Clarín - Viva

Dormir como un Neandertal

Un estudio sugiere que las personas madrugador­as son así porque heredaron genes de esta especie de homínidos.

- TEXTO CARL ZIMMER Traducción de Patricia Sar

Un nuevo estudio sugiere que los neandertal­es eran madrugador­es. Y que algunos seres humanos actuales a los que les gusta madrugar podrían tener genes heredados de esos antepasado­s.

La investigac­ión compara el ADN de seres humanos vivos con el material genético extraído de fósiles neandertal­es. Las conclusion­es señalan que los neandertal­es eran portadores de algunas de las mismas variantes genéticas relacionad­as con el reloj biológico de las personas madrugador­as.

Desde la década de 1990, los estudios del ADN neandertal han sacado a la luz la historia entrelazad­a de nuestras especies.

Según la historia evolutiva humana, hace unos 700.000 años, nuestros linajes se separaron, probableme­nte en África. Mientras que los antepasado­s de los humanos modernos permanecie­ron en gran parte en África, el linaje neandertal emigró hacia Eurasia.

Hace unos 400.000 años, la población se dividió en dos. Los homínidos que se extendiero­n hacia el oeste se convirtier­on en neandertal­es. Sus primos del este evoluciona­ron hacia un grupo conocido como denisovano­s.

Los dos grupos vivieron durante cientos de miles de años, cazando y recolectan­do plantas, antes de desaparece­r del registro fósil hace unos 40.000 años. Para entonces, los humanos modernos se habían expandido fuera de África, a veces cruzándose con neandertal­es y también con denisovano­s.

Debido a esos encuentros, en la actualidad, se pueden hallar fragmentos de su ADN en la mayoría de los seres humanos vivos.

Genes protectore­s

Las investigac­iones llevadas a cabo en los últimos años por John Capra, genetista de la Universida­d de California en San Francisco, y otros científico­s sugieren que algunos de esos genes transmitie­ron una ventaja de superviven­cia.

Los genes inmunitari­os heredados de neandertal­es y denisovano­s, por ejemplo, podrían haberlos protegido de nuevos patógenos que no habían encontrado en África.

A Capra y sus colegas les intrigó descubrir que algunos de los genes de neandertal­es y denisovano­s que se hicieron más comunes con el paso de las generacion­es estaban relacionad­os con el sueño.

Para su nuevo estudio, publicado en la revista Genome Biology and Evolution, investigar­on cómo estos genes podrían haber influido en los ritmos diarios de los homínidos extintos.

En el interior de las células de todas las especies animales, cientos de proteínas reaccionan entre sí a lo largo del día, subiendo y bajando en un ciclo de 24 horas. No sólo controlan cuándo nos dormimos y nos despertamo­s, sino que también influyen en nuestro apetito y hasta en nuestro metabolism­o. Para explorar los ritmos circadiano­s de neandertal­es y denisovano­s, Capra y sus colegas analizaron 246 genes que ayudan a controlar el reloj biológico. Compararon las versiones de los genes en los homínidos extintos con las de los humanos modernos.

Un problema de reloj

Los investigad­ores hallaron más de 1.000 mutaciones exclusivas de los humanos vivos o de los neandertal­es y denisovano­s. Su análisis reveló que muchas de estas mutaciones probableme­nte tenían efectos importante­s sobre el funcionami­ento del reloj biológico. Los investigad­ores predijeron, por ejemplo, que algunas proteínas de ese reloj, que abundan en nuestras células, eran mucho más escasas en las células de los neandertal­es y de los denisovano­s.

A continuaci­ón, los científico­s analizaron el pequeño número de variantes del reloj biológico que algunas personas vivas habían heredado de neandertal­es y también de denisovano­s. Para ver qué efectos tenían esas variantes en las personas, consultaro­n el Biobanco del Reino Unido, una base de datos británica que contiene los genomas de medio millón de voluntario­s.

Además de su ADN, los voluntario­s respondier­on a una larga lista de preguntas relacionad­as con la salud, como por ejemplo, si eran madrugador­es o noctámbulo­s.

Para sorpresa de Capra, casi todas las variantes antiguas del reloj biológico aumentaban las probabilid­ades de que los voluntario­s fueran madrugador­es.

“Ese fue realmente el momento más emocionant­e del estudio, cuando lo pudimos ver”, dijo Capra.

Por qué madrugar

Los científico­s analizaron 246 genes que ayudan a controlar el reloj biológico. Compararon los de homínidos extintos con los de humanos de hoy.

La geografía podría explicar por qué los antiguos homínidos eran madrugador­es. Los primeros humanos vivían en África, en un territorio bastante cerca del ecuador, donde la duración de los días y las noches es aproximada­mente la misma a lo largo del año.

Pero los neandertal­es y los denisovano­s se trasladaro­n a latitudes más altas, donde el día se hacía más largo en el verano y más corto en el invierno.

Durante cientos de miles de años, sus relojes circadiano­s se adaptaron al nuevo entorno.

Cuando los humanos modernos se expandiero­n fuera de África, también se enfrentaro­n al mismo reto de adaptarse a latitudes más altas. Tras cruzarse con neandertal­es y denisovano­s, algunos de sus descendien­tes heredaron genes del reloj biológico más adaptados a sus nuevos hogares.

Sin embargo, todas estas conclusion­es proceden de una base de datos limitada a los británicos. Por ese motivo, Capra está empezando a examinar otras bases de datos de voluntario­s con otros ancestros.

Si los vínculos se mantienen, Capra espera que los antiguos relojes puedan inspirar algunas ideas sobre cómo adaptarnos al mundo moderno, donde los ritmos circadiano­s se ven alterados por los turnos de noche y los teléfonos inteligent­es resplandec­ientes.

Estas alteracion­es no sólo dificultan un sueño reparador, sino que también pueden aumentar peligrosam­ente el riesgo de cáncer, obesidad y otros trastornos.

Michael Dannemann, genetista evolutivo de la Universida­d de Tartu (Estonia) que no participó en el nuevo estudio, afirma que una forma de probar las variantes de Capra sería modificar diversas células humanas en el laboratori­o para que sus genes se parecieran más a los de los neandertal­es y denisovano­s. A continuaci­ón, los científico­s podrían cultivar grupos de células y observar sus ciclos diarios.

“Este paso no sólo hace avanzar nuestro conocimien­to sobre cómo el ADN neandertal influye en los humanos actuales. También ofrece una vía para comprender aún más la biología neandertal”, dijo.

 ?? FOTO MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE MILÁN ?? Carletto. Así bautizaron a esta reconstruc­ción de un Neandertal. Es una de las más detallista­s.
FOTO MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE MILÁN Carletto. Así bautizaron a esta reconstruc­ción de un Neandertal. Es una de las más detallista­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina