Seguidilla de accidentes fatales y medidas que no se aplicaron
En 2010 prometieron GPS en micros y más control a los choferes, pero no hubo avances.
Los colectiveros comenzaron a estar en el foco de los controles desde el año 2010, un año en que el 30% del centenar de personas que murieron en siniestros viales fueron atropelladas por colectivos. El 16 de agosto de ese año, un nene de 5 años murió arrollado por un micro de la línea 15 en Honduras y Scalabrini Ortiz.
A raíz de la muerte de este nene, que se llamaba Facundo, hubo una reunión en la que participaron el Gobierno nacional y el porteño en las que se acordaron algunos mecanismos de control que jamás se implementaron. Por ejemplo, se anunció que antes de fin de 2010 todos los colectivos iban a contar con equipos de GPS para controlar sus rutas y las velocidades máximas. Y que la CNRT iba a recibir los datos de los choferes que habían cometido infracciones los dos años anteriores para aplicarles sanciones. Pero todo esto quedó en la nada.
Por su parte, el Gobierno porteño en aquel entonces lanzó operativos de control, poniendo el énfasis en la retención de las licencias de los choferes profesionales que cometían faltas graves. Entre agos- to de 2010 y julio de 2011 le retuvo el registro a 1.271 colectiveros. El 90% había pasado un semáforo en rojo. En cada caso, los agentes de control de tránsito se subieron a los colectivos para explicarles a los pasajeros el motivo de la demora e identificar al chofer.
Sin embargo, los controles fue- ron disminuyendo. Y resultó clave una reforma al Código de Tránsito que la Legislatura porteña introdujo en octubre de 2011, con la ley 3916. Esta norma estableció que sólo se podía retener el registro de los conductores que pasan un semáforo en rojo si superan la velocidad máxima en más de 40 km/h. Se trata de una ley de muy difícil aplicación, sobre todo en el caso de los colectiveros. Por otra parte, cuando no se identifica al conductor del colectivo, las multas terminan siendo pagadas por las empresas y no por el chofer, por lo que pierden su sentido ejemplificador.