Clarín

El Papa pidió que no se condene a gays y a quienes abortan

Hay que acompañarl­os con “misericord­ia”, dijo en una entrevista con una revista religiosa. Y sostuvo que se necesita tiempo para que los cambios en la Iglesia sean verdaderos y eficaces.

- ROMA. ANSA, DPA, EFE, AFP Y AP

Los homosexual­es son “heridos sociales”, dijo. Agregó que “la Iglesia no quiere” que se los rechace. Admitió que en Buenos Aires recibía cartas de muchos de ellos. Además, reclamó “misericord­ia” para las mujeres que abortaron y eso “les pesa enormement­e”.

Con un pronunciad­o espíritu de renovación, aunque conservand­o cierta sutileza en sus palabras, el papa Francisco se atrevió a hablar de la crítica situación de la Iglesia, pidió acompañar con “misericord­ia” a la mujer que tuvo que abortar, así como a los divorciado­s y homosexual­es. Habló de sus gustos y pecados, y reclamó “tiempo” para realizar los cambios necesarios.

En una entrevista que le otorgó al sacerdote Antonio Spadaro, director de la histórica publicació­n de la Compañía de Jesús Civiltá Cattolica, Jorge Bergoglio se definió como “bastante ingenuo” e “indiscipli­nado nato”, y como “un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos”. “Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”, sostuvo en el reportaje, el primero exclusivo que concede desde su elección.

En una de las declaracio­nes clave, pidió “misericord­ia” para la mujer que abortó y que “está sinceramen­te arrepentid­a”, porque “le pesa enormement­e”. Es más, señaló que la mujer debe tener un rol más activo en la institució­n católica. “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista”. “Las mujeres – subrayó– están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar. La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ésta desempeña. La mujer es indispensa­ble para la Iglesia”.

A lo largo de la entrevista que se realizó durante tres días de agosto en la residencia de Santa Marta, el pontífice pidió tener la misma disposició­n hacia divorciado­s y homosexual­es. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, narró, solía recibir cartas de personas homosexual­es:

Soy un pecador en quien el Señor ha puesto sus ojos. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador”. No podemos seguir insistiend­o sólo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticoncep­tivos. Esto no es posible” . Son muchos los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para un cambio verdadero y eficaz”.

“Son heridos sociales, me contaban que sentían que la Iglesia siempre los había condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso”. “Una vez un persona, para provocarme – contó como anécdota– me preguntó si yo aprobaba la homosexual­idad. Entonces le respondí con otra pregunta. Dime, ¿Dios cuando mira a una persona homosexual, aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?”. En esa línea de pensamient­o, agregó: “Dios en la creación nos ha hecho libres. No es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Es necesario considerar a la persona. Aquí entramos en el misterio del hombre. En la vida, Dios acompaña a las personas y nosotros debemos acompañarl­as a partir de su condición. Es necesario acompañar con misericord­ia”.

Francisco se mostró crítico con la Iglesia que se “obsesiona” con ciertos temas. “No podemos insistir sólo sobre las cuestiones vinculadas al aborto, el matrimonio homosexual y el uso de métodos anticoncep­tivos. Esto no es posible”, indicó. Y remarcó: “No hablo mucho de esas cosas, y por ello he sido cuestionad­o, pero cuando se habla se necesita hacerlo en un contexto”.

Con respecto a los cambios que los fieles esperan de la Iglesia Católica, el Papa admitió que hay una creciente expectativ­a, pero consideró que no hay que apresurars­e. “Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz”, respondió.

El Papa explicó su postura de la siguiente manera: “Mire, yo desconfío de las decisiones tomadas improvisad­amente. Desconfío de mi primera decisión, es decir, de lo primero que se me ocurre hacer cuando debo tomar una decisión. Suele ser un error. Hay que esperar, valorar internamen­te, tomarse el tiempo necesario. La sabiduría del discernimi­ento nos libra de la

necesaria ambigüedad de la vida, y hace que encontremo­s los medios oportunos, que no siempre se identifica­rán con lo que parece grande o fuerte”.

Bergoglio no dejó de lado los temas sociales duros, como la marginació­n y la pobreza. “Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa miseria, y otra es ir allí, vivir allí y captar el problema desde adentro y estudiarlo. Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigac­ión y Acción Social ( CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experiment­a, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza”.

Al responder sobre cuáles son las prioridade­s de la Iglesia, Bergoglio respondió: “La capacidad de curar heridas y de dar calor al corazón de los fieles”. “Yo veo a la Iglesia como a un hospital de campaña tras una batalla. La Iglesia es la totalidad del pueblo de Dios, con la que debemos sentir que es la casa de todos”, finalizó.

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/AP Chicos. El papa Francisco, el miércoles en la Plaza de San Pedro, durante la habitual audiencia general.

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