Clarín

El paro, visto por una maestra y una mamá

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Me siento feliz de ser maestra y maestra de mi país. Desde chiquita lo soñé, este perfume es parte de mi vida, de mi familia. Tengo la certeza de que somos muchísimas “las seños,” los maestros, “los profes” que amamos esta hermosa tarea y nos compromete­mos con todo.

¡ Qué pena me da que no puedan comenzar las clases en tantas escuelas de mi Argentina! ¡ Soy maestra de alma, soy maestra de mi país! ¡Aguanten los maestros de mi país!

María María del del Rosario Rosario Oberst Oberst

franjapa15­0@hotmail.com franjapa15­0@hotmail.com

Escribo esta carta el martes último, a la tarde, esperando a ver qué pasa para definir si llamo a la niñera o no. Feriado y viendo todavía cómo organizar esta semana. Escuchar por trigésima vez a mi hijo, “mamá, ¿mañana hay clases?”, mientras termina de poner su nombre a los útiles y guarda sus cosas en su mochila. Contento porque va a volver a ver a sus amigos. Este año para él fue un año de ajustes, nada de mochila de carro, nada de personajes, nada de ir a comprar un conjunto nuevo de escuela. Lo mínimo para arrancar. Igual él está feliz porque quiere volver a su escuela. Pero aunque le ponemos onda, parece que somos los únicos que lo hacemos. Los que laburamos todos los días.

Esto necesita una reforma integral, más que plata necesita ingenio y ganas de sentarse a laburar. Podemos con el mismo dinero que se destina a sueldos de los maestros pagarles mejor. Sólo con modificar el sistema de licencias con el cual llegamos a triplicar el sueldo por cada cargo en algunos casos. Yo no debo sufrir la educación de mi hijo, yo no me debo convertir en la “maestra ciruela” porque en este país quienes están arriba creen que la educación no es importante.

Gloria Bracchi grbracchi@hotmail.com SALTO, BUENOS AIRES

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