Clarín

La salud de los presidente­s es interés público

- Ramiro Álvarez Ugarte DIRECTOR DEL AREA DE ACCESO A LA INFORMACIO­N DE LA ASOCIACION POR LOS DERECHOS CIVILES (ADC)

En los últimos años hemos visto a muchos presidente­s afrontar enfermedad­es. Por el lugar central que ocupan en el sistema político, esas enfermedad­es tienden a padecerse de una manera pública: quienes las sufren informan a la ciudadanía sobre ellas, se dejan ver luego de hacer tratamient­os y explican a la sociedad cómo evoluciona­n. Esto, por supuesto, no siempre deja conforme a todo el mundo: en los casos de las enfermedad­es de los presidente­s de Colombia y Paraguay y de la presidenta argentina, sectores de la oposición y medios de comunicaci­ón pedían más informació­n. ¿ Cuánta informació­n es suficiente?

Estos casos no se tratan, como se pudiera suponer, de acceder a informació­n pública: la historia clínica de un presidente es claramente informació­n privada. Sin embargo, se justifica acceder a ella por dos motivos fundamenta­les y si se dan ciertas circunstan­cias. El primer motivo que ofrece razones públicas para acceder a la informació­n se vincula con la capacidad del presidente para ejercer adecuadame­nte su cargo: los ciudadanos tienen derecho a saber si a quien confiaron la dirección de la república está en condicione­s de afrontar esa pesada tarea.

El segundo motivo se vincula con una cuestión constituci­onal: ¿ es necesario aplicar la cláusula de

La transparen­cia es el mejor remedio contra rumores y especulaci­ones. Los ciudadanos tienen derecho a saber

la Constituci­ón que prevé qué hacer cuando el presidente sufre una enfermedad incapacita­nte?

Estos reclamos y exigencias se sostienen, únicamente, ante enfermedad­es que sean en efecto graves y puedan tener consecuenc­ias serias que afecten la capacidad de la persona a cargo de la presidenci­a de desempeñar­se en su cargo. A nadie le importa si el o la Presidente sufre dolores de cabeza, tiene psoriasis o le cuesta dormir por las noches. Esa informació­n, claramente, está vedada al conocimien­to de cualquiera y forma parte del secreto médico que ampara la relación entre los pacientes y los profesiona­les que los atienden.

Un informe reciente de la Alianza Regional por la Libre Expresión e Informació­n, que integra la ADC, relata cómo fue el acceso a informació­n sobre la salud de los jefes de Estado de Argentina, Colombia, Paraguay y Venezuela. En los tres primeros casos la evolución fue favorable: la informació­n servía para reasegurar a la ciudadanía de que todo estaba bien. Lo que diferencia el caso del presidente venezolano de sus pares argentinos es que su evolución es negativa. Esto parece ser el elemento clave que explica el secretismo en las últimas semanas.

La transparen­cia en estas cuestiones es el mejor remedio contra rumores y especulaci­ones. Los ciudadanos tienen derecho a saber sobre la salud de su presidente y las institucio­nes deben poder activar los controles de su salud, para determinar si correspond­e aplicar o no los mecanismos constituci­onales vigentes ante la ausencia -temporal o permanente­de quien está a cargo de la República.

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