Clarín

Todos, menos Cristina, contra Moreno

Por sus fracasos y su imagen negativa, los ministros De Vido y Randazzo, así como el secretario Legal, piensan que el secretario de Comercio debería dejar de integrar el Gobierno.

- Marcelo Bonelli

33 Zannini, De Vido, Randazzo y Marcó del Pont quieren a Moreno fuera del Gobierno.

En su despacho, Marcó del Pont brindó con sus colaborado­res por el procesamie­nto de Moreno

Carlos Zannini embistió fuerte contra Guillermo Moreno en varios encuentros privados y expresó una convicción política íntima: que el secretario de Comercio cumplió un ciclo y que ahora debe alejarse de la función pública.

Zannini lo expresó varias veces y esa informació­n fue comentada esta semana en reuniones de la Unión Industrial Argentina y la Asociación de Bancos Argentinos. El secretario Legal afirmó directamen­te, en un encuentro en la Quinta de Olivos: “Moreno se tiene que ir del Gobierno.” Esto lo dijo en una reunión frente a otros funcionari­os oficiales y en un encuentro donde se evaluó el desgaste político de la Casa Rosada y la necesidad de generar cambios hacia el futuro, después del previsible traspié que la Presidenta tendrá en las próximas elecciones.

El ataque de Zannini obedece a una elemental evaluación: dice que Moreno le ocasiona un fuerte desgaste político a Cristina y encima no le aporta ninguna solución a los conflictos económicos que enfrenta la Argentina.

Moreno se convirtió en una suerte de “caricatura” de sí mismo y la “sobreactua­ción” le jugó en su contra. Cada vez tiene peores modales, pero colecciona más fracasos. El último: el traspié en la Justicia, que ref leja los límites que tiene su decisión de perseguir a quienes hablan de la inf lación real, un problema que el secretario de Comercio no puede controlar.

Aunque fuertement­e enfrentado­s en el Gabinete, la tesis la comparten los ministros más políticos como Julio De Vido y Florencio Randazzo. Randazzo, en la intimidad, sostiene lo siguiente: “Hay que darle racionalid­ad al tema precios.” De Vido sostiene que Moreno complica la economía y, además, lo considera un peligroso traidor político.

El ministro de Planificac­ión lo introdujo en el círculo presidenci­al y después Moreno denunció a De Vido –frente a Cristina– por corrupción en el manejo de la política energética y lo responsabi­lizó por el multimillo­nario déficit energético.

De Vido y Randazzo advirtiero­n sobre el costo político que genera dejar la economía en manos de Moreno. Zannini fue más allá. Pero ninguno de ellos embistió directamen­te contra Moreno frente a Cristina, porque saben que los dislates que provoca Moreno tienen la bendición política de la Presidenta. En otras palabras: pedir directamen­te, frente a Cristina, el desplazami­ento de Moreno sería, por ahora, cuestionar el manejo económico de la propia Presidenta.

Pero las señales son de una fuerte erosión en la inf luencia del secretario de Comercio. El propio gobernador Daniel Scioli se despegó de Moreno, en una calificada reunión con diplomátic­os que organizó Cristian Breitenste­in.

Ayer, el ministro de Producción bonaerense convocó a 20 embajadore­s de todas las naciones industrial­izadas de América latina, Europa y Asia. También hubo calificado­s hombres de negocios. Todos hablaron de las dificultad­es que existen en Argentina por las trabas a las importacio­nes.

Alfonso Diez Torres, embajador de la Unión Europea, fue quien mencionó las arbitrarie­dades y poca transparen­cia en la administra­ción del comercio exterior en Argentina. Scioli se diferenció de Moreno cuando le respondió: “Nuestra política es y va a ser no estar en los extremos.”

Zannini tuvo informació­n anticipada y confidenci­al sobre el “procesamie­nto” judicial que iba a recaer sobre Moreno. No hubo ninguna gestión oficial para frenar el fallo, a pesar de que el Gobierno –a través de la SIDE– tiene una enorme influencia en el fuero Federal.

Fue por eso que el martes, en la cúpula del Banco Central, hubo un festejo. Mercedes Marcó del Pont convocó en su despacho a sus colaborado­res para brindar por el procesamie­nto judicial de Moreno. Hubo muchos “pases de factura” y también se destiló la bronca que tiene Marcó del Pont porque Moreno le tiene intervenid­a la estratégic­a mesa de cambios del BCRA.

Ahora el Banco Central es un polvo- rín, en donde hay una lucha de poder para ocupar tres sillones del directorio que quedan vacantes. Marcó del Pont parece no tener fuerza para ubicar a nadie de su confianza. Por eso ya nombró a dos funcionari­os de su equipo, Juan Capello y Sebastián Soler, en cargos gerenciale­s de línea del BCRA.

Axel Kicillof aspira a ubicar gente de su entorno y para eso difunde la siguiente versión: que Marcó del Pont deja el BCRA después de las elecciones. El viceminist­ro es un “pack-man” que ocupa lugares y funciones en toda la estructura del Estado. Pero que mostró hasta ahora nula efectivida­d y una fuerte impericia profesiona­l a la hora de ejecutar medidas.

El descontrol que existe en la autoridad monetaria lo confirma un dato relevante: a ninguno de los tres directores que el martes finalizan su mandato la Presidenta les comunicó si van a continuar en su cargo.

El desconcier­to del equipo económico llevó a Hernán Lorenzino a viajar a Washington para prometer pagos de juicios del Ciadi y tratar de frenar sanciones del FMI por la manipulaci­ón de estadístic­as.

La gestión del ministro habría fracasado, porque en Estados Unidos no confían en sus promesas y porque condicionó el pago de los juicios del Ciadi por 460 millones de dólares a un préstamo del Banco Mundial. También quiere que las empresas suscriban con el dinero los truncados bonos Baade.

Ya le sucedió algo similar cuando intentó abrir ( a mediados de año) un diálogo con el Club de París. En el exterior están saturados de sus promesas incumplida­s y no lo consideran un interlocut­or válido y confiable.

Pero ahora tiene que lidiar con algo nuevo: la posición intransige­nte de la Casa Blanca sobre la gestión económica de Cristina.

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/ MARIA EUGENIA CERUTTI Evaluado. Guillermo Moreno, al ingresar al tribunal que lo juzga.
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