Soplos con el corazón
El cuarteto festeja su cuarto de siglo con un espectáculo que condensa su historia.
“Cuando arrancamos, en mi cabeza había algún tipo de proyección, pero no la que tuvimos. Nuestros primeros conciertos eran didácticos, en escuelas. Sin embargo, la cosa estaba escondida, y un día nos dimos cuenta de que podíamos trascender las fronteras de los colegios.”
Julio Martínez repasa al vuelo aquellos primeros tiempos de Cuatro Vientos, el cuarteto - de vientos, claro- que festeja sus 25 años con la puesta de Música en movimiento, en el teatro Picadero. Y admite que no hubo un plan, sino que “las cosas se dieron así”.
Con Soplando una historia a los cuatro vientos, en el teatro Sarmiento, el grupo dio comienzo a una trayectoria que incluye nueve álbumes, varios espectáculos - Alma de saxofón, La Tempestad, El saxo mágico y Sudestada, entre otros-, y unas cuantas salidas por el mundo. Siempre, a bordo de un formato que une música y actuación.
“Somos músicos, y a veces actuamos”, explica Martínez, quien considera que con el paso del tiempo, Cuatro Vientos logró una identidad que va más allá de quién esté a cargo de dirigirlos. “Nos hemos manejado de diferentes maneras, con distintos directores - Claudio Gallardou, Gerardo Hochman, Daniel Casablanca, entre ellos-. Pero, en algún punto, cada cual actúa de sí mismo”, amplía. El paso del tiempo, en general, suele conspirar contra el funcionamiento armónico de los proyectos grupales. ¿ Ocurrió algo de eso en el caso de ustedes? Sí. Y es lógico que las cosas estallen en algún momento. Son los procesos humanos. Sin embargo, luego todo se acomoda, y de todo ese caos surge algo nuevo. Siempre, cuando en un matrimonio uno se enoja, se quiere ir al diablo. Y esto es como un matrimonio. Bah, no: un matrimonio es peor... ¿ De qué se trata “Música en mo-
vimiento”? De algún modo, es una condensación -no una recopilación- de este proceso de 25 años, en el que hemos hecho música de Piazzolla, jazz, música de películas, que es algo que a la gente le gusta mucho, acompañado de distintas coreografías. Además, en esta ocasión, a diferencia de otros títulos en los que un par de nosotros asumía la carga actoral, la cuestión está más repartida. Eso hace que la cosa se enriquezca. ¿ En qué medida la expectativa de la gente condiciona la elección de su repertorio? Ante todo, lo que nos condiciona es que el material que elijamos nos guste a nosotros. Además, hay mucha música de factura propia, que contribuye a un todo que elaboramos desde un criterio artístico. Ahora bien, si en algunos casos hay que elegir entre dos alternativas posibles, priorizamos aquella que creemos que puede gustarle más al público. ¿ Que rol tiene el público en “Música en movimiento”? El espectáculo está planteado a nivel de un juego, que propone una especie de contrato de sociedad accidental entre nosotros y la gente que nos viene a ver, con diferentes cláusulas, que culmina con la firma de ese contrato. O no.