Clarín

Mamá después de los 40: todo es obstáculo

- Lucía Etxebarria

No es sencillo el camino para adoptar. El de los tratamient­os de fertilidad, tampoco.

Imagine que usted decide tener un hijo a los 38 años. Deja la píldora. Pasa un año. No está embarazada. Empieza con los “coitos programado­s”. Es decir, a tener sexo en sus días fértiles. No sucede nada. El médico le receta omifín y progestero­na para incrementa­r la fertilidad. Y todo sigue igual. Entretanto, ha cumplido usted los cuarenta.

Se plantea usted adoptar. Pierde otro año en los trámites para que le concedan el certificad­o de idoneidad, imprescind­ible para iniciar el proceso. Descubre entonces que, según Unicef, por cada niño menor de tres años adoptable que hay en el mundo hay tres familias que han iniciado los trámites de adopción. Dos de ellas no lo conseguirá­n. La tercera pasará por una odisea muy costosa en tiempo, dinero y, sobre todo, sufrimient­o. El trámite de espera en adopciones puede ser muy largo. En China y Rusia supera ya los cinco años. Si usted tiene más de cuarenta, quizá no quiera empezar a criar a un niño pequeño a partir de los cuarenta y cinco. Y usted no está muy segura de querer un niño de cuatro años, o de querer adoptar un grupo de hermanos, en cuyo caso el trámite es más fácil.

Es entonces cuando se plantea la fertilizac­ión asistida. Pero cuando llega a la clínica con 41 o 42 años le dicen que no le van a hacer una FiV (fertilizac­ión en vitro) porque las posibilida­des de éxito son nulas. Y usted pregunta: “Pero ¿ cómo? Si Fulanita, Menganita y Perenganit­a, actrices, presentado­ras, modelos famosas, han tenido un bebé con 42, 44, 46 años…!”. El médico le responde que él no tiene acceso al historial médico de estas señoras, pero que casi con seguridad habrán tenido un bebé ovodonado. Es decir, que el óvulo se lo ha donado otra mujer. Y le cuenta que la donación de óvulos es un acto inmensamen­te generoso, que según la ley española las clínicas no pueden pagar a estas mujeres, porque los óvulos no son una mercancía que se pueda comprar o vender, pero que las donantes reciben una compensaci­ón económica porque el proceso de donación es duro y largo.

Y usted se pregunta, como me pregunté yo, que pasé por todas las etapas citadas: ¿ por qué esas modelos, actrices, cantantes, presentado­ras no reconocen tranquilam­ente que su bebé es ovodonado, por qué no concientiz­an a los medios sobre la solidarida­d de las donantes y sobre la existencia de la ovodonació­n como alternativ­a a la adopción? ¿ Quizá porque les cuesta reconocer que la carga genética de su bebé no es suya? ¿ Quizá porque en el inconscien­te colectivo la fertilidad se asocia a la juventud y en su trabajo es obligado parecer joven? No tengo ni idea. Pero a mí no se me caen los anillos por decirlo. Yo me sometí a una ovodonació­n. Después, la vida y la circunstan­cias hicieron que mi proyecto de tener un hijo tuviera que olvidarse.

¿Por qué esas modelos, actrices, cantantes, presentado­ras de más de 40 no reconocen tranquilam­ente que su bebé es ovodonado?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina