La violencia impidió otro clásico en Mendoza
Esta ciudad, que el próximo martes recibirá el segundo Boca-River del verano, fue epicentro de graves incidentes que provocaron la suspensión del clásico entre Independiente Rivadavia y Gimnasia, y que dejaron como saldo varios heridos y detenidos. Como ocurrió en Rosario, el clásico no pudo jugarse. Independiente (milita en la B Nacional) había organizado un partido en su estadio contra Gimnasia (del Argentino A) para celebrar su aniversario. Pero la fiesta terminó en caos. Antes del encuentro, cuando en el estadio había 15 mil personas y mientras jugaban las viejas glorias de ambos clubes, comenzaron los problemas. Desde su tribuna, los hinchas de Gimnasia comenzaron a agredir a los simpatizantes locales lanzando objetos contundentes hacia la platea. Incomprensiblemente, sólo estaban divididas por un cordón de 6 policías que no pudieron impedir que hinchas de ambos clubes cruzaran un débil vallado para pelearse mano a mano. La barra de Gimnasia aún no había ingresado al estadio y la situación era un caos. Con balas de goma, gas pimienta y gases lacrimógenos, la Policía reprimió y sacó con violencia a los hinchas de Gimnasia de la tribuna. Mientras, en el medio de la cancha, los presidentes de ambos equipos ( Daniel Vila y Fernando Porreta) sonreían para la foto en la entrega de plaquetas recordatorias. Los jugadores de Gimnasia tomaron la decisión de no salir a jugar el partido, ya que en la tribuna sus familiares habían vivido momentos de terror. Mientras en la platea crecían las críticas a Vila por la organización del partido, para la Policía la única culpable de los incidentes fue la hinchada de Gimnasia.