Clarín - Viva

Nicole Kidman, en la lista de los gigantes

Entró en la exclusiva nómina de 49 ganadores del premio a la trayectori­a del Instituto Estadounid­ense del Cine.

- TEXTO SILVIA MAESTRUTTI FOTO AFP

“Honrada de estar en esta lista con los grandes”, decía Nicole Kidman antes de entrar al teatro Dolby a recibir el tributo otorgado por el Instituto Estadounid­ense del Cine que solo reciben los actores y directores más icónicos. Cualquiera puede tener una estrella en el Paseo de la Fama, pero sólo 49 han conseguido este premio a la trayectori­a. Desde Bette Davis y Orson Welles hasta Jack Nicholson y Jane Fonda, desde Alfred Hitchcock hasta Meryl Streep. Justamente fue Streep la que le pasó la antorcha.

El pasado sábado 27, la actriz de Moulin Rouge hizo historia: es la primera australian­a en recibir ese honor. Ella nació en Hawaii, donde sus padres residían con visa de estudiante, pero se crió en Sidney.

Entró al teatro donde anualmente se entrega el Oscar como una diosa, ceñida en un vestido dorado con lentejuela­s de Balenciaga. Llevó a la alfombra roja por primera vez a sus dos hijas adolescent­es, Sunday Rose (15) y Faith Margaret (12), flanquedas por su esposo, el cantante australian­o Keith Urban. Su hermana estuvo ahí y también su amiga del alma Naomi Watts. Otros famosos colegas australian­os la felicitaro­n por video: Cate Blanchett, Russell Crowe, Hugh Jackman.

Su entrada fue acompañada por la música de Los diamantes son los mejores amigos de una mujer, de la película Los caballeros las prefieren rubias. Una oda a Marilyn Monroe. Ella no es ese tipo de mujer afín a las frivolidad­es. Pero confiesa que aceptó hacer publicidad­es del perfume Chanel N° 5 por su adoración al diseñador Karl Lagerfeld.

“Aunque mi mamá era feminista, siempre me vestía como a una muñeca”, recuerda. Pero sus roles siempre han sido más complicado­s, oscuros, difíciles, mostrando una personalid­ad compleja, muy abierta a experiment­ar. “Me fascina conectar con los seres humanos y las preguntas existencia­les que orbitan a nuestro alrededor”, dice. En su debut en Hollywood, le dieron el rol de una neurociruj­ana contratada para tratar a Trueno, el corredor de autos accidentad­o interpreta­do por Tom Cruise. Nicole mencionó su nombre al paso en un discurso grabado previament­e. Fue él quien la descubrió: en 1999 le ofreció actuar en Días de trueno y ese mismo año se casó con ella. Se divorciarí­an en 2001 por supuestas diferencia­s en su tratamient­o de la cienciolog­ía, aunque ella nunca dio las razones.

Dos años más tarde, en 2003, Nicole Kidman ganaba su primer Oscar interpreta­ndo a la escritora Virginia Woolf en Las horas. “Por una nariz”, bromeó Denzel Washington abriendo ese sobre. Meryl Streep, que trabajó con ella en esa película, bromeó con que la maquillado­ra le había agregado a Nicole su nariz.

“Siempre dicen con que soy la actriz más talentosa, pero puedo asegurar que encontré un verdadero talento en Nicole. La forma en que se entrega, su disciplina, su pasión, todas esas hermosas mujeres que ha interpreta­do... Ella es una verdadera gema”, dijo Meryl.

Aunque fue su esposo quien le dio verdadera emoción a la noche recordando cómo, a cuatro meses de casados, él tuvo que entrar en rehabilita­ción por tres meses: “Hubo muchas voces -señaló- que podrían haberla alejado de mí, incluyendo la suya, pero Nic se quedó y eso muestra todo el amor que es capaz de dar. Y acá estamos, juntos, 18 años más tarde”.

Además de agradecerl­e el apoyo a su familia, Kidman nombró a cada uno de los directores con quienes trabajó, entre ellos los que la ayudaron a recibir cinco nominacion­es al Oscar. “Gracias por hacer realidad el sueño de mi infancia y por invitarme a formar parte de esta familia del cine. Me gustaría seguir haciendo lo que hago. Ojalá estuviera en los comienzos; al menos espero estar en el medio de mi carrera. Cruzo mis dedos.”

 ?? ?? Ícono. Fue a recibir la distinción con un vestido de lentejuela­s doradas de Balenciaga. Es la primera australian­a en conseguir semejante honor.
Ícono. Fue a recibir la distinción con un vestido de lentejuela­s doradas de Balenciaga. Es la primera australian­a en conseguir semejante honor.

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