“Nati”, referente cultural, docente e historiadora de Gualeguaychú
A la edad de 90 años falleció en Gualeguaychú, la maestra y escritora Natividad “Nati” Sarrot, quien ayudó a los vecinos a encontrarse con su propia memoria a través de sus investigaciones históricas sobre hechos y personalidades que dejaron su huella en esta ciudad de Entre Ríos.
Había nacido el 17 de septiembre de 1923 en Concepción del Uruguay y en 1952 se radicó en Gualeguaychú para casarse con Marco Aurelio Rodríguez Otero, fallecido en 2006. Trabajó en escuelas rurales de la zona y también fue directora, funcionaria pública y “ciudadana ilustre”. Compartió con su esposo Marco Aurelio el periodismo y la historia. Natividad, relata Nahuel Maciel en El Argentino, “fue parte activa del cambio social, cultural y educativo que experimentó la ciudad a mediados del siglo XX”. El Senado provincial la declaró Adulto Notable de Entre Ríos.
“La bonhomía de Nati es proverbial en los claustros, en vida se ha convertido en toda una leyenda en las esquinas, es palabra sagrada en las bibliotecas, es indispensable pa- ra la historia del pueblo. En ese rol siempre fue maestra y aprendiz, es decir, sabia”, se lee en el libro “Mujeres de Gualeguaychú” que publicó el Grupo Itén.
Enseñó en las escuelas rurales de los departamentos Tala, Uruguay y Gualeguaychú ( Colonia El Potrero cuando aún no había sido loteado). Y también fue directiva de las escuelas Nº 9 “Rosendo Fraga” en el Barrio Franco y la Nº 2 “Domingo Matheu” cerca de la Costanera. Y entre 1969 y 1973 fue la primera directora de la Departamental de Escuelas. También fue secretaria ad honorem de Cultura Municipal de la Municipdalidad de Gualeguaychú, durante la gestión de Isidoro “Balucho” Etchebarne.
En El Argentino, diario de esta ciudad del sureste de Entre Ríos, junto a Marco Aurelio alimentó durante doce años ( 1974-1986) la “Página de los Domingos”. Otro aporte singular fueron los “Cuadernos de Gualeguaychú”, un suplemento publicado por ese mismo diario. En esas páginas, quienes conocieron su obra señalan que la escritora y maestra enseñó a amar la historia que no se encontraba en los libros. En una entrevista señaló: “Los medios de comunicación nos muestran una juventud muy confundida, muy sin Norte, sin patrones. Pero, hablando con los jóvenes, teniendo un trato genuino y franco con ellos, uno obtiene un nivel de confianza y de sinceramiento que demuestra que los chicos son iguales a nuestra juventud. Intuyo que nos encerramos, adoptamos actitudes autoritarias, nos falta autoridad y la queremos imponer en una forma que lógicamente será rechazada por la juventud. Estoy convencida que la juventud bien llevada sigue al buen maestro, lo respeta y lo ayuda”.