“Tuve la suerte de ayudar a mi equipo”
Juan Román Riquelme volvió a ser titular luego de 101 días y para los hinchas de Boca no fue una noche más. Porque el capitán jugó su partido 200 en la Bombonera, a la que suele definir como “el patio” de su casa. Porque el equipo se recuperó de la caída ante Vélez con un triunfo que tuvo el sello de Riquelme en el segundo gol ( anotó de penal) y también en muchos de los pincelazos que contribuyeron para que su equipo se quedara con la victoria. “Volví más rápido de lo que pensaba, por más que algunos contaron los días”, dijo con cierto ánimo revanchista pero sin identificar a los destinatarios de su mensaje.
Riquelme no era titular desde el 24 de noviembre ante All Boys, cuando sufrió un desgarro con desprendimiento del aductor de la pierna izquierda. Sólo había jugado quince minutos contra Estudiantes y ante Vélez miró todo el encuentro desde el banco de suplentes en una decisión de Carlos Bianchi que generó sorpresa. “Tenía muchas ganas de ayudar a mi equipo y por suerte pudimos ganar”, afirmó y agregó: “Fue un partido en el cual tuve la suerte de ayudar a mi equipo”. Lo dijo en referencia al gol de penal que anotó a los 39 minutos del segundo tiempo. Un minuto después, Carlos Bianchi lo sacó y la Bombonera lo cobijó con una de esas ovaciones que suenan fuerte.
Quizás porque fue un partido especial para él, festejó el penal abriendo sus brazos de cara a la tribuna que da al Ricachuelo y com- partiendo su alegría con la gente.
A juzgar por sus palabras, quedó conforme con la actuación de Boca. “El equipo hizo un buen trabajo. Pudimos haber hecho algún gol en el primer tiempo pero no se dio y en el segundo tuvimos la suerte de convertir dos”, expresó.
A partir de hoy, Bianchi y el cuerpo médico comenzarán a evaluar si podrá jugar el clásico del domingo ante Racing, en Avellaneda. Sin embargo, él ya está pensando en ese encuentro. “Vamos a jugar en una cancha difícil y contra un gran equipo. Y vamos a enfrentar a una de las mejores hinchadas del fútbol argentino”, indicó. El “Riqueeeelme, Riqueeeelme” ya había endulzado sus oídos repetidas veces.