El colombiano asesinado tenía antecedentes por lavar dinero
ULo reveló el secretario Berni. La Policía de Colombia confirmó ayer su identidad, bajo la cual había sido condenado por asociación ilícita en su país. En la Argentina estaba registrado como monotributista.
A la condena por asociación ilícita que figura en la base de datos de la Procuración Nacional de Colombia, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, le agregó ayer un nuevo dato que consolida la relación con el narcotráfico de Carlos Alberto Gutiérrez Camacho (41), el colombiano asesinado el lunes pasado en los bosques de Palermo a plena luz del día. Es que el funcionario reveló que este hombre también “tiene antecedentes en su país de tener
vínculos con el lavado de activos”.
La Policía Nacional de Colombia, entre tanto, le confirmó anoche a la Justicia argentina que las huellas dactilares del hombre asesinado enviadas desde aquí coinciden con
la identidad con que la víctima es-
taba registrada en ambos países.
Es decir, Gutiérrez Camacho entró al país con su verdadero nombre. Cuando se instaló en Buenos Aires, en 2011, el hombre todavía cumplía condena por “concierto para delinquir”, un delito similar al de asociación ilícita. Según una fuente de la investigación, en esa época entraba y salía de nuestro país con visa turística. Luego, en 2013, con la extinción de la pena consumada en octubre del año anterior, ya sin cuentas judiciales pendientes, el colombiano tramitó su ciudadanía argentina sin problemas.
En el entorno de Berni señalaron ayer que el secretario maneja además fuentes de inteligencia propias. El funcionario afirmó que “hay información confidencial (sobre Camacho), que tendría
conexiones con organizaciones importantes de Colombia”.
Tal como hizo la fiscal del caso, Cristina Caamaño, Berni aclaró que por ahora no pueden confirmar ni descartar que el crimen “tenga alguna relación con el narcotráfico”. Pero dijo que están seguros de que “es un ajuste de
cuentas de tinte bien mafioso”. A pesar de la cautela, también reconoció que “es apresurado poder aventurarnos a dar determinadas conexiones que si bien existen hay que confirmarlas”.
Clarín anticipó ayer los antecedentes penales de Gutiérrez Camacho. Y también que, según consta en un fallo del Tribunal de Casación colombiano, él era “el hombre de confianza en la organización liderada por alias Rojo, ocupándose de la estructura militar de
dd
la empresa criminal”. Gutiérrez Camacho habría sido jefe de custodios de Germán Gerardo Bernal Cajiao, a quien se lo conocía como “Rojo”, y que manejaba los cárteles Los Nevados y Los Cuarenta, al menos hasta su detención.
En un comunicado, Caamaño ayer dio cuenta también de que, el 6 de marzo de 2000, “el hombre había sido condenado por la Justicia de su país a doce meses de cárcel por portación ilegal de
armas. Causa que prescribió el 23 de noviembre de 2005”.
El vínculo con organizaciones criminales y el lavado de activos del que habló Berni podría explicar la extraña vida que llevaba el colombiano en Buenos Aires. Aquí, Gutiérrez Camacho estaba registrado como monotributista clase
B y no figuran más movimientos financieros que la facturación de 10 mil pesos durante marzo de este año, por “servicios editoriales”, aunque también aparece una facturación por “venta de ropa”.
Lo que es más llamativo aún es que esos 10 mil pesos los facturó en solo dos días: el 1° y el 2 de este mes, ya que el día 3 (el lunes pasado), a eso de las 15, fue acribillado a tiros mientras andaba en bicicleta por la ciclovía de Figueroa Alcorta junto a su pareja, Solange Kive Trujillo Velázquez ( 22). La joven
recibió dos balazos y sobrevivió.
A pesar de sus “honorarios” de monotributista, Gutiérrez Camacho vivía en un departamento en una de las zonas más caras de Vicente López, que le insumía unos
8.000 pesos mensuales, entre el alquiler y las expensas.
Más allá del misterio sobre la vida del asesinado, la Justicia busca a los autores, por ahora sin novedades. La confirmación de la identidad de la víctima refuerza la declaración de Trujillo Velázquez sobre la enigmática tercera persona en la escena del crimen: “El Diablo”, un sicario colombiano que los habría entregado. Encontrarlo es clave para los investigadores.