Lanús bajó a San Lorenzo de la punta
El ganador respaldó su idea con varios pibes y lo definió con tres remates de afuera del área y un mano a mano. Los de Boedo, salvo los primeros 25 minutos de la etapa final, nunca lograron afirmarse.
Lo goleó 4-1 en su cancha y le quitó la chance de afirmarse en el primer puesto. Estudiantes ganó y es único puntero.
Lanús se anima a todo. A seguir en la Copa, a pelear en el torneo. También a golear al campeón como visitante. No sólo eso: demuestra que cada paso que da no es producto de la casualidad sino consecuencia del trabajo y de la búsqueda. Anoche, al margen de incluir algunos suplentes, fue superior a San Lorenzo, le ganó 4-1, le quitó la chance de ser líder y quedó a sólo dos unidades de Estudiantes, el único puntero. Para San Lorenzo resultó un pequeño infierno de un ratito luego del paraíso de esa clasificación heroica ante Botafogo, el último miércoles.
En Lanús hay una cuestión central que excede a los nombres: al
equipo de los Mellizos lo sostiene una idea. Se trata de un grupo de individualidades tras los pasos del doble objetivo. Lucen convencidos más allá del apellido que porten. Lo que pasó anoche bajo el cielo del Nuevo Gasómetro sirve como
perfecto testimonio. En cinco minutos, Lanús se puso 2- 0 con dos goles de dos pibes forjados en sus inferiores que merecen tantos aplausos. Astina tiene 18 años, juego como extremo, es solidario en el despliegue y hábil en la búsqueda. También tiene buena pegada: a los 32, con un derechazo, le puso el primer gol a la noche en el contexto de un partido con vaivenes. Valdez Chamorro, que tiene 19 años, se lo cruzaba seguido en los días no tan lejanos de inferiores, en Guidi y Arias. También allí aprendió a jugar a lo que juega Lanús. La pegada, esa que permitió el 2- 0, la traía desde la cuna. Con ellos, con sus pibes y con la idea, el equipo de Guillermo y de Gustavo sacó ventajas. San Lorenzo, a esa altura, miraba sin entender.
Lo había anticipado el entrenador: “Iremos a atacar”. Y a eso fue Lanús al Bajo Flores. Buscó, quiso, intentó, golpeó. Incluso supo atravesar sin traumas ese tramo del segundo tiempo en el que San Lorenzo descontó a través de Kalinski y en el que parecía que el desarrollo podía sufrir modificaciones. Lanús nunca dejó de creer en la posibilidad de la victoria. Tampoco cuando San Lorenzo, con el ingreso de Villalba ( metió varios desbordes imparables, incluido el del gol), lo arrinconó y coqueteó con la posibilidad del empate.
Hubo un condicionante en el encuentro. “Acá nació el viento”, dijo alguna vez el histriónico Bambino Veira. A juzgar por lo que ofreció
la noche de ayer, tenía y tiene razón el ex entrenador del San Lorenzo campeón del 95. Y ante esa dificultad, fue Lanús el que mejor se adaptó. Procuró siempre jugar por abajo, sin apuros. Al equipo de Bauza le costó más.
A San Lorenzo -en realidad- todo le costó el doble. Dependió mucho de individualidades que esta vez no estuvieron a la altura de su apellido y de la circunstancia. El mejor fue Juan Mercier por lo de siempre: su orden, su constancia, la marca, la presencia. Pero anoche el equipo de Edgardo Bauza necesitaba otra cosa. Y no lo encontró. Lanús, además, fue implacable en sus llegadas. Cuando tuvo momentos de superioridad los tradujo en el resultado. En su segunda ráfaga, ya pasada la mitad del segundo tiempo, el equipo de los Barros Schelotto golpeó duro. Noqueó. A los 27, el recién ingresado Diego González estableció el 3-1 con un derechazo impresionante desde afuera del área. Dos minutos después, tras una buena jugada colectiva, Astina asistió a Valdez Chamorro, quien definió para ponerle el moño a la la goleada.
Ya no había lugar para más en el recorrido posterior del partido. Apenas para que San Lorenzo se permita la pregunta: ¿para qué está el equipo del Patón?