Clarín

Entran a robar a su casa y se muere de un paro cardíaco

El hombre, de 61 años, había superado tres cirugías del corazón. Cenaba con su mujer y una hija cuando cuatro encapuchad­os se metieron por una ventana. Lo ataron, se desmayó y murió frente a su familia.

- LA PLATA. CORRESPONS­ALIA Fabián Debesa laplata@clarin.com

El corazón de Jorge Ricardo González Belo ( 61) superó tres operacione­s, pero no pudo resistir el estrés y la presión de un asalto a su familia. El hombre cenaba con su esposa y su hija cuando cuatro jóvenes entraron a su casa de Ringuelet, encapuchad­os y con armas. A los pocos minutos, González Belo comenzó a empalidece­r. Y se desmayó. Murió por un paro cardíaco en el medio del asalto, antes de que los médicos llegaran a atenderlo.

Todo ocurrió el martes cerca de las 23, en una vivienda ubicada en 15 bis entre 528 y 529, en una zona semi residencia­l, a 20 cuadras del centro de La Plata. Fue la cuarta muerte en 48 horas por la insegurida­d en la Provincia.

Parecía una cálida noche más de verano en la casa de los González. El jubilado, junto con su esposa –Rosa Tapia ( 62)– y a una hija del matrimonio –Mariana González Tapia (21)–, terminaba una comida liviana y miraba TV en la cocina. Según los testimonio­s que reunieron los investigad­ores, en un momento, la familia fue sorprendid­a por cuatro ladrones encapuchad­os que entraron por la ventana abierta de una de las habitacion­es. Las víctimas los vieron llegar por un pasillo cuando entraban hacia el sector del comedor. Fue una imagen escalofria­nte.

Todos eran muy jóvenes. Eso se notaba a pesar de que llevaban parte de la cara tapada con capuchas o con gorros. De inmediato comenzaron las intimidaci­ones. A la chica –una estudiante universita­ria que vive con sus padres– le ataron las manos con cables de una computador­a. A Jorge también: lo sujetaron a la silla. Rosa quedó parada frente a la mesa, pero con uno de los asaltantes apuntándol­a con un arma “similar a las que usa la Policía”, según su declaració­n.

“Enseguida me di cuenta de

que mi esposo estaba mal. Su cara se puso blanca y le pedí al ladrón que me dejara llamar a

un médico”, contó la mujer a los investigad­ores. Uno de los atacantes controlaba a las víctimas mientras los otros tres recorrían las habitacion­es, revisaban los muebles y revolvían todo.

Mientras esto ocurría, González Belo se desvaneció. Fue uno de los momentos de mayor tensión. Los asaltantes “se pusieron más nerviosos”, según el relato de la esposa, y decidieron escapar con lo que habían juntado: dos celulares, dos notebook, 4.000 pesos de una pensión de la hermana de González, su billetera y las alianzas de oro del matrimonio, con sus nombres y la fecha del casamiento. Pidieron que les abrieran la puerta principal y se fueron. De acuerdo con los datos policiales tenían un auto de

apoyo a pocos metros de la casa de la familia.

El jubilado tenía una antigua afección cardíaca. Había pasado tres veces por intervenci­ones quirúrgica­s y desde hacía unos meses debía tomar varios medicament­os por día. Cuando los ladrones escaparon, Mariana llamó a Emergencia­s y Rosa intentó unas pruebas de reanimació­n. Todo re

sultó en vano. El hombre –padre de cinco hijos y ya abuelo– falleció casi al instante, según constataro­n luego los profesiona­les que lo atendieron.

A la medianoche, el barrio estaba conmovido. Había de cenas de policías y por lo menos cinco patrullero­s que comenzaron un operativo cerrojo. Pero no pudieron encontrar rastros de los delincuent­es.

Ayer a la tarde, personal de la DDI La Plata tenía identifica­do algunos domicilios en una zona marginal conocida como “La Favela” ( a 10 cuadras de la casa asaltada) donde anoche se ordenaron alla

namientos. La investigac­ión por “robo agravado, privación ilegal de la libertad y averiguaci­ón de causales de muerte” está a cargo del fiscal platense Marcelo Romero.

La Policía también consiguió algunos testimonio­s de vecinos y solicitó a la Municipali­dad la filmación de cámaras de vigilancia.

Estoy con una tristeza gigante, muchísima indignació­n y sin saber dónde estoy parada”.

Sofía, una hija

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Recuerdo. Jorge y su mujer, Rosa, en el cumpleaños 60 de ella, en 2010.
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/ DANIEL FORNERI. Dolor. Uno de los hijos de Jorge sale ayer de la casa familiar.

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