Carlos Reboratti
¿Ahora interesa el medio ambiente?
Es llamativa la referencia de Cristina Kirchner, en Abu Dhabi, a la cuestión ambiental.
En su discurso ante la Cumbre de la Energía recientemente realizada en Abu Dhabi, la Presidenta se refirió al tema del cambio climático y en general a la necesidad de vivir en un “medio ambiente sustentable”, llamando la atención sobre la indudable responsabilidad por la gran emisión de gases de efecto invernadero de países como los Estados Unidos, y la consecuente necesidad de que éstos contribuyan a un desarrollo ambiental equitativo del resto de los países.
Sin considerar cierta vetustez de sus argumentos ( el tema de la llamada “deuda ecológica” de los países más desarrollados ya lleva muchos años de infructuosa discusión), llama poderosamente la atención que CFK se haya referido específicamente a la cuestión ambiental, cuando hasta ahora ésta no figuraba en su numerosa y variada lista de intereses.
Es más, hasta se podría decir que es un tema que le causaba irritación: vetó la primera ley de glaciares, postergó un año la reglamentación de la ley de bosques, atacó a los ambientalistas que protestaban por la instalación de una mina a cielo abierto, no participó -ni tampoco lo hizo su Secretario de Medio Ambiente- en la Conferencia de Río+20, la reunión internacional más importante sobre el tema
Llama la atención que CFK se haya referido en Abu Dhabi a la cuestión ambiental, cuando hasta ahora ésta no figuraba en su lista de intereses
ambiental de los últimos años.
Tampoco la Argentina ha tenido una participación activa en las reuniones alrededor de la continuación del Protocolo de Kyoto, ya que allí su presencia ha sido sólo formal.
Entretanto, en el frente interno siguen sin miras de solucionarse temas ambientales de fuerte impacto social y económico como la contaminación de los ríos urbanos, el monocultivo sojero, la aplicación no regulada de agroquímicos o los desmontes ilegales, y el Gobierno no parece preocupado por los potenciales efectos ambientales de la utilización de la técnica de fracking en el yacimiento neuquino de Vaca Muerta.
Al mismo tiempo muchas inversiones calurosamente apoyadas desde el Poder Ejecutivo despiertan preocupación por su potencial impacto ambiental, como las obras hidroeléctricas del río Santa Cruz o algunos de los proyectos de minería a cielo abierto.
Por su parte, la Secretaría de Medio Ambiente continúa siendo un organismo al cual nadie en el Gobierno parece consultar y carece de poder de control efectivo sobre los temas a los cuales nos referíamos.
Sin embargo, y para demostrar su novedosa preocupación ambiental, la Presidenta viaja casi todos los fines de semana a Calafate volando 5.400 kilómetros en un jet semivacío, por lo cual posiblemente se haya convertido en la persona que individualmente más contribuye al cambio climático en nuestro país, lo que no es poca cosa.