Meryl Streep y el desafío de seguir pese a King Kong
La actriz más respetada del mundo, Meryl Streep, está a días de cumplir 75. Hizo carrera con 4 hijos a bordo y vive comprometida con su género y su tiempo. ¿Qué se puede aprender de ella?
“Gracias por no cansarse de mí”, resumió la actriz Meryl Streep en la Riviera francesa, con el marco imponente del Festival de Cannes, que terminó el domingo. Lo hizo al recibir, nada menos, la Palma de Oro de Honor por sus 50 años de carrera. Lloraba y se había puesto colorada. Lloraba también quien le entregaba el premio, su colega parisina Juliette Binoche.
En una época en que las nuevas generaciones (especialmente locales) apuestan a la inmediatez y varios de sus referentes prefieren lanzarse a carreras artísticas sin importar mucho si están a la altura, Meryl Streep es ejemplo de preparación. Tiene licenciatura, maestría y doctorado en Arte Dramático.
Siguió su vocación adolescente, esa que lleva a anotarse en todas las oportunidades de subirse a un escenario en un contexto escolar, pero después la arropó con una formación académica impecable.
Hoy, cuando los críticos cinematográficos hablan de ella, dicen que es “camaleónica” y que es capaz de calzarse acentos y hablar como si fuera de otro país con gran facilidad. Lo demostró en varios papeles, donde tuvo diálogos como si fuera inglesa (La dama de hierro), polaca con acento alemán (La decisión de Sophie), italiana (Los puentes de Madison), danesa (Africa mía) o irlandesa (Bailando entre sueños) y la lista sigue. Tiene y mantiene un talento desbordante.
¿Pero es sólo eso lo que la hace distinta en la hollywoodense hoguera de vanidades?
Meryl Streep, más que una diva total, tiene una vida total. En paralelo a su carrera, pudo formar una familia junto al escultor Don Gummer, su compañero por casi 40 años, de quien se separó en 2017. La prensa se enteró de esa ruptura seis años después, recién el año pasado. Porque para Meryl la vida privada es muy privada.
Gummer y Streep se casaron en 1978 y al año siguiente nació Henry, cuando la actriz tenía 30 años y se había estrenado Kramer vs. Kramer.
Fue un momento especial. Por ese filme recibió su primer Oscar y enterró el mal trago del casting fallido para King Kong, en 1976, cuando le dijeron que era fea para el papel que finalmente asumió Jessica Lange.
Su hija Mamie también vino con un premio bajo el brazo. Meryl estaba embarazada de cinco meses cuando recibió el segundo Oscar por su trabajo en La decisión de Sophie. En 1986 nació Grace y en 1991, Louisa.
Por contrato, nunca se ausentó más de 15 días de su casa.