Clarín

Abierto con tenis y algo más

Hay partidos extraordin­arios y, también, un ejercicio de consumo potente. Los espectador­es igual se van felices.

- MELBOURNE. E. ESPECIAL Luciana Aranguiz laranguiz@clarin.com

Cada mañana, la primera postal que ofrece al visitante el Melbourne Park es la larga fila de personas que espera pacienteme­nte para comprar su entrada. Y, dentro del complejo, la imagen se repite. Hay hileras para conseguir algo de comer o para saciar la sed; e incluso para comprar un recuerdo del torneo. Y al final de cada una, el fanático debe sacar la billetera del bolsillo. Porque quien viene al Mebourne Park a ver tenis, termina consumiend­o cuanta cosa se le cruce delante de los ojos.

El operativo de seguridad asusta a cualquiera que piense en colarse sin su entrada. Para poner un pie dentro del complejo, los tickets arrancan en 35 dólares australian­os ( unos 183 pesos) el ground pass, que permite ingresar a cualquiera de las cancha menos importante­s. Pero si se quieren ver los partidos en los tres escenarios principale­s, es necesario desembolsa­r un poco más. Desde 70 en la primera semana, hasta 390 para las fases finales.

En cada jornada, para no perder las fuerzas, los fanáticos no dudan en gastar lo que se les pida. Las opciones son variadas, y los precios también. Desde sandwiches y ensaladas que no superan los 15 dólares australian­os, hasta restaurant­es con menús que rondan los 50. Un vaso de cerveza cuesta entre 7 y 9 dólares; y por 10, se puede disfrutar una gaseosa o de un café.

Para mantenerse al día con el partido -que después de todo es lo que se vino a ver- los vendedores ambulantes ofrecen las clásicas radios para seguir las transmisio­nes en vivo por 10 dólares. O los programas oficiales, por casi 20. Así van pasando las horas, y las billeteras van perdiendo peso. Por supuesto, nadie quiere irse sin un recuerdo, algo que sirva de prueba para decir “yo estuve allí”. Para eso no hace fal- ta más que acercarse a cualquiera de las tiendas desparrama­das por todo el complejo. A algunos, en especial a los más chicos, no le alcanzan las manos para llevarse los más variados productos. Remeras que arrancan en los 40 dólares (siempre en moneda local), gorros de 30, bolsos y mochilas de 50, llaveros a 10 (unos 52 pesos). La lista sigue y sigue. Medias, muñecos, tazas, productos de computació­n, paraguas, vasos térmicos. Y claro, las famosas toallas. Esas iguales a las que usan los jugadores durante los partidos y que pueden llevarse a casa por 50 dólares. Así, cerca del final del día, la bolsas con los rostros de los jugadores impresos en el frente se pasean colgando de los brazos de sus dueños. Y miles de gorros oficiales protegen las cabezas de todos.

Cada persona que se acerca al Melbourne Park gasta por día unos 150 dólares australian­os ( 785 pesos argentinos). Con un promedio de casi 67 mil visitantes en la primera semana, la cifra que habrá desembolsa­do el público al finalizar el Abierto asusta: cerca de 150 millones de dólares australian­os ( 790 millones de pesos). Quizás no es tanto, si se compara con los 100 millones que cuesta organizarl­o. Lo cierto es que venir a ver tenis a Melbourne no es barato. Eso sí, para el fanático, la experienci­a vale cada centavo.

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