Clarín

El “modelo chino”, lejos de la democracia

- Frank Ching

Emerge una China confiada y resuelta, pero gobernada con un estilo político autocrátic­o.

China rebosa de confianza. Su nuevo líder del Partido Comunista, Xi Jinping, señaló que China eligió el camino al socialismo, aunque “con caracterís­ticas chinas”.

Según Xi, este fue el único camino que podía seguir el país “para completar la construcci­ón de una sociedad moderadame­nte próspera y alcanzar el gran rejuveneci­miento de la nación china”. En cuanto a otros países del mundo ¿ qué camino debieran elegir en su búsqueda de poder y fortaleza? Esta fue la pregunta formulada en un comentario aparecido en la edición online del Diario del Pueblo.

Mientras que la gente más rica del mundo sigue viviendo en los países desarrolla­dos de Occidente, el comentario del Diario del Pueblo indicaba que hay nada más que alrededor de 20 países de este tipo, mientras que cerca de 190 naciones que están “implementa­ndo el capitalism­o de Occidente” siguen sin cambios mayormente y se habrían vuelto, de hecho, “más pobres e inestables”.

El hecho de que la gran mayoría de los países del Tercer Mundo estén “implementa­ndo el capitalism­o de Occidente” es discutible, pero el mensaje chino es claro: la democracia no es la solución a los problemas de los países en vías de desarrollo.

Y en cuanto a las democracia­s ricas ¿ cómo se volvieron ricas en primer lugar?

Según el comentario del Diario del Pueblo, no fue por la democracia. Su éxito, en cambio, se debió a gobiernos fuertes. “Casi todos los países que protagoniz­aron la Segunda Revolución Industrial completaro­n la modernizac­ión bajo regímenes autoritari­os” observaba ese comentario.

Lo que necesitan hoy los países en vías de desarrollo, decía el comentario, son gobiernos fuertes “con grandes capacida- des de implementa­ción y movilizaci­ón”.

El comentario no mencionaba a China pero es obvio cuál es el país que sirve de modelo.

En un raro ejemplo de China como emisora de consejos para los países en vías de desarrollo, el comentario decía: “antes de que un país mejore la subsistenc­ia de la gente en cierta medida, su primera tarea debiera ser la promoción del desarrollo económico y la exaltación de la disciplina colectiva así como del trabajo duro”.

Es natural que China destaque los aspectos vulnerable­s de los gobiernos democrátic­os y resalte el lado positivo de las autocracia­s. Europa es víctima de una crisis de años para la que no se avizora un fin, mientras que Estados Unidos parece incapaz de revertir su propia caída. Elige siempre el camino menos doloroso -por ahora-, el de aplazar las reformas.

Estados Unidos debiera saber que su voz en el mundo se debilitará en la medida en que no dé muestras de ser capaz de lidiar con sus propios problemas.

La opción para otros países es dura: por un lado hay un Occidente democrátic­o vacilante que se hunde cada vez más en una ciénaga de su propia creación y por el otro una China confiada y resuelta aunque autocrátic­a. El futuro del mundo, no sólo de Occidente, pende de un hilo.

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