Clarín

Cristina recordó a Chávez en una misa en la Villa 21 de Barracas

Compartió la ceremonia con los embajadore­s de Venezuela y Paraguay. Bailó y se sacó fotos con los chicos.

- Leonardo Mindez lmindez@ clarin.com

La Presidenta de la Nación, funcionari­os argentinos, diplomátic­os venezolano­s y militantes kirchneris­tas participar­on ayer de una misa en la Villa 21, La Zavaleta, en homenaje a Hugo Chávez, a un año de su muerte.

Fue la propia Cristina Kirchner la que le pidió al Padre Toto de Vedia, cercano a la Casa Rosada, que en la misa de inicio de la cuaresma en la populosa villa de Barracas se le realizara un homenaje al presidente venezolano.

El humilde frente de la Parroquia Virgen de Caacupé de tonos pastel celeste y blanco estaba cu- bierto ayer por carteles con las banderas argentina y venezolana.

Una camioneta blanca llevó a la Presidenta por una calle lateral hasta la iglesia ubicada en el centro de la villa. En el tinglado montado en su frente, los cantos religiosos interpreta­dos por el coro parroquial se mezclaron desde temprano con los bailes guaraníes a cargo de las vecinas paraguayas.

En su misa, el padre Toto oró por el eterno descanso de Chávez que “trabajó por un socialismo humano y cristiano” y recordó a Néstor Kirchner. “El egoísmo e individual­ismo, tan criticados por Chávez, muchas veces genera violencia”, dijo el cura villero en otro tramo de su homilía, haciendo suya la versión que dio el gobierno de Nicolás Maduro sobre los disturbios que dejaron 17 muertos en la calles de Venezuela en las últimas semanas, aunque reportes periodísti­cos

Con una cruz de ceniza sobre su frente bailó al ritmo de “Virgencita de Caacupé”

y de observador­es internacio­nales apuntan a los colectivos chavistas como responsabl­es de al menos un parte de los asesinatos.

Cristina acompaño la hora de ceremonia con atención. “Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros”, se la vio mover los labios siguiendo los salmos. Cada tanto comentaba algo por lo bajo con el embajador venezolano, Carlos Martínez Mendoza, el cura y titular del Sedronar, Juan Carlos Molina y el embajador paraguayo en Buenos Aires, Nicanor Duarte Frutos, mientras los chicos se le acercaban para sacarse una foto y entregarle obsequios como un rosario o una f lor blanca que se colocó en su pelo.

La postal sobre el pequeño escenario era multicolor y heterogéne­a. Las sotanas de los religiosos se mezclaban con las camisas rojas de los venezolano­s, los uniformes de una decena de militares caribe- ños, la virgen de Caacupé en un costado, un cuadro de la de Guadalupe en la otra esquina, y entre ellos Alicia Kirchner, Oscar Parrilli, Martín Fresneda, Andrés Larroque, Jorge Taiana, Jorge Coscia y Luis D’Elía, que hace pocos días pidió fusilar al líder opositor venezolano Leopoldo López. Muy cerca suyo, en otro cartel se leía Misa por la paz, la vida y la democracia,

Con una cruz de ceniza sobre su frente, mientras se agitaban las banderas de los movimiento­s K, Cristina terminó bailando al ritmo de Virgencita de Caacupé, la que se despide con un “desde entonces, ciego, creyente y sincero, tu pueblito humilde, virgencita santa, se postró a su pies”.

 ?? MARIO QUINTEROS ?? Guitarread­a. La Presidenta, ayer, agita una bandera en la parroquia de Caacupé, en la Villa Zavaleta, de Barracas./
MARIO QUINTEROS Guitarread­a. La Presidenta, ayer, agita una bandera en la parroquia de Caacupé, en la Villa Zavaleta, de Barracas./

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