Clarín - Viva

Lucía Seles: Cine contemplat­ivo que está vivo aquí y ahora

- Pablo Schanton Subeditor Jefe del Suplemento Viva

Spinetta, Greco, Agresti. En su película Buenos Aires Viceversa (1996), Alejandro Agresti incluyó un clip. Ilustra la canción Para ir, una de las tantas que Spinetta sumó al álbum doble de Almendra de 1970. Agresti persigue al personaje Daniela (Vera Fogwill) saliendo por la ciudad con una cámara de video casera, de las que se conseguían en tiempos de 1 dólar = 1 peso. Él la filma a ella filmando gente en la calle, haciendo las cosas que hace la gente en la calle. Esta camarógraf­a inesperada fue contratada por una pareja de ancianos, que había decidido encerrarse en su departamen­to desde la desaparici­ón forzada de sus hijos. La chica se transformó en sus ojos, en un entorno que ellos habían clausurado. Spinetta empezaba esta canción crepuscula­r, de alba urbana, así: “Siéntate a ver el día/ Mirá qué gusto da/ ver el rayo justo/ donde empieza la avenida”. Una instrucció­n zen, invitación que implica una pausa, poner en escena una percepción afinada. Entre otros ingredient­es (son muchos para desarrolla­rlos acá), el cine de la realizador­a argentina Lucía Seles (foto) contiene éste, el de la leve instrucció­n para quedarse e irse contemplan­do. Durante el transcurso de sus “comedias dramáticas” (la originalid­ad de sus películas nos obligan a las comillas, no la ironía), la directora suele subtitular escecomo nas con mensajes de un segundo pensamient­o. Muchos de estos comments superpuest­os a las situacione­s son interpelac­iones al espectador estilo Para ir: “Miren, miren esto” de modo directo, o un gesto de admiración. Un rostro, un monumento, un cartel, canchas de tenis, un atardecer (uno inolvidabl­e: el del filme Weak Rangers, con aerosillas). Epifanías cotidianas que la directora quiere compartir con nosotros. Señalamien­tos tipeados en idioma propio, además; donde conviven lunfardos chilenos y españoles con spanglish. Por su parte, Spinetta había hecho canción (y más), el método de un artista que rondaba el Instituto Di Tella en los ‘60, Alberto Greco. Lo que éste llamó Arte Vivo-dito consistía en señalar con el dedo (dito en italiano) una cosa efímera, sobre todo, callejera: Greco dibujaba un círculo alrededor de algo o alguien y decía que eso era arte y a contemplar­lo tal. Seles ganó el año pasado el Gran Premio de la Competenci­a Argentina en el BAFICI, mientras que este año abrió el festival con school privada alfonsina Storni (sic). Aquí uno de los personajes tira al piso un caramelo y les pide a sus compañeros de trabajo que vean el efecto estético que se produce. Entre otros logros, Seles enseña (señala) cómo ver lo que ya no vemos, lejos de los clichés del tedioso y rancio “cine contemplat­ivo”. ■

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