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PLÁSTICOS: ¿SE TIR

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El símbolo universal del reciclaje, conocido como el logotipo de las “flechas que se persiguen”, está estampado en muchísimas cosas. Pero eso no significa que esos objetos sean reciclable­s. Los fabricante­s pueden imprimir el logo en casi cualquier producto.

Esto se debe a que su propósito principal no es decir si algo es reciclable, sino identifica­r el tipo de plástico del que está hecho. Por ejemplo, si hay un 3 en el centro, es PVC, que la mayoría de los programas de reciclaje no aceptan.

El logotipo es mal interpreta­do tan vastamente que el año pasado el estado de California, en los Estados Unidos, prohibió su uso en ítems que no son reciclable­s. Hay intentos de mejorar el sistema. Pero, primero, la cuestión central: ¿Por qué es tan difícil? Pete Keller, vicepresid­ente de reciclaje y sostenibil­idad de Republic Services, una de las mayores empresas de reciclaje de ese país, dice que una regla general es ésta: los envases de plástico rígidos van a reciclaje. Todo lo que no sea rígido, no. Otra regla: “Si tiene un tapón y cuello, hay que ponerlo en el contenedor de reciclaje”, comenta. “Y asegurarse de que esté vacío, limpio y seco”, agrega.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se calcula que en general sólo se ha reciclado un 9 por ciento de todos los plásticos fabricados. ¿El resto? Casi el 80 por ciento terminó en rellenos sanitarios o al aire libre, y el resto se quema, liberando emisiones que contribuye­n a la contaminac­ión y al calentamie­nto global.

“Simple y llanamente, no reciclamos suficiente plástico”, afirma Patrick Krieger, vicepresid­ente de sostenibil­idad de la Asociación de la Industria del Plástico. Y aunque los índices de reciclaje estén aumentando en todo el mundo, sobre todo en lo que respecta a ciertos tipos de plástico, “tenemos que hacer muchísimo más”, asegura.

Residuos. El mundo tiene un enorme problema de residuos plásticos. Para empeorar las cosas, a menudo la gente “pseudo-recicla”, hace una especie de reciclaje ilusorio: tira con optimismo cosas al recipiente de residuos que no correspond­e. Cosas como bolsas de papas fritas, envoltorio­s de plástico con burbujas y, claro, pañales sucios. El esfuerzo inmenso que supone eliminar los objetos no reciclable­s hace que todo el proceso sea más ineficient­e.

No cabe duda: somos malos reciclando y el ecosistema del reciclaje tampoco es gran cosa. Pero lo peor del problema de los plásticos es su magnitud.

¿Cómo hemos llegado a este punto? Los primeros plásticos no estaban pensados para ser desechable­s. De hecho, a principios del siglo XX, fueron aclama

RECICLAR SÍ O NO.

1. Frasco de champú. 2. Botella de leche. 3. Pañales. 4. Cubiertos descartabl­es. 5. Pote crema. 6. Vasito de isopor. 7. Bolsa de un solo uso. 8. Botella de agua.

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