La opción es Constitución o populismo
Las elecciones de 2013 son legislativas y ello supone - en teoría- una mayor fragmentación del voto. El resultado final del acto eleccionario entre oficialismo y oposición se habrá de medir por el número de legisladores que sume el partido de gobierno versus la suma de los representantes que obtengan cada una de las fuerzas políticas de oposición.
Existen razones que permiten prever que las próximas elecciones en la Provincia de Buenos Aires estarán rodeadas de características y excepcionalidades tales que el electorado necesariamente se polarizará entre la oferta electoral oficial y la mejor posicionada de la oposición en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias.
La Presidenta llegó al gobierno en 2007 con el compromiso explicitado de mejorar la “calidad de la democracia”. Hoy nos cuesta encontrar en nuestra maltratada experiencia republicana y democrática un período de mayor atropello y degradación institucional.
El turno electoral de 2013 no será una simple elección legislativa sino una definición acerca de si los argentinos somos capaces o no de preservar los derechos y garantías contenidos en la Constitución Nacional o si abrimos la puerta a la institucionaliza-
El resultado electoral en Buenos Aires será definitorio y probablemente pase por encima de las especulaciones de los dirigentes
ción del populismo, con su secuela de anomia.
Salvo excusas forzadas, nada obsta a que las fuerzas políticas opositoras de la Provincia de Buenos Aires puedan converger en 2013 en un acuerdo amplio de carácter legislativo, dirimiendo en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias la composición de las listas definitivas de representantes. Ello significaría confiar plenamente en la participación del ciudadano, que con su voluntad resolverá las diferencias que somos incapaces de superar los dirigentes.
El resultado electoral en la Provincia de Buenos Aires será definitorio para la República y la ciudadanía en 2013, y probablemente pase por encima de las especulaciones de los dirigentes, porque la disyuntiva será democracia republicana y representativa o populismo y será más importante el rigor en las conductas de los representantes que el “purismo” ideológico. ¿ O acaso la corrupción tiene ideología?
Las movilizaciones populares del 13S y del 8N fueron ejemplo de modernidad, respeto y pluralidad en las demandas de una sociedad. Ambas fueron interpelaciones a la dirigencia política para que asuma su representación. La sociedad no se siente contenida ni representada por un sistema político fragmentado y débil que, luego de ser “barrido” por la crisis de 2001, no supo, no quiso o no pudo reconstituirse. La competitividad electoral y la posibilidad de alternancia en el poder son valores definitorios de una democracia republicana y representativa moderna.