Una comedia con todos los condimentos
Con Adrián Suar y Natalia Oreiro como protagonistas, la tira de El Trece tuvo un arranque con todos los condimentos del género.
Anoche debutó “Solamente vos”, por El Trece, con Adrián Suar y Natalia Oreiro. Una fórmula con dos especialistas del género.
El gran Alfredo Alcón, palabra autorizada para hablar de actuación y de lo que quiera, sostiene que “es más difícil hacer comedia que drama, sin dudas”. Y, para sostener su teoría, se ampara -cada vez que sale el tema en sus entrevistas- en la intención de ese género de “alegrarle la vida al otro”. Al menos una mueca de gracia, de ésas que anoche, en el debut de
Solamente vos ( a las 21.30, por El Trece), el espectador habrá tenido unas cuantas. En un hilván de paredes -de las que se tiran en el fútbol cuando se habla de jue
go bonito-, Adrián Suar y Natalia Oreiro demostraron en un nutrido puñado de escenas que la química prometida entre ellos tuvo, ya en el arranque, su punto de ebullición.
Con un largo recorrido en la comedia y con unos cuantos anclajes en la comedia romántica, los dos llegaron a esta tira de Pol-ka ( cuya gestación, como fórmula al menos, data de hace seis años) con un tiempo de maduración personal que tuvo ayer su ref lejo en pantalla. No sólo porque Juan, el personaje de él, sea padre de cinco criaturas y entonces la simple problemática del galán clásico le pueda quedar chica, sino porque se ve que, a los dos, el paso del tiempo u les afiló algunas herramientas. Y, además, coinciden en el timing para la comedia, sin perseguir la parodia ni la humorada, ni la gestualidad exagerada.
Fue, en un sentido, un primer capítulo distinto a los que suele mostrar la TV argentina, en los que la presentación de los personajes se come al nudo de la historia. Es cierto que aquí hubo un paneo por el universo de Juan (su esposa, sus hijos de entre 20 años y primer grado, su hermana y su padre asumido hace poco como gay) y de Aurora, la peluquera que compone Oreiro: su madre demandante, su padre dependiente, su hermana, su asistente y su amante, un sólido Juan Minujín que interpreta a un empresario discográfico, casado, que de adolescente tuvo una banda musical… junto a Juan, su mejor amigo, futuro novio -se supone- de su actual novia.
El repaso por cada quien fue lo suficientemente rico como para comprender el juego de los roles y lo suficientemente corto como para dar paso a la historia escrita por Marta Betoldi, Lily Ann Martin y Daniel Cúparo: en el arranque, la mujer de Juan (la versátil Muriel Santa Ana) le pide “un tiempo”, él entra en crisis y en medio de un concierto como director de orques- ta (en una escena de suma elegancia, en el Teatro Colón) se desmaya y deja al descubierto todas sus carencias. Luego, en el hospital (ojalá no sea como el de Montepío de Malparida al que caían todos los personajes del programa, ricos, pobres, policías, ladrones), conoce a Aurora, que está acompañando a su madre (Ana María Picchio).
Y ahí, con la lluvia ( un clásico infaltable de cada primer capítulo de tira pol- kiana) del otro lado del vidrio, tuvieron un diálogo en penumbras, sereno y con clima de confesionario, que permitió confirmar que ser comediante no sólo requiere de la capacidad de la gracia. Y, por lo que se vio en el puntapié inicial de la historia, la fórmula Oreiro-Suar sumó sus dones para el género.