Clarín

La prueba de la Selección dejó puntos preocupant­es

Cumplió una actuación muy opaca, tanto que el arquero Romero resultó la figura. Cuáles fueron los defectos.

- BUCAREST, RUMANIA. ENVIADO ESPECIAL Daniel Avellaneda davellaned­a@clarin.com

La noche es fría y se hace tenebrosa en la tierra del Príncipe de las tinieblas cuando la pelota empieza a circular bajo el techo del estadio Nacional Arena. La Selección juega al tranquito, se hace ancha pero casi nada profunda y Lionel Messi, palabra mayor de nuestro fútbol, se desdibuja. Es Rumania, sin George Hagi ni el conde Drácula, la que encara el partido con una alta intensidad y busca clavarle los colmillos a este ilustre rival que parece pálido en el primer tiempo. Porque retrocede mal y hay un hueco enorme en ese mediocampo que sobre exige a Javier Mascherano y no encuentra salida limpia con Fernando Gago. Y el cero que se dibuja en Bucarest oscurece el panorama de cara al Mundial. No se pudo con un combinado de menor relieve, lejos de aquella gesta de la década del noventa. Otra vez hubo cortocircu­itos defensivos y recién en el segundo tiempo se produjeron dos o tres combinacio­nes a la altura de un equipo que ilusiona por su potencial, pero genera incertidum­bre por sus puntos preocupant­es.

La única luz que brilló en este rincón de Europa del Este es el arquero, siempre expuesto al foco de los interrogat­orios. Hubo un rapto de inspiració­n de Sergio Agüero, que llegó hasta aquí con poco ruedo después de la lesión. El resto es materia de discusión. Porque diez de los once futbolista­s que jugaron ante Rumania, a excepción de José Basanta que reemplazó a Ezequiel Garay instantes antes del partido, estarán en Río de Janeiro el 15 de junio, cuando comience el desafío celeste y blanco en el Mundial contra Bosnia. Y la pregunta que fluye tras noventa minutos tan espeluznan­tes como cualquier historia de vampiros que uno pueda escuchar en Bucarest, no tiene una respuesta certera. ¿A la Selección le alcanza con Messi y diez más para soñar con un final feliz en Brasil?

Desde la capacidad de desequilib­rio de sus jugadores, no hay ninguna duda. En cualquier momento, pueden encenderse. Lo demostró Kun, que gambeteó tres rumanos con un quiebre de cintura y aceleració­n que no terminó en gol porque se lució su futuro compañero del Manchester City, el arquero Ciprian Tatarusanu. Alejandro Sabella utilizó la palabra “chispazos” para definir el partido de Messi. Y eso es lo que alumbra a la Argentina cuando se resiente el circuito colectivo. Sin embargo, siempre es peligroso depender de las individual­idades. Cuando entró Lucas Biglia en el segundo tiempo, hubo una leve mejoría. ¿ No será tiempo de darle un descanso a Gago? Está visto que el problema no es Carlos Bianchi ni la posición en la que juega en Boca. No está fino el volante y la Selección pierde claridad porque lo obliga a Mascherano a hacerse cargo del primer pase. Ayer, el mediocampi­sta del Barcelona se excedió con los pelotazos para quebrar a una defensa cerrada. Pero ése no es el camino. Rodrigo Palacio también entró en sintonía. Esta vez, le faltó poder de resolución a Gonzalo Higuaín.

Atrás quedan huecos porque el esquema no se negocia y la Selección se expone. Si se aprieta adelante, la manta queda corta. Entonces, es lógico que sufran los centrales. Aunque peor la pasó Marcos Rojo, porque los rumanos jugaron casi todas las pelotas cruzadas en su zona de inf luencia. No lo ayuda Di María, claro. Aunque Angelito tiene una velocidad que supera la media del resto. Siempre piensa en ataque, pero suele retroceder. Ayer lo hizo pocas veces o tarde. Lo que resulta inadmisibl­e es perder en el juego aéreo. Rumania ganó tres veces en el área y los zagueros argentinos están más cerca de tener la estatura de Guliver que de un liliputien­se. Entonces, apareció con muchos reflejos Sergio Romero.

Si el arquero deja de ser un puesto inquietant­e, es un problema menos. La inactivida­d de Chiquito, suplente en Mónaco, preocupaba a Sabella. Intervenci­ones como las que tuvo ante Marica y Maxim son un bálsamo para sus manos -y para los hinchas argentinos- después de tantas críticas recibidas.

Es cierto que la Selección reguló energías. Se viene el final de la temporada en sus clubes, también el Mundial. Todos quieren cuidarse. Seguro que ante Bosnia, Irán y Nigeria será otro el ritmo, otra la búsqueda. Al menos, eso se espera. Porque esta prueba en suelo rumano sólo suma dudas.

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/ G GARCIA ADRASTI, ENV ESPECIAL El más peligroso. Sergio Agüero se lleva a dos rumanos a la rastra. Fue el jugador de campo de la Selección de mejor rendimient­o.
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