Disparate de Grondona, silencio de sus colegas
La obsecuencia es uno de los peores enemigos de la sensatez. Suele originarse en la intolerancia del receptor. Quien conoce que la réplica a una crítica será el desprecio, un despido, un portazo o el odio, opta por el silencio en el mejor de los casos o por el halago aun ante conductas y actitudes vomitivas.
Un autor supo decir que “el silencio de los amigos es una condena”. A quienes les cuesta explicitar su disconformidad, cerrar la boca les resulta un modo de hacerle notar su error al compañero de ruta.
El presidente de la AFA, Julio Grondona, afirmó sin rubor que la culpa de la violencia en el fútbol es de los periodistas. Felizmente, sus colegas dirigenciales resolvieron callar ante tamaño disparate. Por una vez evitaron el aplauso automático.
Alberto Ferreyra
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