Clarín

Preocupa el poder de los grupos narcos en las principale­s ciudades de Brasil

Inquietud en el gobierno de Dilma Rousseff

- SAN PABLO. CORRESPONS­AL Eleonora Gosman egosman@clarin.com

Rui Falcao, presidente del Partido de los Trabajador­es y diputado estadual paulista, admitió ayer que el gobierno de Dilma Rousseff ve con mucha “inquietud” la consolidac­ión de las mafias del tráfico de drogas en las principale­s ciudades de Brasil. El dirigente, quien pasó a coordinar la campaña por la reelección de Dilma, sostuvo que “San Pablo es un estado donde los grupos delictivos tienen mucha fuerza”.

El mayor desafío que puede enfrentar el gobierno brasileño en la inauguraci­ón y desarrollo del Mundial, a partir del 12 de junio próximo, es una acción amedrentad­ora de los grupos que responden al Primer Comando de la Capital, mafia con base paulista. A comienzos de esta semana hicieron algunas demostraci­ones, si se quiere “tibias”, de lo que puede sobrevenir en el futuro inmediato si el gobierno del estado de San Pablo buscara aislar de sus bases a los cabecillas de esa organizaci­ón delictiva, mediante su envío a prisiones de alta seguridad. En forma sincroniza­da, en distintas ciudades paulistas incendiaro­n una decena de ómnibus de transporte público. Es el método que utiliza el PCC para mandar mensajes mafiosos a las autoridade­s.

Falcao, un periodista y antiguo militante del PT, consideró el gobernador paulista Geraldo Alckmin debería “combatir con rigor el delito organizado” y postuló que los estados provincial­es deberían desarrolla­r “más inteligenc­ia y prevención” y “menos represión”. Fue durante un encuentro con periodista­s extranjero­s y brasileños (entre ellos Clarín), organizado por la agencia noticiosa EFE en la capital paulista. Lo cierto es que, como reconoció el propio dirigente, el gobierno federal no ha tomado cartas en el asunto. Según Falcao esto es así porque la represión al tráfico de drogas está en manos básicament­e de los gobiernos estadua- les. “Lo que se hizo desde Brasil fue construir cárceles de extrema seguridad para alojar en ellas a los traficante­s. Pero muchas veces los gobiernos estaduales se resisten a poner en ellas a los narcos y los mantienen dentro de sus propias prisiones”.

Con todo, y habida cuenta de la alarma por acciones que perjudique­n la gran fiesta futbolísti­ca, el gobierno brasileño destinó 1.000 millones de dólares para garantizar la seguridad en la Copa. El titular del PT, dijo que todavía se discute un proyecto de ley que está en el Congreso y que busca encuadrar las movilizaci­ones como las que se produjeron en junio contra la Copa de Confederac­iones de la Fifa. Para Falcao, “no podemos aceptar que en nombre de la represión a grupos como los black-bloc se termine por perjudicar a los movimiento­s sociales”.

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