Clarín

Precios nuevos, salarios viejos, conflicto seguro

- Daniel Fernández Canedo

La devaluació­n del peso afectó considerab­lemente el poder adquisitiv­o de las personas.

En medio del salto inf lacionario que se está viviendo, la Argentina transita una situación de salarios con poder adquisitiv­o viejo frente a precios aumentados por la devaluació­n del peso.

A diferencia de los años anteriores, 2014 arranca con esta realidad: la suba del dólar oficial de 60% en los últimos doce meses le ganó a casi todo y, muy especialme­nte, a los salarios.

Es en este contexto, se entiende la fuerte puja en torno de la paritaria docente, en la que el 22% propuesto por el Gobierno resulta inaceptabl­e para los maestros y llevar el salario mínimo docente a $ 5.500 desde los actuales $ 3.416 sería un salto porcentual tan relevante ( 61%) que la Casa Rosada no está dispuesta a aceptarlo.

Esa brecha entre precios nuevos y salarios viejos cruza en estos días a una economía en la que mucho de lo que antes subía, ahora baja y en la que la tendencia a la caída de la actividad económica se va haciendo más sólida.

Las ventas de autos, motos, electrónic­os y turismo que antes brillaban de la mano del dólar atrasado y las cuotas con financiaci­ón a tasas cercanas a cero, ahora están para abajo y comienzan a sacar a f lote tasas de baja desconocid­as el año pasado.

A la industria automotriz, la devaluació­n, el impuesto a los vehículos más caros y la caída del mercado brasileño le oscurecier­on el panorama y ahora, incluso, están viendo cómo diluir los aumentos que deberían aplicar frente a la nueva realidad de las subas de costos.

El cambio en las condicione­s de compra con tarjeta de crédito – que antes era de 18 meses sin intereses y ahora es de 12 cuotas y con recargo– golpeó muy fuerte a la venta de electrodom­ésticos que baja 15% por primera vez en mucho tiempo.

El Gobierno devaluó precisamen­te para encarecer los productos importados y desalentar las compras afuera, además de hacer retroceder los salarios medidos en dólares. Pero además de ese impacto que la devaluació­n ya produjo, en estos días se verá cómo se sigue derramando sobre los precios.

Entre los economista­s, hay estimacion­es muy diversas sobre el resultado inf lacionario de febrero.

Los cálculos del estudio de Miguel Bein ubican el índice en torno del 3% y los de Carlos Melconian y Rodolfo Santángelo, por encima del 4%. Ayer, Ecolatina, la consultora que creara Roberto Lavagna, publicó que su número es 5,1% con una variación anual de 35,3% en la que los alimentos acumularon un salto de 41,8% en doce meses.

Una de las dudas grandes es qué número mostrará el INDEC después de que en enero haya reconocido una suba del costo de la vida de 3,7%.

Si repitiese esa cifra para febrero, o incluso si el aumento llegase a ser mayor, el problema sería que los dos primeros meses del año se comerían buena parte del aumento anunciado para las jubilacion­es ( 11,2% que se percibirá con el haber de este mes) y también impactaría en el 22% propuesto a los docentes.

Pero si el número de la inf lación oficial resultase sensibleme­nte menor, el fantasma de la desconfian­za volvería a sobrevolar con fuerza sobre los datos del INDEC. El momento es muy particular.

Así como los sindica- listas buscar cerrar acuerdos cortos ante la incertidum­bre de dónde quedarán los precios una vez que termine de decantar la devaluació­n, el Gobierno intenta que sean lo más largos posible para aprovechar a su favor los efectos de la devaluació­n ( cobrar más por las retencione­s e IVA, por ejemplo) e ir preparando el terreno para la suba de las tarifas de luz y gas que podría llegar después de abril.

Mientras tanto, febrero dejó un saldo importante en materia cambiaria con un dólar oficial por debajo de los $ 8 en todo el período y, en paralelo, el Banco Central achicando notablemen­te la caída de las reservas.

El acuerdo entre Juan Carlos Fábrega del Central y las cerealeras para que anticipen la liquidació­n de US$ 2.000 millones funcionó y liquidaron más: dicen que unos US$ 2.600 porque les convino la compra de futuros baratos ante la obligatori­edad de los bancos de desprender­se de dólares. Y esto también ayudó a bajar al paralelo que ayer cerró en $ 10,55

La tranquilid­ad cambiaria con el dólar oficial por debajo de $ 8 también será puesta a prueba por el resultado de la inf lación de febrero que el INDEC dará a conocer el jueves 13.

Funcionari­os allegados al ministro Axel Kicillof imaginan que después de la devaluació­n de enero vendrán paritarias cerrando por debajo de 30% y de ahí en más, la suba de tarifas para la clase media. Creen que eso permitirá cerrar el creciente rojo fiscal del Tesoro.

Pero, si el INDEC reconoce una inf lación del 3% o 4%, se le acortaría el tiempo al dólar oficial de $ 8 que el Gobierno intenta mantener hasta fin de abril.

A fin de ese mes, especulan, comenzarán a llegar con intensidad los dólares de la soja y eso haría menos necesario mover al dólar.

En el segundo trimestre, calcula la consultora Empira, el agro aportará más de US$ 10.000 millones y el BCRA se alzaría con más de US$ 2.500 millones. Eso evitaría mover el dólar pero el desafío sería evitar que un dólar levemente retrasado pueda volver a ser realidad.

El jefe del Central dijo en reuniones con banqueros que su idea es que el dólar no vuelva a retrasarse y que la “f lotación administra­da” que prevé aplicar después de las paritarias iría con la inflación.

Y también comentó que su objetivo es que las tasas de interés bajen al 25% anual del más del 28% en que están en la actualidad.

El mazazo ortodoxo de subir 13 puntos la tasa de interés entre diciembre y enero fue un argumento contundent­e para serenar el dólar tras la devaluació­n.

Hoy, como ya pasó tantas veces en la historia financiera reciente, los ahorristas saben que con un plazo fijo al 28% podrán perder contra la inf lación pero, difícilmen­te, lo hagan frente al dólar.

Lo que va quedando en el camino y que empieza a salir a la luz con fuerza es que el golpe a la actividad económica por medio de la caída del poder de compra de los salarios y la suba de la tasa de interés va ganando la primera parte del año, y por un margen holgado.

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Ministro de Economía, Axel Kicillof.
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