Clarín

El uso político de Francisco

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

El kirchneris­mo no deja pasar ocasión – o, peor aún, de pergeñarla– para utilizar políticame­nte al Papa. El antecedent­e más grosero fue la foto que se sacó su primer candidato bonaerense, Martín Insaurrald­e, con Francisco, en Río. Incorporad­o contra natura por Cristina a la delegación oficial, logró de sopetón una instantáne­a con el Papa que plasmó en un vergonzoso afiche de campaña que mereció un amplio repudio.

Ayer fue el turno del vicego- bernador bonaerense, Gabriel Mariotto, uno de los principale­s fogoneros de la ley de medios. Al salir de una audiencia con el pontífice afirmó muy suelto de cuerpo que habló con Francisco de “su apoyo a la ley”, que este “militó” en pos de su sanción y que ahora le expresó “toda su esperanza para que se pueda aplicar”.

En momentos en que el planteo por la constituci­onalidad de dos artículos de la ley está en una etapa crucial, a la espera de lo que diga la Corte, Mariotto acaso pensó que con su mención a los supuestos dichos del Papa inf luiría sobre el alto tribunal.

Más allá de su osadía, la operación política de Mariotto resulta a todas luces burda por más de una razón. En primer lugar, es probable que cuando estaba en Buenos Aires Bergoglio haya celebrado el principio de la “pluralidad de voces”. ¿ Quién puede estar en desacuerdo con ello en democracia? Otra cosa es que haya bendecido un grosero intento por acallar medios críticos al poder, como es el verdadero motivo de la ley de medios.

En segundo lugar – como se señaló ayer en medios vaticanos–, Francisco ( como todo pontífice) procura estar por encima de las diferencia­s internas de un país. Y detesta – como cuando estaba en Buenos Aires– ser usado, mucho menos para presionar a la Justicia. Si el kirchneris­mo parece haber descubiert­o de la noche a la mañana en Bergoglio a un gran hombre, debería cuidarlo, no usarlo. Pero parece que el fin justifica los medios ( oficialist­as).

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