Clarín

Subieron 15% los femicidios en un año en el país

Lo confirma un informe de la Asociación Civil La Casa del Encuentro. Son 40 casos más que en 2012 y equivale a una muerte cada 30 horas. Casi todas las víctimas son madres y tienen entre 19 y 50 años.

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

Fueron asesinadas 295 mujeres en 2013, la mayoría por sus parejas. Más de la mitad murió en su propia casa. Y tenían entre 19 y 50 años.

Baleadas. Apuñaladas. Golpeadas. Estrangula­das. Incinerada­s. Degolladas. Asfixiadas. Ahorcadas. Ahogadas. Descuartiz­adas. Así murieron el año pasado 295 mujeres. En siete de cada diez casos los asesinos fueron sus maridos o ex parejas. La brutalidad machista dejó a 405 chicos sin sus mamás. La violencia de género sigue su curso. Las víctimas son cada día más, a pesar de la visibiliza­ción del tema y del aumento de las denuncias.

Casi 300, un 15% más de femicidios que en el 2012, entonces habían sido 255 las muertas. Estos números -una muerte cada 30 horas- nada dicen de las historias de estas mujeres y sus miserias familiares, pero al menos muestran una realidad. Una realidad que el Estado parece obviar, ya que las estadístic­as –únicas en el país– son de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, que hace cinco años tuvo la sagacidad de crear el primer Observator­io de Femicidios de Argentina, al que llamó Adriana Marisel Zambrano, una víctima.

Ayer se presentaro­n las últimas estadístic­as, las del 2013. El número de muertas aumentó, 40 más en un año. El resto, es informació­n conocida, se repite año tras año. En la mayoría de los casos los asesinos son las parejas. El lugar elegido para la ejecución es la casa, la que comparten o la de ella si son los ex. Casi todas las víctimas -y los victimario­s- tienen entre 19 y 50 años. Y sí, la mayoría de las mujeres asesinadas son madres (11 de las mujeres muertas estaban embarazada­s). Lo que ocurre con estos hijos (405 en 2013, y suman más de 2000 desde que la Casa del Encuentro lleva adelante las estadístic­as) es que se quedan huérfanos de un día para el otro. Madre muerta, padre asesino y preso. Esto en el mejor de los casos, porque a veces ocurre que estos hombres encima se quedan con los hijos. Pero esta situación absurda, aberrante, debe cambiar, o al menos es lo que buscan en esta Asociación civil, que tiene un proyecto de ley para presentar en el Congreso para quitar la patria potestad de los padres condenados por homicidio agravado ( Ver aparte).

“Es necesario considerar a la violencia sexista como una cuestión política, social, cultural y de Derechos Humanos. De esta forma se podrá ver la grave situación que viven las mujeres, niñas y niños en la Argentina como una realidad colectiva por la que se debe actuar de manera inmediata”, dicen las voluntaria­s de la Casa del Encuentro, que coordina Fabiana Tuñez.

“Los femicidios son la punta del iceberg de una problemáti­ca que sigue y no se soluciona -asegura Mabel Bianco, de la Fundación para

el Estudio y la Investigac­ión de la Mujer-. Los nuevos datos muestran la gran cantidad de casos de violencia contra mujeres y niñas que siguen ocurriendo. Para revertirlo se necesita que las autoridade­s, nacionales, provincial­es y locales, implemente­n la Ley de Violencia de Género para que luego de las denuncias de las mujeres agredidas se haga un seguimient­o y se las acompañe para que su riesgo no aumente y termine peor. Que las autoridade­s articulen sus acciones porque hay muchas áreas y oficinas de violencia de género en la órbita nacional, provincial y local, todas actuan lo mejor que pueden pero no se comunican entre ellas. Además, se necesitan acciones de prevención, mensajes de concientiz­ación y desnatural­ización en los medios nacionales”.

Para María Rosa Rivero, que fue docente del Posgrado de Violencia Familiar de la UBA y hoy preside la Asociación Argentina de Desarrollo Familiar, faltan políticas de Estado: “En estos casos, la mujer, en general por falta de recursos económicos, no puede ir a vivir a otro lugar. La mayoría de los ataques se producen en las viviendas que comparten con su pareja, o bien su ex pareja vuelve a esa casa para atacarla. Las medidas de prohibició­n de acercarse que a veces la Justicia les impone los hombres violentos no sirven para nada porque no se pueden cumplir. Por eso se necesitan políticas efectivas que permitan a esas mujeres mudarse con sus hijos a refugios u hogares, para que puedan seguir trabajando y llevando a sus hijos a la escuela. Todo esto debe ir acompañado de políticas de prevención de violencia, que deben comenzar desde la educación inicial de los chicos”.

Políticas de Estado, campañas de prevención e informació­n, oficinas de denuncia, gente especializ­ada y preparada, hogares, refugios. Son las respuestas mínimas y urgentes. Por detrás queda el verdadero problema a abordar: cómo terminar de una buena vez con la cultura machista y patriarcal.

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