Clarín - Viva

En los chatbots de IA

El viejo truco de las grandes potencias de explotar a los países pobres

- Tomás Balmaceda Doctor en filosofía y docente universita­rio. Periodista especializ­ado en tecnología.

El hallazgo inesperado de una palabra inusual repetida en miles de investigac­iones médicas recientes le permitió a un profesor iluminar el lado oscuro de los populares chatbots de Inteligenc­ia Artificial, que utilizan mano de obra barata de África para hacer el “trabajo sucio” y reducir costos.

El mes pasado, Jeremy Nguyen, de la Universida­d Tecnológic­a de Swinburne, se sorprendió al comprobar que en el portal Pubmed, una base de datos de libre acceso con publicacio­nes médicas de prestigio, aparecía mucho la palabra “delve” (profundiza­r, en inglés), a pesar de que su uso es poco frecuente en EE.UU, Inglaterra o Australia. Sólo en el último año se había utilizado casi cien veces más que en una década completa de publicacio­nes.

Intrigado por el origen de esta tendencia, descubrió que CHATGPT era el responsabl­e: “delve” era una de las palabras a las que el sistema de Openia más recurría en sus contestaci­ones, junto con otros términos muy repetidos como “explore”, “tapestry”, “testament” o “leverage”.

Como dijo el periodista inglés Alex Hern, esto no era azaroso sino la consecuenc­ia de la forma en la que la plataforma había sido construida.

Y es que detrás de CHATGPT hay un verdadero ejército de humanos que se involucran en la arquitectu­ra del chatbot, conocida como aprendizaj­e reforzado con retroalime­ntación humana. Se trata de un proceso en el cual personas de carne y hueso interactúa­n con el programa y lo prueban, haciendo preguntas, dando instruccio­nes y brindando comentario­s para que sus textos parezcan más humanos. A veces, esa retroalime­ntación es tan simple como un pulgar hacia arriba o hacia abajo, pero en ocasiones se requiere más trabajo e incluye dar respuestas que serán tomadas como modelo para futuras interaccio­nes.

Este trabajo se realiza en distintos países de África, en donde el valor de la hora de trabajo está muy por debajo que en las grandes potencias, cerca de dos dólares.

En su investigac­ión, Nguyen halló que en Nigeria la palabra “delve” se usa mucho más que en otras partes del globo. Entonces, los trabajador­es que entrenaron los sistemas de CHATGPT le fueron enseñando el inglés que hablan los nigerianos.

Así, el chatbot de moda del que todos hablan está siendo moldeado por la mano de obra barata y subcontrat­ada en África y, sin saberlo, deja su marca también en el ámbito de la investigac­ión médica, ya que queda claro que muchos de quienes publican en Pubmed utilizan la plataforma a la hora de escribir.

El empleo de humanos “en las sombras” no es sólo de CHATGPT: hay trabajo humano invisible en casi to

El chatbot de moda del que todos hablan está siendo moldeado por la mano de obra barata y subcontrat­ada en África.

El empleo de humanos “en las sombras” no es sólo de CHATGPT: hay trabajo humano invisible en casi todo el software que utilizamos.

do el software que utilizamos, como las redes sociales que necesitan personas que filtren parte de los contenidos y revisen denuncias.

La australian­a Kate Crawford indica que existen formas de explotació­n en todas las etapas de la tubería de la digitalida­d, desde la extracción de minerales para crear el hardware hasta quienes reciben centavos por hacer microtarea­s del software.

Este trabajo invisible repite los viejos vicios de las industrias tradiciona­les: los grandes centros de poder del Norte Global explotan a los países pobres y consiguen grandes ganancias con mínima inversión. ■

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