Se despertó al final y está a un paso de la punta
UEl pibe ingresó a los 62 minutos y fue imparable para Central. El ex Boca entró a los 70 y metió los dos goles: a los 84 y a los 88. El equipo de Bauza está a un punto del líder Colón.
Perdía 1-0 con Central de local. Y en 5 minutos, con dos goles de Blandi, se llevó el triunfo. Así quedó a un punto del líder Colón.
Mientras se empezaban a oír algunos reproches, de repente, se armó el carnaval en el Nuevo Gasómetro. La comparsa estuvo a cargo de Héctor Villalba, quien encontró en Nicolás Blandi al socio ideal para que San Lorenzo se llevara una victoria impensada por el desarrollo del partido. Con los tres puntos, el
Ciclón quedó a una unidad del líder Colón. Y, a pesar de que el juego está lejos de ser el mismo, la llama del campeón sigue encendida.
Cuando el encuentro se había consumido 62 minutos, Bauza decidió el ingreso de Villalba. El técnico azulgrana se la jugó con el primer cambio ofensivo ( salió Emmanuel Mas) recién después de que Central se quedara con un hombre menos, por la expulsión de Delgado. Y si el conjunto rosarino estaba decidido a cuidar la ventaja, al jugar con 10, se acercó aún más al arco de Mauricio Caranta. A la larga, resultó un quiebre en el partido. Porque desde los pies del pibe de 19 años, San Lorenzo sostuvo la ilusión de dar vuelta la historia cuando las ideas escaseaban. Villalba se paró como puntero derecho y en ese sector encontró el desequilibrio que al conjunto local le faltaba. Se hizo cargo de agarrar la pelota cuando más quemaba. Y de encarar. Además, le dio frescura a un equipo cansado, preso del escaso recambio. El mejor momento de San Lorenzo se dio en cuatro minutos electrizantes. Primero con el desborde de Villalba y después con el de Angel Correa (llegó a la quinta amarilla, igual que Gentiletti), quien con su asistencia hizo olvidar por un rato el flojo partido que tuvo. En los dos casos, Blandi se encargó de facturar esos goles que la dirigencia fue a buscar. Y en el Nuevo Gasómetro estalló el carnaval.
Antes del festejo, San Lorenzo sufrió. Arrancó el encuentro confundido, como si fuera una continuidad de lo que el equipo mostró el domingo pasado en el Monumental. No asumió el protagonismo y otra vez tuvo grandes fallas en defensa. La presión de Central nublaba la salida de San Lorenzo. Cuando el equipo de Bauza intentaba salir jugando, Central modificaba transitoriamente el 4- 4-2 inicial para armar un 4-1- 4-1, con la intención de incomodar al local. Y lo lograba. Acuña retrocedía tapando a Mas y Carrizo hacía lo propio con Buffarini. Encina se corría al medio y junto a Méndez, molestaban. Así, el balón no pasaba por los pies de Mercier y mucho menos llegaba a los de Romagnoli y Piatti, quienes recibían siempre de espaldas al arco. Central recuperaba y buscaba lastimar. Salía rápido de contra. Para eso, era clave la dinámica de Encina. También, la de Carrizo. Y la presencia de Méndez. El equipo de Russo era simple. Cuando tenía la pelota, trataba de buscar con rapidez a Acuña para aprovechar su velocidad. Claro que para que el plan funcionara fue fundamental que encontrara rápidamente el gol.
A partir de allí, la única esperanza de San Lorenzo recayó en Romagnoli. En el primer tiempo, el Pipi gravitó más cuando se corrió a la izquierda. Y en el complemento, le aportó más movilidad a su juego. San Lorenzo pudo haberlo empatado al final de la primera mitad, pero Caranta y el travesaño se lo negaron a un formidable cabezazo de Gentiletti. Aunque Central pudo aumentar, pero Torrico lo evitó. Central aguantó bien pero el partido se le escapó en un ratito.
Ese ratito en el que Villalba desequilibró y Blandi definió. Y San Lorenzo armó su fiesta, claro.