Clarín

Leonor Manso, la monarca

Brilla junto a Daniel Fanego en “El león en invierno”, un drama sobre la realeza de hace más de 800 años.

- Marina Zucchi mzucchi@ clarin.com

Componen a la reina Leonor de Aquitania y a Enrique II de Inglaterra. Y cuentan su historia de romance y odio en “El león en invierno”, en el Regina. Una obra intensa para actores ídem.

Afuera, minifaldas. Adentro, miriñaques. Afuera, verano. Adentro, invierno. Afuera, el 2013. Adentro, 830 años menos. Afuera es la puerta del Teatro Regina. Adentro, un templo en el que Daniel Fanego es el rey Enrique II y exclama: “Deberías creerme hasta cuando miento”. Todos le creen. A él y su reina, Leonor Manso. Acaban de estrenar El león en invierno, de James Goldman, y aquí dentro hay otros adentros: el público los ve retorcerse de deseo, amor y odio y no sólo les cree cada mentira, sino que las agradece de pie. “El texto es una cosa, pasarlo por el cuerpo es otra”, dirá luego Manso, tablas abajo. No hay palabra que no pase ferozmente por esos dos cuerpos.

Navidad del año 1183. Todo el invierno en un día. Enrique II de Inglaterra reúne a su esposa, la reina Leonor de Aquitania, para elegir heredero. Por ese rol, los sedientos retoños podrían arrancarse los ojos. En medio de la discusión están sus tres hijos (interpreta­dos por Sergio Surraco, Fabio Di Tomaso y Manuel Fanego, hijo de Daniel), la amante del rey ( María Alché) y el hermanastr­o de ella (Felipe II de Francia, a cargo de Ignacio Rogers). Lo que podría ser una clase de historia, saca a la luz sentimient­os y otras yerbas: desde el tópico de la política al del sexo, la traición, la decrepitud, el vacío y la muerte.

Un Quinquela Martín del techo al piso adorna la antesala en la que sus majestades otorgan la entrevista. Cientos de hombrecito­s con las espaldas cargadas y el gesto profundo. Por estos días Manso y Fanego también cargan en la espalda y todo el cuerpo con un peso: el de interpreta­r a dos monstruos que aman con la misma intensidad con que la que odian.

Dirigidos por Pompeyo Audivert, Manso y Fanego disfrutan de la pareja protagónic­a por primera vez. Los unió el cine en Los condenados, de Isaki Lacuesta, y la televisión en El

elegido. Entre los dos suman más de 100 obras y, en un cálculo rápido, más de 8.000 horas de ensayos y de búsqueda “de la luz”: “Al principio uno no sabe que este proceso es misterioso, hasta que comprende ese acto de unción. El ensayo es como una instancia en medio de la oscuridad hacia algo luminoso”, explica Fanego como quien dicta una clase de teatro. La “profesora” agrega: “Las palabras están cargadas de sentido y sensibilid­ad, y esas palabras son energía. Uno es el medio y cuando pasa por el cuerpo esas palabras, produce una explosión. Hay que dejarse que las palabras vayan penetrando”. ¿ Es más complejo para un actor remontarse a casi 10 siglos atrás en la historia o en realidad es más dificultos­o el

presente, si es verdad eso de que el presente sólo se entiende en retrospect­iva?

Manso: No sabría precisarlo, pero sí puedo decir que es más atractivo. Todo este período de la Edad Media lo leí en la época de la escuela secundaria, y llegar a esta obra fue de nuevo ponerse a leer y a investigar esa época. Uno tiene a la Edad Media como una edad de bárbaros, que en parte lo eran, pero también estaban los adelantado­s como Leonor de Aquitania, esta mujer especial, amante de la poesía y la música, que tenía un concepto de los vínculos amorosos de tal libertad que más de uno envidiaría hoy.

Fanego: Hay distintos momentos de la Edad Media. En esta obra estamos ante el nacimiento de la casta gobernante en Inglaterra. Entre Leonor de Aquitania

y Enrique Plantagene­t reunían toda la prosapia y los territorio­s necesarios como para ser dueños del mundo. Dos monarcas. Leonor fue mujer de Luis de Francia. Mujer tremenda para la época, que había viajado por el mundo, que se divorció de su marido, hizo anular el matrimonio y se enamoró de Enrique, quien era diez años menor. Enrique es otro transgreso­r en épocas en que el rey era una forma más o menos civilizada de encontrar cierta serenidad dentro del contexto político del momento.

Manso: Cuando Enrique decide entronizar a una de sus amantes, Leonor enfurece y se levanta en armas y va al campo de batalla a luchar contra él. Hay diez hijos en el medio. Y para que tengan una dimensión de lo que implica esta historia, alcanza con una frase de ella que es terrible: “Si hubiéramos sido estériles, hoy hubiéramos sido felices”.

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Leonor y Daniel. Habían trabajado juntos, pero éste es su primer protagónic­o en común.
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en teatro para Manso y Fanego. Ya habían compar
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Protagónic­o Es la primera vez juntos en teatro para Manso y Fanego. Ya habían compar tido cine y TV.

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