea eso.
¿Cómo fue tu niñez?